PROLEGÓMENO: Existen quienes dicen que los animales no humanos tienen un "defecto" que justifica que sean moralmente discriminados[1]. A veces dicen que ese defecto es que no sienten dolor. En esta entrada responderemos a las siguientes preguntas: ¿qué es el dolor? ¿que individuos sienten dolor? Palabras clave: dolor, sufrimiento, interés de evitar el dolor |
Algunas personas dicen que los individuos de todas o de algunas especies de animales no humanos (toros "de lídia"[2], crustáceos, insectos, etc.) no tienen capacidad para sentir dolor y que, por lo tanto, no tienen interés en evitar el dolor. Es a estas personas a las que vamos a contestar en la presente entrada.
Existen otras personas que, con el objetivo de justificar un trato discriminatorio, dicen que los animales no humanos tienen capacidad para sentir dolor, pero sienten dolor de manera diferente a cómo sienten dolor los humanos[3]:
Cuando estas personas dicen que determinados individuos con sistema nervioso central "sienten dolor de manera diferente" suelen querer decir que "sienten menos dolor que los humanos", y la razón que dan para afirmar esto es que poseen un sistema nervioso central menos desarrollado. Sin emitir un juicio sobre esta afirmación, vemos que estas personas reconocen que dichos individuos sienten dolor y, por lo tanto, no pueden negar que también tengan interés en evitar dicho dolor, por lo que no habría más que decir, al rebatirse el argumento a sí mismo.
Formulamos de forma más clara el argumento que utilizan dichas personas. Las premisas y la conclusión serían las siguientes:
RESPUESTA VEGANA:
Este argumento puede rebatirse de las siguientes maneras:
1. Desde el punto de vista de la Ética:
(i) Hay que diferenciar la capacidad para sentir dolor del dolor mismo. La capacidad para sentir dolor es muy útil para la supervivencia del individuo, pues mediante la experiencia llamada "dolor", que puede presentarse en diferentes grados de intensidad, el individuo se hace consciente de la necesidad de reaccionar frente a aquello que puede suponer una amenaza para su integridad física. Por ello, dolor y consciencia no son cosas separadas sino que el dolor es un estado de consciencia, en este caso una experiencia negativa.
El dolor de origen físico puede haber sido producido o estar produciéndose por una fuente externa o interna al individuo que lo padece. La fuente de dolor externa produce una fuente de dolor interna. La reacción frente a una fuente de dolor externa puede consistir en un movimiento de huída o en un movimiento de ataque contra ella. La reacción frente a una fuente de dolor interna es la búsqueda de condiciones de bienestar o de curación, ello puede consistir en adoptar posiciones de encogimiento, búsqueda de alimento, búsqueda de alivio y de medicinas, etc. Tanto si la fuente del dolor es interna o externa, puede llegar a perderse la consciencia si es un dolor muy intenso.
Además de por un daño físico, una experiencia de dolor también puede originarse por la reflexión psicológica (sufrimiento): la muerte de un ser querido, el miedo, etc., incluida la reflexión sobre una experiencia de dolor físico (dolor físico y dolor emocional pueden combinarse). En este caso no hablamos de dolor físico sino de dolor emocional. El dolor emocional intenso puede llegar a producir enfermedades físicas y por lo tanto un daño físico. Por lo tanto, daño físico y experiencia de dolor se retroalimentan porque cerebro y conciencia son la misma cosa.
Sin la capacidad para sentir dolor físico el individuo se dañaría sin ser consciente de ello, peligrando su interés de conservar su integridad y su vida, por ello es bueno tener dicha capacidad. Sin la capacidad para sentir dolor emocional seríamos emocionalmente indiferentes a experiencias negativas propias y ajenas, por lo que se dificultaría la práctica de la ética.
Los masoquistas, las embarazadas que quieren sentir el dolor del parto, etc. tienen el interés de sentir dolor de una determinada manera, por lo tanto, para estas personas es bueno sentir dolor de esa manera. El dolor es malo para quienes no tienen interés en padecer dolor, por ello tienen el interés de evitarlo, de aliviarlo y de acabar con la causa que lo produce: el dolor innecesario siempre es malo.
