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ARGUMENTO: “El bien y el mal existen, pero de ello no se deduce que debamos hacer el bien y evitar el mal”

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RESUMEN:¿Se debe evitar hacer el mal? ¿se debe hacer el bien? es decir, ¿existe alguna razón lógica que fundamente el deber de respetar a los demás o tanta razón tiene el que hace el mal como el que hace el bien? Éstas son algunas de las preguntas a las que aquí vamos a responder.

La falacia lógica consiste en deducir una conclusión prescriptiva (un 'DEBE') a partir de unas premisas descriptivas (un 'ES'), lo cual es lógicamente inadmisible. La única manera de que exista una prescripción en una conclusión lógica es que exista al menos una prescripción entre las premisas. Como “tener un interés” significa “querer que ocurra algo” entonces un interés no puede ser autofrustrado, pues se violaría el principio lógico de no contradicción. Por lo tanto, quien tiene intereses considera que sus intereses no deben ser frustrados, ésta es la premisa prescriptiva que fundamenta la Ética a nivel subjetivo. Como todos los individuos sintientes (con sistema nervioso central) tienen intereses y como toda discriminación arbitraria es irracional entonces, a priori, los intereses no deben ser frustrados, sean de quien sean. Gracias a que existe el interés universal, que se convierte en una prescripción subjetiva en las premisas, podemos encontrar una conclusión que es una prescripción universal.

Palabras clave: falacia lógica, fundamentación racional de la Ética, lógica deóntica, problema del ser y el deber ser

En un artículo anterior se demostró que existe lo bueno universal (el bien) y lo malo universal (el mal): lógicamente satisfacer un interés siempre es bueno para quien lo satisface, y lógicamente frustrar un interés siempre es malo para quien se le frustra, independientemente de las consecuencias de dicha satisfacción y de dicha frustración[1]. Por lo tanto existe una base objetiva en la que basar las normas (tambien llamadas «prescripciones» o «deberes») que impone racionalmente la Ética.

Algunas personas dicen que del HECHO de que existan el bien y el mal no se puede derivar lógicamente la conclusión de que DEBAMOS hacer el bien y evitar el mal. De esta manera denuncian la ilegitimidad del paso del ES al DEBE, también llamada falacia lógica o Ley de Hume, pues fue denunciada originalmente por David Hume (1711-1776) en su libro «Tratado de la naturaleza humana» (1739) de la siguiente manera: «En cada uno de los sistemas de moralidad con que hasta la fecha me he tropezado he observado que invariablemente el autor procede, durante un cierto tiempo, razonando a la usanza ordinaria (estableciendo, por ejemplo, la existencia de Dios, o haciendo observaciones relativas a los asuntos humanos) pero, de pronto, me encuentro sorprendido al comprobar que, en lugar de la cópula ES que, usualmente interviene en las proposiciones, ha dejado paso al verbo DEBE. El cambio es casi imperceptible, pero reviste, sin embargo, la máxima importancia. Porque, dado que dicho DEBE expresa una relación de nuevo cuño, es menester tomar nota del mismo y explicarlo». Es a estas personas a las que vamos a responder. Por ejemplo, el siguiente argumento (premisas y conclusión) usa la falacia lógica:

(P1) Las mujeres tienenútero. (descripción)
(P2) El útero es un órgano del aparato reproductor. (descripción)
(C)  Las mujeres deben tener hijos. (prescripción o norma)

Algunas personas usan la falacia lógica mediante la apelación a la «naturaleza». En un artículo anterior se rebatió el argumento de apelación a la naturaleza[2], que es muy usado por las religiones. Según dicho argumento, por un lado existen cosas y procesos «naturales», que considera buenos, y por otro lado existen cosas y procesos «no naturales», que considera malos. Dicho argumento erróneo casi siempre va unido a la falacia lógica, de manera que se afirma que si una cosa o proceso es «natural» entonces debemos defenderlo, y si una cosa o proceso es «no natural» entonces debemos rechazarlo. Por ejemplo, quienes dicen que «no debemos ser vegetarianos porque es antinatural», «debemos rechazar la homosexualidad porque es antinatural», etc.

