PROLEGÓMENO: La finalidad de la presente entrada es responder a la siguiente pregunta: ¿debemos prestar auxilio, de manera individual y social, a quien está siendo agredido por un individuo que no es un agente ético? Palabras clave: acciones, agente moral, complicidad, consecuencias, paciente moral, responsabilidad |
Un paciente moral, o paciente ético, es toda aquella cosa que posee una conciencia en la que puede experimentar sufrimiento y disfrute, y que por lo tanto tiene intereses que pueden ser perjudicados o beneficiados. Todo paciente moral/ético es una persona en un sentido ético, es decir, debe ser tratada con consideración por no ser una mera cosa.
Un agente moral, o agente ético, es toda aquella persona que tiene capacidad para razonar éticamente. Los agentes morales/éticos son éticamente responsables de las consecuencias que sus actos producen sobre otros. Hasta donde conocemos, en un sentido fuerte sólo existen agentes éticos de la especie humana, concretamente aquellos humanos adultos que tienen sus capacidades psíquicas en buen estado. Otras personas pueden no ser consideradas agentes éticos en un sentido fuerte, pero sí serlo en un sentido débil, y por lo tanto serían responsables de sus acciones en un menor grado; esto es así porque no existe una línea que separe claramente al agente moral de quien no lo es.
Algunas personas, sobretodo deontologistas como Tom Regan, dicen que para saber si una acción es éticamente correcta o éticamente incorrecta no sólo es necesario saber si dicha acción perjudica a alguien, sino que debemos saber si quien realiza la acción es un agente ético[1]. Es decir, según estas personas, si la persona que realiza una acción no es un agente ético entonces no hay nada éticamente incorrecto en lo que dicha persona hace.
El «enfoque agencial» de este argumento parece olvidarse de los agentes morales que están presentes en el curso de la acción, dando a entender que si estos «no hacen nada» entonces no están participando en lo que sucede. Esta idea ya fue rebatida, pues tanto por acción como por omisión(1) somos responsables de las consecuencias que nuestras elecciones tienen sobre la vida de los demás[2]. Por lo tanto al «no hacer nada» también estamos siendo responsables, en mayor o menor medida, de permitir lo que un agente no ético le hace a otra persona. Por ejemplo, si sabemos que se está cometiendo un abuso sobre una persona y no lo denunciamos entonces seríamos cómplices de ello. Aún así, el presente argumento se puede seguir rebatiendo de otras maneras, pero antes vamos a resumirlo esquemáticamente:
A este planteamiento le añaden una excepción de tipo contractual cuando dicen que quienes no son agentes éticos pueden tener un tutor, y en tal caso el tutor es responsable de la vida y de las consecuencias de las acciones de quien está bajo su tutela (igual que existen diversos grados de responsabilidad, también existen diversos grados de tutela); y consideran que la tutela se crea cuando alguien decide libremente causar o intervenir en la vida de otra persona. Al defender la responsabilidad de la tutela como un deber ético, estas personas se contradicen cuando afirman que «el principio moral de responsabilidad es un principio básico de la ética racional, y que está basado a su vez en el principio lógico de continuidad y en la ley de causalidad, por lo que ningún agente ético puede ser responsable de un hecho en el que no haya estado directamente implicado».
Un ejemplo para ilustrar la excepción de la tutela es imaginar a varios niños que están frustrando el interés de no sufrir de otro niño. En tal caso, dichas personas asumen que no existe ningún menor que no esté tutelado, pues dicen que todo menor ha sido parido por un agente ético(1). Por lo tanto, según estas personas, sólo los tutores de los niños son quienes tienen el deber de intervenir para impedir la agresión. Las demás personas pueden observar tranquilamente la agresión aunque tengan la posibilidad de impedirla fácilmente. Por eso el presente argumento generalmente va unido al argumento que defiende que la omisión de auxilio es éticamente correcta[2].
Para llegar al presente argumento, estas personas dicen que un derecho moral está compuesto por dos elementos: el intereses de un individuo sintiente y el reconocimiento que los agentes morales hacen de dicho interés legítimo[3]. Autores relevantes que defienden este planteamiento son Tom Regan, etc. Según Regan, sólamente los agentes éticos son capaces de violar los derechos de otros, por lo tanto no existiría violación de derecho alguno cuando un animal no humano agrede a otra persona, humana o no humana[4]. Por lo tanto, según esta teoría sobre derechos morales, tenemos derechos morales cuando nos amenaza un agente ético, pero los dejamos de tener cuando nos amenaza quien no es un agente ético, así como también dejaríamos de tener derechos morales cuando padecemos una enfermedad. Según este planteamiento, los derechos morales vendrían a ser algo "de quita y pon".
Formulamos de forma más clara el argumento que utilizan dichas personas. Las premisas y la conclusión serían las siguientes:
RESPUESTA VEGANA:
Este argumento puede rebatirse de las siguientes maneras:
Este argumento ha sido rechazado por Sapontzis, Fink y Óscar Horta, entre otros.
