PROLEGÓMENO: Los seres vivos que tienen un sistema nervioso central (un cerebro) tienen capacidad para sentir, es decir, son individuos sintientes[1]; esto quiere decir que pueden sufrir y disfrutar, por lo tanto tienen intereses respecto a dichas experiencias. Los sensocentristas defienden que el criterio éticamente relevante para mostrar consideración y respeto hacia un individuo es que posea dicha capacidad, pero se encuentran con personas que rechazan ese criterio. En esta entrada responderemos a las preguntas: ¿quiénes son los demás? ¿cuál es el criterio al que debemos apelar como razón para considerar y respetar a los demás? |
Algunas personas dicen que el criterio éticamente relevante para mostrar consideración y respeto hacia un individuo, es decir, para tratarlo como si fuera alguien(1) en lugar de como si fuera simplemente algo, no es que posea capacidad para sentir.
Los biocentristas dicen que el criterio éticamente relevante a la hora de mostrar respeto moral hacia otros individuos no es que tengan capacidad para sentir sino que estén vivos[2], por lo que amplían el círculo de consideración ética más allá que los sensocentristas. Lo que ocurre con los biocentristas es que defienden la materia carente de conciencia, y por lo tanto carente de intereses que podamos frustrar. A estas personas no las respondemos en la presente entrada.
Muchas religiones están basadas en el antropocentrismo, es decir, en la idea de que el criterio éticamente relevante a la hora de mostrar respeto moral hacia otros individuos es que pertenezcan a la especie humana (Homo sapiens), por lo que muchas personas religiosas caen en el especismo antropocéntrico[3] que, como vimos, usa la falacia de petición de principio, que es la fuente de todas las discriminaciones arbitrarias imaginables. Para disimular el especismo antropocéntrico, los religiosos apelan a características cuya existencia no puede ser comprobada (alma[4], espíritu[5], dignidad[6], etc.) y que supuestamente poseen todos los humanos y sólo ellos, pues dicen que sólo los humanos están hechos a "imagen y semejanza de Dios".
El antropocentrismo es una idea religiosa que tiene una tradición de miles de años, por lo que inconscientemente muchos ateos la tienen asimilada a su discurso ético. A diferencia de los antropocentristas religiosos, los antropocentristas no religiosos intentan disimular su especismo apelando a características que pueden ser empíricamente comprobables y que supuestamente poseen todos los humanos y sólo ellos[7] pero, como vimos, este discurso les lleva a hacer uso de la falacia ecológica. El rechazo a la falacia ecológica muestra que los criterios que utilizan dejan fuera de la consideración moral a los llamados "casos marginales", es decir, a humanos que no cumplen el criterio éticamente relevante indicado por estas personas.
A quienes nos dirigimos en esta entrada es a las personas que, no haciendo uso de las falacias y trampas mencionadas, dicen que el criterio éticamente relevante a la hora de mostrar respeto moral hacia otros individuos -lo que les hace personas- no es que tengan capacidad para sentir sino que posean otra característica C que es exclusiva de un subconjunto de humanos, y que también podría incluir a un subconjunto de animales no humanos. Algunas de estas personas, como en el caso de Peter Singer, reconocen que los individuos con capacidad para sentir tienen el interés de no sufrir, por lo que dicen que debemos evitar producirles un sufrimiento innecesario; pero añaden que existen seres sintientes, humanos y no humanos, que no tienen interés de seguir viviendo[8], por lo que consideran que no es éticamente incorrecto matarlos si no se les produce sufrimiento. Como vimos, todos los seres sintientes tienen el interés en seguir viviendo, por lo tanto estas personas deberían aceptar el criterio sensocentrista. En esta entrada nos enfrentaremos principalmente a otros plantamientos similares al de Singer, pero que no apelan a intereses sino a criterios como ser auto-conciente, ser racional, etc., como es el caso de Tristam Engelhardt:
Los biocentristas dicen que el criterio éticamente relevante a la hora de mostrar respeto moral hacia otros individuos no es que tengan capacidad para sentir sino que estén vivos[2], por lo que amplían el círculo de consideración ética más allá que los sensocentristas. Lo que ocurre con los biocentristas es que defienden la materia carente de conciencia, y por lo tanto carente de intereses que podamos frustrar. A estas personas no las respondemos en la presente entrada.
Muchas religiones están basadas en el antropocentrismo, es decir, en la idea de que el criterio éticamente relevante a la hora de mostrar respeto moral hacia otros individuos es que pertenezcan a la especie humana (Homo sapiens), por lo que muchas personas religiosas caen en el especismo antropocéntrico[3] que, como vimos, usa la falacia de petición de principio, que es la fuente de todas las discriminaciones arbitrarias imaginables. Para disimular el especismo antropocéntrico, los religiosos apelan a características cuya existencia no puede ser comprobada (alma[4], espíritu[5], dignidad[6], etc.) y que supuestamente poseen todos los humanos y sólo ellos, pues dicen que sólo los humanos están hechos a "imagen y semejanza de Dios".
El antropocentrismo es una idea religiosa que tiene una tradición de miles de años, por lo que inconscientemente muchos ateos la tienen asimilada a su discurso ético. A diferencia de los antropocentristas religiosos, los antropocentristas no religiosos intentan disimular su especismo apelando a características que pueden ser empíricamente comprobables y que supuestamente poseen todos los humanos y sólo ellos[7] pero, como vimos, este discurso les lleva a hacer uso de la falacia ecológica. El rechazo a la falacia ecológica muestra que los criterios que utilizan dejan fuera de la consideración moral a los llamados "casos marginales", es decir, a humanos que no cumplen el criterio éticamente relevante indicado por estas personas.