Algunas personas usan la falacia lógica cuando intentan explicar por qué razón debemos respetar a los demás, es decir, cuando intentan fundamentar racionalmente la Ética. Por ejemplo, Luis Tovar en su artículo «El principio de identidad», publicado en su blog «Filosofía Vegana», intenta fundamentar racionalmente la Ética en el Principio lógico de identidad (A=A). El Principio lógico de identidad es un principio esencial de la Lógica, según el cual toda entidad es idéntica a sí misma (A=A). Según Luis, cada persona es física y psicológicamente igual a sí misma, es decir, tiene una identidad ontológica y una identidad psicológica que le diferencia de la identidad ontológica y psicológica del resto de personas. Estamos de acuerdo con dicha descripción, pero a partir de ella Luis dice que «debemos de respetar la identidad ontológica y psicológica de las personas porque no hacerlo viola el Principio lógico de identidad». La realidad, con las personas siendo parte de ella, cambia a cada instante sin que se viole el Principio lógico de identidad (At=At, At+1=At+1, etc.), al contrario: se violaría dicho principio afirmando que la realidad no cambia (At+1=At). A partir del hecho de que una persona ES, no se puede deducir lógicamente que tengamos el deber de no cambiarla, hacerlo es usar la falacia lógica, como hace Luis en este caso.

Formulamos de forma más clara las premisas y la conclusión del argumento:

ARGUMENTO QUE DENUNCIA EL PASO DEL «SER» AL «DEBER DER»:

(P1) El bien y el mal existen.
(P2) De una descripción no se puede deducir lógicamente una prescripción.
(C) La Ética no es posible porque usa la falacia lógica.

A continuación vamos a mostrar cómo puede rebatirse este argumento.

La premisa (P1) es cierta, pues el bien y el mal existen[1].

PREMISA (P2): De una descripción no se puede deducir lógicamente una prescripción

Podemos llegar a una conclusión normativa (deber) si hay una norma entre las premisas. Para que una prescripción, es decir, un «debe», aparezca en la conclusión de un razonamiento lógico debe existir al menos una prescripción entre las premisas pues, como denunció David Hume, la lógica no permite inferir lógicamente un «debe» a partir de lo que «es». Al incluir una prescripción entre las premisas se puede inferir una prescripción en la conclusión, pero hay que tener en cuenta que la premisa normativa debe ser verdadera, y para ello no debe explicarse por otras razones, sino ser un principio autoevidente, lo cual sólo puede ser posible mediante el uso de principios lógicos, pues la Lógica es una verdad absoluta[3]. El siguiente argumento (premisas y conclusión) normativo no usa la falacia lógica, es lógicamente válido, pero el problema que presenta es que se basa en cuatro premisas falsas (la cuarta de ellas es una prescripción):

(P1) Podemos deducir racionalmente la existencia de un dios. (Irracionalidad)
(P2) Dios creó a la mujer con un útero. (Creacionismo)
(P3) El útero es un órgano reproductivo. (Teleología)
(P4) Los humanos deben obedecer a la voluntad de Dios. (Mandato divino)
(C) Las mujeres deben tener hijos.
 
Lógicamente un interés no puede ser autofrustrado. Decir que «[una persona] tiene un interés» significa que «[una persona] quiere que ocurra algo», por lo tanto es una contradicción lógica que dicha persona diga: «tengo el interés de frustrar mi interés» o «quiero que ocurra lo que no quiero que ocurra», pues se violaría el Principio lógico de no contradicción: «A» no puede ser igual a «no A» (A ≠ ¬A). Por lo tanto, nadie tiene interés en que se frustren sus propios intereses(1): un interés no puede ser autofrustrado. Por ejemplo, en el caso de la eutanasia y del suicidio[4], es contradictorio decir «tengo el interés de frustrar mi interés de seguir viviendo» o «no me importa que mi interés de seguir viviendo sea frustrado»: si alguien tiene un interés entonces lógicamente no quiere que se frustre. Alguien podría objetar que podemos dar a otra persona la orden de que frustre nuestros intereses, pero al hacer esto no estaríamos autofrustrando un interés, pues dicho interés sería frustrado por otras personas.