(ii) Dañar y asesinar a quienes no sienten dolor es éticamente incorrecto, pues se frustra el interés de seguir viviendo para tener experiencias positivas. Debemos distinguir entre daño y dolor, pues alguien puede ser dañado sin sufrir dolor. Las personas seguimos teniendo intereses aunque un daño no nos produzca dolor. Por ejemplo, las personas paralíticas no sienten dolor en las piernas, pero siguen teniendo el interés de que sus piernas no sean dañadas. El hecho de que alguien no sienta dolor no hace que sea éticamente correcto frustrar su interés de no ser dañado, excepto en el caso de que dicho sujeto tenga ese interés.
La inexistencia de dolor localizado es un caso particular de la inexistencia de dolor general. La inexistencia de dolor general puede ocurrir como resultado de una enfermedad congénita como la insensibilidad congénita al dolor con anhidrosis o CIPA (del inglés: Congenital insensitivity to pain with anhidrosis), pero también como resultado de una anestesia general, que además nos hará perder la conciencia.
La pérdida de la conciencia nos lleva al argumento de algunas personas que dicen que no es correcto usar como criterio ético la existencia de conciencia a la hora de diferenciar a personas de cosas, pues supondría que sería éticamente correcto anestesiar a sujetos y matarlos cuando pierdan la conciencia. Este argumento falla, pues cuando un sujeto pierde la conciencia sigue teniendo intereses almacenados en la memoria de su cerebro, por lo tanto si lo matamos frustramos sus intereses.
(iii) Las experiencias de dolor de los animales no humanos podrían ser diferentes a las experiencias de dolor humanas, pero también son experiencias negativas, y podrían ser más intensas. Esto mismo también ocurre entre los humanos adultos sanos y los humanos marginales (bebés, disminuídos psíquicos profundos, seniles, etc.).
Pero desde un punto de vista ético, lo más importante a tener en cuenta es que aunque existan diferencias entre las experiencias de dolor de dos individuos esto no es una razón que justifique producir un dolor innecesario a uno de ellos.
2. Desde el punto de vista de la ciencia:
(iv) Todos los individuos con un sistema nervioso central tienen capacidad para sentir dolor. Un individuo no tiene capadidad para sentir dolor porque sea un "animal" sino porque tiene un sistema nervioso central (sistema nervioso centralizado en un cerebro o en un ganglio cerebroide).
Disponemos de tres indicadores que nos permiten concluir que los seres humanos no son los únicos animales que pueden sufrir y disfrutar: conducta, fisiología y lógica evolutiva. Pasamos a detallar cada uno de ellos:
CONDUCTA:
"Conducta: En ocasiones, se dice que podemos saber si un ser humano sufre o disfruta porque nos lo puede decir. Sin embargo, si viésemos a alguien llorando y retorciéndose y, entre sollozos y gemidos, nos indicase que está disfrutando, no lo creeríamos. Cuando vemos a alguien gesticular, retorcerse, chillar o gritar de un modo determinado, deducimos que está sufriendo. Y si lleva a cabo otro tipo de gesticulaciones, por ejemplo, si se ríe, suponemos que lo está pasando bien. Lo mismo ocurre en el caso de los animales de especies distintas a la nuestra. Cuando vemos a un perro que salta y mueve el rabo podemos deducir que está disfrutando, mientras que si gime de un modo determinado cabe concluir que está sufriendo. La clase de conducta que alguien manifiesta es un motivo para creer que está sintiendo placer o sufriendo, tanto en el caso de los humanos como en el de animales de otras especies." Óscar Horta, "Animales humanos y no humanos: de la discriminación al respeto"[4]
FISIOLOGÍA:
Al contrario que las plantas, los humanos poseen un sistema nervioso y receptores benzodiazepínicos u opioides endógenos, como endorfinas, que alivian el dolor cuando reciben una lesión seria, lo que nos lleva a plantearnos la pregunta de por qué los animales no humanos también poseen estas estructuras y sustancias si no sintieran dolor; no tendría sentido. Voltaire (1694-1778) ya se mofaba de los filósofos cartesianos–aquellos que defendían el mecanicismo animal, es decir, que los animales no sentían dolor– preguntando: "¿Ha dispuesto la naturaleza todos los resortes del sentimiento en este animal, para que finalmente no sienta? ¿tiene nervios para no moverse?"