A quienes nos dirigimos en esta entrada es a las personas que, no haciendo uso de las falacias y trampas mencionadas, dicen que el criterio éticamente relevante a la hora de mostrar respeto moral hacia otros individuos -lo que les hace personas- no es que tengan capacidad para sentir sino que posean otra característica C que es exclusiva de un subconjunto de humanos, y que también podría incluir a un subconjunto de animales no humanos. Algunas de estas personas, como en el caso de Peter Singer, reconocen que los individuos con capacidad para sentir tienen el interés de no sufrir, por lo que dicen que debemos evitar producirles un sufrimiento innecesario; pero añaden que existen seres sintientes, humanos y no humanos, que no tienen interés de seguir viviendo[8], por lo que consideran que no es éticamente incorrecto matarlos si no se les produce sufrimiento. Como vimos, todos los seres sintientes tienen el interés en seguir viviendo, por lo tanto estas personas deberían aceptar el criterio sensocentrista. En esta entrada nos enfrentaremos principalmente a otros plantamientos similares al de Singer, pero que no apelan a intereses sino a criterios como ser auto-conciente, ser racional, etc., como es el caso de Tristam Engelhardt:
“Lo que distingue a las personas es su capacidad [en el sentido de ser en acto] de ser auto-conscientes, racionales y preocupadas por el mérito de la reprobación o del elogio. [...] no todos los seres humanos son personas. No todos los seres humanos son auto-concientes, racionales y capaces de concebir la posibilidad de la reprobación y del elogio. Los fetos, los recién nacidos, los impedidos mentales muy profundos y los comatosos sin esperanza [y podríamos agregar los seniles] ofrecen ejemplos de no-personas humanas. Son miembros de la especie humana pero no tienen en y por sí mismas un lugar en la comunidad moral laica”. Tristam Engelhardt, La fundación de la bioética, 1996
Algunas de las personas que rechazan el sensocentrismo como criterio ético a veces dicen que éste considera que matar a seres sintientes que están inconscientes es éticamente correcto[9], pero vimos que esto no es así, puesto que todo sujeto tiene intereses aunque se encuentre inconsciente temporalmente.
Formulamos de forma más clara el argumento que utilizan dichas personas. Las premisas y la conclusión serían las siguientes:
ESTRUCTURA DEL ARGUMENTO: P1: "Existe una característica C que es la principal característica éticamente relevante a la hora de mostrar consideración moral y respeto hacia los demás". P2: "La capacidad para sentir no es la característica C". P3: "La auto-consciencia o la racionalidad o la preocupación por la reprobación/elogio es la principal característica C éticamente relevante". P4: "Existen humanos y animales no humanos que no poseen la característica C". C1: Como P3 y P4 son verdaderas entonces "Es éticamente correcto esclavizar y asesinar a quienes no poseen la característica C". |
RESPUESTA VEGANA:
Este argumento puede rebatirse de las siguientes maneras:
(i) El criterio éticamente relevante para mostrar consideración y respeto hacia un individuo es que posea capacidad para sentir. Decir que debemos respetar a los humanos porque son humanos es no decir nada, es una ética hueca. Debemos respetar a otros humanos porque tienen intereses (son alguien), no son meras cosas. Resulta que los animales no humanos también tienen intereses. Discriminar a alguien por ser de otra especie es especismo, una discriminación arbitraria.
La Ética existe porque existen intereses y los intereses existen porque hay individuos con capacidad para sentir. Los individuos que deben ser éticamente considerados deben tener intereses pues es la existencia de dichos intereses es lo que permite que exista lo bueno (experiencias positivas o satisfacción de intereses) y lo malo (experiencias negativas o frustración de intereses).

El sensocentrismo supone entonces una extensión de consideración moral hacia todos los individuos sintientes. Sólo los seres conscientes presentan intereses, entonces el sensocentrismo implica valorar los intereses de un individuo de manera igualitaria respecto a los intereses de los demás seres conscientes. En sensocentrismo se diferencia del antropocentrismo en que este último también valora intereses, pero reduce el ámbito de aplicación a un grupo preferencial: el de los humanos, por lo que discrimina éticamente a los animales de otras especies en lo que se ha venido a denominar discriminación especista.
"Una vida en la que nos pasan cosas positivas es una vida valiosa que es beneficioso para nosotros vivir. Este es el motivo por el que nos daña la muerte, porque hace que dejemos de vivir las cosas positivas que nospueden pasar en la vida. Y puede darse también el caso contrario. Imaginemos, por ejemplo, una vida padeciendo tormentos en una cámara de tortura, sin ningún disfrute y sólo con un terrible sufrimiento. Tal vida sería horrible. Podríamos considerar que sería mejor no vivir que vivir de ese modo. Sería, por tanto, una vida con un valor negativo. Asimismo, una vida sin ninguna clase de experiencias, una vida en un estado de total inconsciencia [...] es una vida que ni tiene cosas positivas ni cosas negativas para quien la viva. Ni es bueno ni es malo vivir una vida así: simplemente, no tiene ningún valor, ni positivo ni negativo." Óscar Horta, "La capacidad de sufrir y disfrutar"
La puesta en práctica del sensocentrismo nos lleva a vivir de manera que no frustremos los intereses de otros seres sintientes, y a esta manera de vivir se la llama veganismo.

Imagen: eibol.blogsome.com
CONCLUSIÓN: La principal característica éticamente relevante para mostrar consideración y respeto moral es la capacidad para sentir, pues es la característica que pemite que un individuo tenga intereses y, por lo tanto, sea alguien (algo con conciencia) y no simplemente algo. A esta cosmovisión o posicionamiento ético basado en respetar a individuos con intereses se le conoce como sensocentrismo. Si somos sensocentristas entonces debemos vivir de manera vegana para ser coherentes con él, pues los animales no humanos tambien tienen conciencia. |