El deber se origina en cada interés de cada sujeto. Teniendo en cuenta que un interés no puede ser autofrustrado, ahora vamos a explicar cómo el «debe» está implícito en cada interés. Si alguien tiene un interes entonces, por definición, no quiere que dicho interés sea frustrado. Si alguien quiere que le hagan algo entonces tiene interés en que eso ocurra, no tiene interés en que no ocurra. Por lo tanto si alguien tiene un interés entonces es lógicamente contradictorio que afirme «tengo el interes de que frustren mi interés» o «deben frustrar mi interés», sino que lógicamente dirá: «no deben frustrar mi interés». Esto nos muestra que la existencia de un interés implica una prescripción a nivel subjetivo. Por ejemplo, si alguien tiene interés en seguir viviendo entonces no quiere que le maten; sería contradictorio que dijera: «me dá igual que me maten», o que dijera: «me deben matar», lo coherente es que diga: «no me deben matar».  Hay que tener en cuenta que aún nos encontramos analizando al individuo desde un punto de vista egocentrista[5], totalmente subjetivo, es decir, desde dicho punto de vista limitado la Ética no llega más allá de uno mismo, no importan los intereses de los demás, no hay racionalidad. A nivel egoísta llegamos a la siguiente conclusión irrebatible:

(P1) «Tener un interés» significa «querer que ocurra algo».
(P2) Un interés no puede ser autofrustrado, pues eso viola el Principio lógico de no contradición.
(P3) Quien tiene un interés considera que éste no debe ser frustrado.
(C) A priori, mis intereses no deben ser frustrados. (REGLA DE ORO EGOCENTRISTA)

La racionalidad universaliza la «Regla de Oro egocentrista», llevándonos a la «Regla de Oro de la Ética». El deontologismo, mediante lógica deóntica, llega a principios éticos que son imperativos éticos categóricos de carácter general, racionalmente justificados como válidos para todo tiempo, lugar y sujeto, es decir, se consideran como universalmente válidos(2). El hecho de que es irrebatible de que ningún ser sintiente puede negar sin contradecirse «a priori, mis intereses no deben ser frustrados», lógicamente podemos universalizar dicha norma sin temor a equivocarnos, lo cual nos lleva a la Regla de Oro de la Ética: «a priori, los intereses no deben ser frustrados». Violar dicha norma en base a consideraciones arbitrarias es una discriminación arbitraria, es decir, una violación del Principio de Igual Consideración de Intereses[6]: el hecho de ser uno mismo no es una razón que a priori justifique que los intereses propios no deban ser frustrados y los intereses de los demás sí. A nivel ético llegamos a la siguiente conclusión irrebatible:

(P1) Lógicamente todos afirman: «a priori, mis intereses no deben ser frustrados».
(C) A priori, los intereses no deben ser frustrados. (*) (3) (REGLA DE ORO DE LA ÉTICA)

(*) Se indica «A priori» porque al aceptar el consecuencialismo puede que las circustancias nos obliguen a elegir que ocurra la frustración menos mala.




La tradicional Regla de Oro de la Ética es un fraude intelectual. Es importante que nos demos cuenta que lo que se ha venido a llamar hasta ahora «Regla de Oro de la Ética», el «trata a los demás como quieres que te traten» o «no trates a los demás como no quieres que te traten» es una norma errónea. George Bernard Shaw (1856-1950) denunció dicha norma errónea afirmando «no hagas a los demás lo que deseas para ti; los demás pueden tener gustos diferentes». Tanto si no hacemos a otro lo que no queremos que nos hagan, como si les hacemos lo que queremos que nos hagan, podemos estar yendo contra los intereses de los demás. Por ejemplo, un médico que está en contra de las transfusiones de sangre no quiere que le hagan transfusiones y por lo tanto, según la «Regla de Oro de la Ética», dicha persona tampoco debe hacer transfusiones a los demás. Lo importante es considerar éticamente los intereses de las personas, no lo que nos gusta o disgusta a nosotros personalmente, y esto lo consigue la verdadera Regla de Oro: «a priori, los intereses no deben ser frustrados». Por ejemplo, si el médico no quiere que le hagan transfusiones entonces no se le deben hacer a él, pero él está obligado a hacer tranfusiones a quienes las necesitan y quieren.