El sistema nervioso central (Link)
"Fisiología: Este es el indicador más importante. No sufrimos y disfrutamos por arte de magia, por alguna capacidad misteriosa cuya causa no podemos explicar con claridad. Por el contrario, podemos sufrir y disfrutar porque tenemos una estructura fisiológica que lo permite. Esta consiste en un sistema nervioso centralizado, mediante el cual no sólo recibimos estímulos, sino que tenemos la experiencia que nos ocasiona tal estímulo. No sólo ocurre que nuestro organismo reacciona ante una bajada de temperatura (por ejemplo, mediante el erizamiento capilar), sino que percibimos la sensación de frío. Pues bien, no sólo los seres humanos poseen un sistema nervioso. También muchos otros animales las poseen. Esto ocurre tanto en el caso de los vertebrados como en el de muchos invertebrados." Óscar Horta, "Animales humanos y no humanos: de la discriminación al respeto"[5]
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LÓGICA EVOLUTIVA:
"Lógica evolutiva: La capacidad de sufrir y disfrutar posibilita a los seres con la posibilidad de moverse huir de aquello que les daña y acercarse a lo que les puede beneficiar (por ello, sería un absurdo evolutivo que aquellos seres sin la posibilidad de efectuar movimientos pudiesen sufrir y disfrutar). Ahora bien, no sólo los seres humanos podemos movernos, alejándonos o aproximándonos a lo que nos resulta negativo o positivo. Muchos otros animales tienen también esta capacidad. Así, no hay motivo evolutivo por el que sólo los seres humanos puedan tener experiencias positivas y negativas. Por otra parte, los seres humanos y los demás animales nos encontramos emparentados evolutivamente. No tiene sentido pensar que la capacidad de sufrir y disfrutar haya aparecido tan recientemente en la historia evolutiva que sólo los seres humanos la puedan poseer(1)." Óscar Horta, "Animales humanos y no humanos: de la discriminación al respeto"[5]
Existen otras personas que, con el objetivo de justificar un trato discriminatorio, dicen que los animales no humanos tienen capacidad para sentir dolor, pero sienten dolor de manera diferente a cómo sienten dolor los humanos[3]:
"Es evidente, indica, que aunque las ratas sufren dolor, hay que controlar sus poblaciones, aunque se pregunta si hay que hacerlas sufrir con venenos muy dolorosos. Eso sí, hay que tener en cuenta que su dolor no es igual al nuestro, pero también que no son máquinas, sino seres capaces de sufrir". Agustín Blasco, catedrático de la Universidad Politécnica de Valencia
Cuando estas personas dicen que determinados individuos con sistema nervioso central "sienten dolor de manera diferente" suelen querer decir que "sienten menos dolor que los humanos", y la razón que dan para afirmar esto es que poseen un sistema nervioso central menos desarrollado. Sin emitir un juicio sobre esta afirmación, vemos que estas personas reconocen que dichos individuos sienten dolor y, por lo tanto, no pueden negar que también tengan interés en evitar dicho dolor, por lo que no habría más que decir, al rebatirse el argumento a sí mismo.
