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ARGUMENTO: “Tener conciencia no es lo que hace que un ser deba ser respetado”

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RESUMEN:¿Qué característica diferencia a las cosas (seres para usar: cortar, golpear, etc.) de las personas (seres para respetar)? ¿qué es el sensocentrismo? ¿qué argumentos usan algunas personas contra el sensocentrismo? Éstas son las principales preguntas a las que aquí se debe responder.

Un rasgo esencial de la Ética es utilizar un criterio que diferencie entre cosas (seres para usar: cortar, golpear, etc.) y personas (seres para respetar). No utilizar dicha diferenciación lleva a afirmar que uno mismo es una cosa usable cuyos intereses no deben ser considerados, lo cual es contradictorio con los propios intereses. Lógicamente, el criterio que diferencia éticamente a las cosas de las personas es «ser sintiente» o lo que es lo mismo «tener una conciencia», pues la capacidad para sentir permite sufrir y disfrutar y por lo tanto tener intereses respecto a dichas experiencias; a usar este criterio se llama sensocentrismo. Para ser coherentes con el sensocentrismo se debe defender y practicar el veganismo. Quien exige a las conciencias una característica o capacidad extra para considerarlas persona viola el Principio de Igual Consideración de Intereses. Estas personas se equivocan al no reconocer que el deber se origina en el interés, sino de una característica éticamente irrelevante a partir de la cual no se deriva lógicamente deber alguno.

Palabras clave: algo-alguien, cosa-persona, conciencia, cosmovisión, sensocentrismo

La Ética impone racionalmente unas normas que limitan la libertad de acción, pues lo que alguien elige hacer o no hacer puede perjudicar a los demás. Por lo tanto, la libertad debe estar limitada por las normas de la Ética, por esta razón debemos rechazar la falacia de la libertad[1].

Un rasgo esencial de la Ética es utilizar un criterio que diferencie entre cosas y personas.Un rasgo esencial de la Ética es la utilización de un criterio mediante el cual poder diferenciar a los seres que pertenecen a la categoría «para usar» (cortar, golpear, etc.) de aquellos otros seres que pertenecen a la categoría «para respetar». Aunque popularmente se usa la palabra «persona» como sinónimo de «humano», y por eso está recogido así en el diccionario, en Ética se usa la palabra «persona» para catalogar a los seres que deben ser respetados; es por ello que en el debate sobre el aborto inducido de embriones humanos se pone en cuestión en qué momento del embarazo los embriones humanos se convierten en personas[2]. A los seres que no son personas se les llama «cosas», y las cosas son para ser usadas. Dependiendo del criterio que se utilice para diferenciar a las personas de las cosas se establece una cosmovisión o «visión del mundo» a partir de la cual se desarrollarán la sociedad, la cultura, la economía, etc. ¿Cuál es el criterio correcto?


Algunas personas dicen que no debemos usar un criterio para diferenciar entre cosas y personas. Si no existiera un criterio éticamente relevante que diferenciara a las personas de las cosas entonces consideraríamos que «todo son cosas», y por lo tanto «todo es utilizable», o que «todo son personas», y por lo tanto «debemos respetar todo». Esta idea iguala todo en base a la característica que todos los seres comparten: la materia[3]. Por ejemplo, según estas personas, una mesa, un perro y un humano serían iguales éticamente: todos serían cosas por ser materia, o todos serían personas por ser materia. Si consideramos que todo son cosas entonces no tiene sentido hablar de Ética, pues todo sería utilizable, incluso quienes afirman esto, con lo cual estas personas entran en una contradicción con sus propios intereses, pues lógicamente no quieren que sus intereses sean ignorados. Esto ocurre porque los seres que tienen una conciencia tienen intereses y el deber se origina en el interés[4]. Si en el Universo no existieran seres con conciencia entonces no existirían intereses y tampoco existiría ningún deber, por lo tanto no existiría la frustración ni ningún conflicto de intereses; en tal Universo la Ética no tendría sentido porque todo serían cosas, y las cosas no imponen ningún deber. Por lo tanto, lógicamente, el criterio que diferencia éticamente a las cosas de las personas es «ser sintiente» o lo que es lo mismo «tener una conciencia», pues la capacidad para sentir permite sufrir y disfrutar y por lo tanto tener intereses respecto a dichas experiencias; a usar este criterio se llama sensocentrismo. Para ser coherentes con el sensocentrismo se debe defender y practicar el veganismo. Por ello tampoco tiene sentido afirmar que «todo son personas», como si cada átomo fuera una conciencia, o que «el sensocentrismo discrimina arbitrariamente a los seres que no tienen una conciencia»,  pues no es cierto que todos los seres tienen una conciencia y por lo tanto no tienen intereses que discriminar. Daniel C. Dennett en su libro «Tipos De Mentes» dice lo siguiente:


Algunas personas dicen que el criterio que diferencia a las personas de las cosas es ser de la especie humana. En la actualidad vivimos en sociedades antropocentristas, es decir, en sociedades en las que, en teoría, el criterio que diferencia a una persona de una cosa es «pertenecer a la especie humana»[2], por esta razón está tan extendida la discriminación especista[5] que hace que socialmente se considere éticamente correcta la existencia de granjas y de mataderos en los que se explota y mata a quienes no son humanos. Con el paso del tiempo las sociedades antropocentristas han ido reconociendo que animales de otras especies no son máquinas, sino que también tienen una conciencia y por lo tanto sienten y tienen intereses, razón por la cual cada vez se han ido teniendo en consideración más intereses no humanos; esto ha ido llenado a las sociedades antropocentristas de contradicciones que se resolverán con la aceptación del sensocentrismo.

Algunas personas dicen que «según el sensocentrismo, sería éticamente correcto matar a quienes están inconscientes». En el debate sobre «intereses, el bien y el mal» ya explicamos que esto no es así, puesto que lógicamente toda persona que tiene interés en seguir viviendo considera que se la hace un mal si se la mata, aunque una vez muerto no pueda sufrir ni quejarse[6].

Algunas dicen que el criterio «tener una conciencia» no es suficiente para que un ser sea catalogado como persona. Estas personas acusan al sensocentrismo de catalogar como personas a más seres de los que se debería. Estas personas argumentan que sólo son personas las conciencias que poseen una/s determinada/s característica/s, y que no todos los humanos las cumplen. Es a dichas personas a quienes vamos a contestar. Por ejemplo, Hugo Tristam Engelhardt (1941-) en su libro «The Foundations of Bioethics» («La Fundación de la Bioética»), publicado en 1991, dice lo siguiente:

«Lo que caracteriza a las personas es su capacidad de ser autoconscientes, racionales e interesadas por el mérito de reprobación y elogio. […] no todos lo seres humanos son personas. No todos los seres humanos son autoconscientes, racionales y capaces de concebir la posibilidad de la reprobación y del elogio. Los fetos, los recién nacidos, los impedidos mentales mentales muy profundos y quienes están en coma sin esperanza [y podríamos agregar los seniles] constituyen ejemplos de no-personas humanas. Son miembros de la especie humana, pero no tienen en sí y por sí mismos un lugar en la comunidad moral laica» [Engelhardt 1991: 126].

Formulamos de forma más clara el argumento que utilizan dichas personas. Las premisas y la conclusión serían las siguientes:

ARGUMENTO DE RECHAZO AL SENSOCENTRISMO:

(P1) Existe un criterio éticamente relevante que diferencia a las personas de las cosas.
(P2) El sensocentrismo considera como a personas a más seres de los que lo son.
(C) El sensocentrismo no es el criterio éticamente correcto.

A continuación vamos a mostrar cómo puede rebatirse este argumento.

PREMISA (P1): Existe un criterio éticamente relevante que diferencia a las personas de las cosas

Es cierto que existe un criterio éticamente relevante que diferencia a las personas de las cosas, y ese criterio no puede ser otro que tener una conciencia, pues el deber se origina del interés y sin una conciencia no hay intereses.

PREMISA (P2): El sensocentrismo considera comos a personas a más seres de los que lo son

El sensocentrismo considera como personas exáctamente a quienes son personas. Quien afirma que tener una conciencia no es un criterio suficiente para que un ser sea considerado persona deberá darnos la razón por la que tener intereses no es una razón suficiente por la que dichos intereses deban ser tenidos en consideración, así como deben tenerse en consideración los suyos. Quien exige a las conciencias una característica o capacidad extra para considerarlas persona viola el Principio de Igual Consideración de Intereses[4]. Estas personas se equivocan al no reconocer que el deber se origina en el interés, sino de una característica éticamente irrelevante a partir de la cual no se deriva lógicamente deber alguno. Por ejemplo, apelan a características irrelevantes como «ser autoconsciente», «ser racional», «ser capaz de concebir la posibilidad de la reprobación y del elogio», etc. Toda conciencia es autoconsciente de sus propias sensaciones e intereses, y toda conciencia es necesariamente racional en cuanto a que reconoce que «lo que es, es» (A=A). En cuanto a «ser capaz de concebir la posibilidad de la reprobación y del elogio» de ello no se origina lógicamente ningún deber.

CONCLUSIÓN (C): El sensocentrismo no es el criterio éticamente correcto

No podemos llegar a la conclusión de que el sensocentrismo no es el criterio éticamente correcto porque el sensocentrismo no discrimina arbitrariamente a nadie ni considera que hay cosas que son personas.






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