No debemos confundir lo universal con lo general. Hay que tener en cuenta que no debemos confundir lo universal con lo general, pues lo universal puede ser algo concreto. Por lo tanto la existencia de excepciones en las prescripciones universales no las rebaten. En 1972 R.M. Hare (1919-2002) publicó un ensayo titulado «El prescriptivismo universal», en el que explica la diferencia entre lo universal y lo general de la siguiente manera: «No hay que confundir la universalidad con la generalidad (Hare, 1972, pág. 1 ss.). El principio que implica un enunciado de «debe» puede ser muy específico, complejo y detallado, quizás demasiado complejo para expresarlo en palabras. No tiene que ser muy general y simple. Por ello, las críticas a la universalizabilidad, según las cuales nos hace esclavos de reglas muy simples, no dan en el blanco. Por poner un ejemplo que causó problemas a Kant: mis principios morales no tienen que ser tan generales como "nunca digas mentiras"; pueden ser más específicos, como "nunca digas mentiras excepto cuando es necesario para salvar una vida inocente, y excepto cuando ..., y excepto cuando ..."(Kant, 1797)».

CONCLUSIÓN (C): La Ética no es posible porque usa la falacia lógica

No podemos llegar a la conclusión de que la Ética no es posible porque el deber se origina en el interés: el deber es parte de la realidad. El debe que se impone de manera individual queda reducido racionalmente a un deber universalizable que es la Regla de Oro de la Ética: a priori, los intereses no deben ser frustrados.



=== DE AQUÍ PARA ABAJO EN CONSTRUCCIÓN ===


Si no podemos evitar que los intereses sean frutrados entonces deberemos causar la frustración que cause un menor mal, siempre teniendo en cuenta las posibles consecuencias en cada caso. Todos los individuos sintientes comienzan a existir por defecto con las mismas necesidades biológicas (respiración, hidratación, nutrición, temperatura adecuada, etc.) y por lo tanto con unos intereses básicos que sirven de punto de referencia a la hora de valorar y priorizar intereses. El interés de seguir viviendo sin sufrimiento es un interés básico que está compuesto por el interés de seguir viviendo y el interés de no sufrir. El interés de seguir viviendo es condición necesaria para poder satisfacer el interés de disfrutar, pues si dicho interés es frustrado entonces la vida termina. El interés de no sufrir hace de contrapeso al interés de disfrutar, es decir, a menor sufrimiento, mayor será posibilidad de satisfacer el interés de disfrutar; siendo imposible que una persona disfrute cuando está padeciendo un gran sufrimiento.

En la teoría, el ideal ético es que los intereses no deben ser frustrados, pero en la práctica se producen continuamente conflictos de intereses[7] y frustración. Si no podemos evitar que se frustren intereses entonces debemos seguir el principio de elección de consecuencias menos malas: lo racional es elegir el mal menor. Siempre que nos veamos obligados a elegir entre dos o más opciones malas también debemos tener en cuenta las posibles consecuencias a nivel general o a largo plazo -lo cual ya depende de estrategias y políticas más o menos acertadas, pues desconocemos las consecuencias que nuestras acciones inmediatas tendrán en el futuro.

Si inevitablemente un interés va a ser frustrado entonces lo racional es que en su lugar sea frustrado otro interés de menor importancia, es decir, debemos producir la menor frustración posible. Por ejemplo, un niño tiene interés en que no le pongan una inyección (interés en no sufrir), pero ello puede ser necesario para anestesiarle y así poderle operar sin que sufra un intenso dolor, por lo tanto, si aplicamos el principio de elección de la opción menos mala entonces debemos elegir ponerle la inyección; haremos algo éticamente incorrecto, pues frustraremos el interés del niño a no ser pinchado con una aguja, pero habremos elegido la opción menos mala, pues operarle sin anestesia y no operarle son opciones más malas respecto de los intereses del niño. Si en lugar de un niño fuera un agente ético entonces éste puede preferir ser operado sin anestesia o no ser operado, siempre que se le informe de las posibles consecuencias deberemos respetar su decisión.

En el caso de que los intereses amenazados sean los de varios individuos entonces deberemos elegir la opción que perjudique al menor número de ellos[8] si consideramos que el valor objetivo de las vidas es equivalente; o elegiremos la opción que perjudique al menor numero de vidas más valiosas en el caso de que consideremos que el valor objetivo de las vidas no es equivalente[9].

Podemos normalizar el principio de elección de consecuencias menos malas como "la menor frustración para el mayor número de personas", considerando que las vidas de las personas sean objetivamente igual de valiosas, lo cual no es lo que defendemos aquí, sino una gradualidad del valor de la vida de las personas, por lo que la normalización del principio de elección de consecuencias menos malas quedaría como "la menor frustración para el mayor número de personas más valiosas", precísamente esas personas valiosas son las que ayudan a reducir la frustración.






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