Formulamos de forma más clara el argumento que utilizan dichas personas. Las premisas y la conclusión serían las siguientes:
ESTRUCTURA DEL ARGUMENTO: P1: "Existen individuos con sistema nervioso central que no tienen capacidad para sentir dolor". C1: Como P1 es verdadera entonces "Existen individuos con sistema nervioso central que no tienen interés en evitar el dolor". C2: Como C1 es verdadera entonces "Es éticamente correcto esclavizar y asesinar a los animales no humanos". |
RESPUESTA VEGANA:
Este argumento puede rebatirse de las siguientes maneras:
1. Desde el punto de vista de la Ética:
(i) Hay que diferenciar la capacidad para sentir dolor del dolor mismo. La capacidad para sentir dolor es muy útil para la supervivencia del individuo, pues mediante la experiencia llamada "dolor", que puede presentarse en diferentes grados de intensidad, el individuo se hace consciente de la necesidad de reaccionar frente a aquello que puede suponer una amenaza para su integridad física. Por ello, dolor y consciencia no son cosas separadas sino que el dolor es un estado de consciencia, en este caso una experiencia negativa.
El dolor de origen físico puede haber sido producido o estar produciéndose por una fuente externa o interna al individuo que lo padece. La fuente de dolor externa produce una fuente de dolor interna. La reacción frente a una fuente de dolor externa puede consistir en un movimiento de huída o en un movimiento de ataque contra ella. La reacción frente a una fuente de dolor interna es la búsqueda de condiciones de bienestar o de curación, ello puede consistir en adoptar posiciones de encogimiento, búsqueda de alimento, búsqueda de alivio y de medicinas, etc. Tanto si la fuente del dolor es interna o externa, puede llegar a perderse la consciencia si es un dolor muy intenso.
Además de por un daño físico, una experiencia de dolor también puede originarse por la reflexión psicológica (sufrimiento): la muerte de un ser querido, el miedo, etc., incluida la reflexión sobre una experiencia de dolor físico (dolor físico y dolor emocional pueden combinarse). En este caso no hablamos de dolor físico sino de dolor emocional. El dolor emocional intenso puede llegar a producir enfermedades físicas y por lo tanto un daño físico. Por lo tanto, daño físico y experiencia de dolor se retroalimentan porque cerebro y conciencia son la misma cosa.
Sin la capacidad para sentir dolor físico el individuo se dañaría sin ser consciente de ello, peligrando su interés de conservar su integridad y su vida, por ello es bueno tener dicha capacidad. Sin la capacidad para sentir dolor emocional seríamos emocionalmente indiferentes a experiencias negativas propias y ajenas, por lo que se dificultaría la práctica de la ética.
Los masoquistas, las embarazadas que quieren sentir el dolor del parto, etc. tienen el interés de sentir dolor de una determinada manera, por lo tanto, para estas personas es bueno sentir dolor de esa manera. El dolor es malo para quienes no tienen interés en padecer dolor, por ello tienen el interés de evitarlo, de aliviarlo y de acabar con la causa que lo produce: el dolor innecesario siempre es malo.
(ii) Dañar y asesinar a quienes no sienten dolor es éticamente incorrecto, pues se frustra el interés de seguir viviendo para tener experiencias positivas. Debemos distinguir entre daño y dolor, pues alguien puede ser dañado sin sufrir dolor. Las personas seguimos teniendo intereses aunque un daño no nos produzca dolor. Por ejemplo, las personas paralíticas no sienten dolor en las piernas, pero siguen teniendo el interés de que sus piernas no sean dañadas. El hecho de que alguien no sienta dolor no hace que sea éticamente correcto frustrar su interés de no ser dañado, excepto en el caso de que dicho sujeto tenga ese interés.
La inexistencia de dolor localizado es un caso particular de la inexistencia de dolor general. La inexistencia de dolor general puede ocurrir como resultado de una enfermedad congénita como la insensibilidad congénita al dolor con anhidrosis o CIPA (del inglés: Congenital insensitivity to pain with anhidrosis), pero también como resultado de una anestesia general, que además nos hará perder la conciencia.
La pérdida de la conciencia nos lleva al argumento de algunas personas que dicen que no es correcto usar como criterio ético la existencia de conciencia a la hora de diferenciar a personas de cosas, pues supondría que sería éticamente correcto anestesiar a sujetos y matarlos cuando pierdan la conciencia. Este argumento falla, pues cuando un sujeto pierde la conciencia sigue teniendo intereses almacenados en la memoria de su cerebro, por lo tanto si lo matamos frustramos sus intereses.
(iii) Las experiencias de dolor de los animales no humanos podrían ser diferentes a las experiencias de dolor humanas, pero también son experiencias negativas, y podrían ser más intensas. Esto mismo también ocurre entre los humanos adultos sanos y los humanos marginales (bebés, disminuídos psíquicos profundos, seniles, etc.).
"Brigid Brophy ha expresado la opinión de que, en la misma medida en que un animal no puede razonar abstractamente, el dolor que sufre puede ser aún mayor que el experimentado por un ser humano. El animal, en efecto, no tiene «otra cosa en qué pensar» (...) Brigid Brophy sugiere la idea de que el dolor puede inundar «la capacidad total de experiencia [de los animales] de un modo que es infrecuente entre nosotros, por cuanto nuestra inteligencia y nuestra imaginación pueden producir huecos en la inmediatez de nuestras sensaciones» (...) Así, aunque es cierto que animales y seres humanos poseen sistemas nerviosos similares, creo que no es adecuado sacar conclusiones respecto a los sufrimientos de un animal a base de nuestras propias experiencias. En otros términos, es muy probable que, al suponer que la conducta de un animal tiene que ser análoga a la propia, terminemos por calcular por debajo al tratar de determinar el grado de sufrimiento que el animal experimenta (...) Por tanto, nos es imposible tener una idea del dolor o sufrimiento que puede experimentar un animal y poder decir «cuánto» sufre, pues su mundo y el nuestro son distintos, de modo que aquí se quiebra toda analogía. No podemos simplemente sustraer en la imaginación lo que estimamos que constituye nuestra racionalidad y entonces concluir que sabemos cómo siente un animal. La similitud de los correspondientes sistemas nerviosos no da pie para afirmar que el dolor causado es idéntico. El sufrimiento que experimenta un animal puede ser en algunos casos menor que el nuestro y en otros casos puede ser más intenso (...) [Por ejemplo] en los seres humanos el estado de tensión desempeña un papel importante en la producción de úlceras, en la jaqueca e inclusive en el cáncer. Experimentos llevados a cabo sobre animales han mostrado que los ratones sometidos a alguna tensión que resultaba inevitable sufrían de tumores mayores y más numerosos que los ratones no sometidos a tensión, o a una tensión menor. Es posible que la tensión engendre una más aguda sensación de dolor o que ella misma sea causa de dolor. Si así es, la vida de animales en parques zoológicos, en circos, rodeos, (...) «granjas industriales», etc., donde quedan frustrados los instintos naturales y donde hay que vivir en condiciones de apiñamiento, puede muy bien engendrar estados de tensión y, con ello, de sufrimiento." José Ferrater Mora y Priscilla Cohn, Ética aplicada: del aborto a la violencia, Alianza Editorial, Madrid, 1981, pp. 73-77.
Pero desde un punto de vista ético, lo más importante a tener en cuenta es que aunque existan diferencias entre las experiencias de dolor de dos individuos esto no es una razón que justifique producir un dolor innecesario a uno de ellos.
2. Desde el punto de vista de la ciencia:
(iv) Todos los individuos con un sistema nervioso central tienen capacidad para sentir dolor. Un individuo no tiene capadidad para sentir dolor porque sea un "animal" sino porque tiene un sistema nervioso central (sistema nervioso centralizado en un cerebro o en un ganglio cerebroide).
Disponemos de tres indicadores que nos permiten concluir que los seres humanos no son los únicos animales que pueden sufrir y disfrutar: conducta, fisiología y lógica evolutiva. Pasamos a detallar cada uno de ellos:
CONDUCTA:
"Conducta: En ocasiones, se dice que podemos saber si un ser humano sufre o disfruta porque nos lo puede decir. Sin embargo, si viésemos a alguien llorando y retorciéndose y, entre sollozos y gemidos, nos indicase que está disfrutando, no lo creeríamos. Cuando vemos a alguien gesticular, retorcerse, chillar o gritar de un modo determinado, deducimos que está sufriendo. Y si lleva a cabo otro tipo de gesticulaciones, por ejemplo, si se ríe, suponemos que lo está pasando bien. Lo mismo ocurre en el caso de los animales de especies distintas a la nuestra. Cuando vemos a un perro que salta y mueve el rabo podemos deducir que está disfrutando, mientras que si gime de un modo determinado cabe concluir que está sufriendo. La clase de conducta que alguien manifiesta es un motivo para creer que está sintiendo placer o sufriendo, tanto en el caso de los humanos como en el de animales de otras especies." Óscar Horta, "Animales humanos y no humanos: de la discriminación al respeto"[4]
FISIOLOGÍA:
Al contrario que las plantas, los humanos poseen un sistema nervioso y receptores benzodiazepínicos u opioides endógenos, como endorfinas, que alivian el dolor cuando reciben una lesión seria, lo que nos lleva a plantearnos la pregunta de por qué los animales no humanos también poseen estas estructuras y sustancias si no sintieran dolor; no tendría sentido. Voltaire (1694-1778) ya se mofaba de los filósofos cartesianos–aquellos que defendían el mecanicismo animal, es decir, que los animales no sentían dolor– preguntando: "¿Ha dispuesto la naturaleza todos los resortes del sentimiento en este animal, para que finalmente no sienta? ¿tiene nervios para no moverse?"
El sistema nervioso central (Link)
"Fisiología: Este es el indicador más importante. No sufrimos y disfrutamos por arte de magia, por alguna capacidad misteriosa cuya causa no podemos explicar con claridad. Por el contrario, podemos sufrir y disfrutar porque tenemos una estructura fisiológica que lo permite. Esta consiste en un sistema nervioso centralizado, mediante el cual no sólo recibimos estímulos, sino que tenemos la experiencia que nos ocasiona tal estímulo. No sólo ocurre que nuestro organismo reacciona ante una bajada de temperatura (por ejemplo, mediante el erizamiento capilar), sino que percibimos la sensación de frío. Pues bien, no sólo los seres humanos poseen un sistema nervioso. También muchos otros animales las poseen. Esto ocurre tanto en el caso de los vertebrados como en el de muchos invertebrados." Óscar Horta, "Animales humanos y no humanos: de la discriminación al respeto"[5]

LÓGICA EVOLUTIVA:
"Lógica evolutiva: La capacidad de sufrir y disfrutar posibilita a los seres con la posibilidad de moverse huir de aquello que les daña y acercarse a lo que les puede beneficiar (por ello, sería un absurdo evolutivo que aquellos seres sin la posibilidad de efectuar movimientos pudiesen sufrir y disfrutar). Ahora bien, no sólo los seres humanos podemos movernos, alejándonos o aproximándonos a lo que nos resulta negativo o positivo. Muchos otros animales tienen también esta capacidad. Así, no hay motivo evolutivo por el que sólo los seres humanos puedan tener experiencias positivas y negativas. Por otra parte, los seres humanos y los demás animales nos encontramos emparentados evolutivamente. No tiene sentido pensar que la capacidad de sufrir y disfrutar haya aparecido tan recientemente en la historia evolutiva que sólo los seres humanos la puedan poseer(1)." Óscar Horta, "Animales humanos y no humanos: de la discriminación al respeto"[5]
CONCLUSIÓN: Disponemos de tres indicadores que nos permiten concluir que los seres humanos no son los únicos animales que pueden sufrir y disfrutar: conducta, fisiología (sistemas nerviosos centrales) y lógica evolutiva. La similitud de los correspondientes sistemas nerviosos no da pie para afirmar que el dolor causado es idéntico: el sufrimiento que experimenta un animal no humano puede ser en algunos casos menor que el nuestro y en otros casos puede ser más intenso. Esto mismo ocurre entre los humanos adultos sanos y los humanos llamados "casos marginales" (bebés, disminuídos psíquicos profundos, seniles, etc.). Que existan diferencias entre experiencias de dolor de dos individuos no es una razón que justifique producir un dolor innecesario a uno de ellos. |