(i) La propia definición que dan de derecho moral implica que los agentes éticos deben reconocer los intereses básicos de los demás y, por lo tanto sus derechos. Según la propia definición de derecho moral que hacen estas personas:
Derecho moral = Interés básico + reconocimiento por parte de agente ético.
Los agentes éticos reconocen que los demás también tienen intereses y en ese reconocimiento reconocen sus derechos. Cuando este enfoque es aplicado coherentemente, todo individuo con intereses tiene derecho moral, pues existen agentes éticos que reconocen dichos intereses como legítimos. Por lo tanto, antes de intentar rebatir el argumento llegamos a la conclusión de que el propio argumento no es coherente consigo mismo.
(ii) Para quien tiene un derecho moral es indiferente que el agresor sea o no sea un agente ético. Las acciones éticamente incorrectas, por ejemplo aquellas que frustran el interés de seguir viviendo, son éticamente incorrectas antes de que sepamos si el agresor es o no es un agente ético, pues lo importante son los intereses de los individuos, no el nivel de conciencia ética del agresor. El interés de que un agente ético no frustre nuestros intereses no existe, lo que existe es el interés de que no se frustren nuestros intereses.
El hecho de que alguien sea o no sea un agente moral tiene importancia para juzgar su carácter y su responsabilidad, pero no para evaluar moralmente sus acciones. Así lo explica Steve F. Sapontzis:
(iii) Viola el principio de igual consideración de intereses. El principio de igual consideración de intereses consiste en otorgar el mismo peso a intereses iguales. Quienes defienden que una agresión es éticamente correcta o incorrecta dependiendo del tipo de agresor, están discriminando a las víctimas de este tipo de agresores, por lo tanto están violando dicho principio[5].
(iv) Defender que sólo debemos tener en consideración ética las acciones de agentes éticos entra en contradicción con las ideas de valor inherente y de derecho moral. Algunas personas, entre ellas los deontologistas, suelen decir que las personas tienen por sí mismas un valor inherente o intrínseco, es decir, que las vidas de las personas tienen valor por sí mismas independientemente del valor que otros quieran darlas, lo cual las dota de derechos morales. La defensa de los derechos morales entra en contradicción con la idea de que sólo debemos tener en consideración ética las acciones de los agentes éticos, ya que al hacer esto el derecho moral le vendría dado a las personas por los agentes éticos en lugar de por su propio valor inherente o intrínseco.
Por ejemplo, en el caso de Tom Regan, la defensa del presente argumento entra en contradicción con su idea de que todas las personas son sujetos-de-una-vida que tienen un valor inherente y derechos morales, razón por la cual merecen ser tratadas respetuosamente y a recibir asistencia cuando así lo necesiten, incluso cuando son víctimas de injusticias de otros:
Un agente moral, o agente ético, es toda aquella persona que tiene capacidad para razonar éticamente. Los agentes morales/éticos son éticamente responsables de las consecuencias que sus actos producen sobre otros. Hasta donde conocemos, en un sentido fuerte sólo existen agentes éticos de la especie humana, concretamente aquellos humanos adultos que tienen sus capacidades psíquicas en buen estado. Otras personas pueden no ser consideradas agentes éticos en un sentido fuerte, pero sí serlo en un sentido débil, y por lo tanto serían responsables de sus acciones en un menor grado; esto es así porque no existe una línea que separe claramente al agente moral de quien no lo es.
Algunas personas, sobretodo deontologistas como Tom Regan, dicen que para saber si una acción es éticamente correcta o éticamente incorrecta no sólo es necesario saber si dicha acción perjudica a alguien, sino que debemos saber si quien realiza la acción es un agente ético[1]. Es decir, según estas personas, si la persona que realiza una acción no es un agente ético entonces no hay nada éticamente incorrecto en lo que dicha persona hace.
El «enfoque agencial» de este argumento parece olvidarse de los agentes morales que están presentes en el curso de la acción, dando a entender que si estos «no hacen nada» entonces no están participando en lo que sucede. Esta idea ya fue rebatida, pues tanto por acción como por omisión(1) somos responsables de las consecuencias que nuestras elecciones tienen sobre la vida de los demás[2]. Por lo tanto al «no hacer nada» también estamos siendo responsables, en mayor o menor medida, de permitir lo que un agente no ético le hace a otra persona. Por ejemplo, si sabemos que se está cometiendo un abuso sobre una persona y no lo denunciamos entonces seríamos cómplices de ello. Aún así, el presente argumento se puede seguir rebatiendo de otras maneras, pero antes vamos a resumirlo esquemáticamente:
Agresor | Víctima | Es una acción | Ejemplos |
Agente ético | Agente ético | Rechazable | Un hombre agrede a una mujer; Una mujer agrede a un hombre. |
Agente ético | No es agente ético | Rechazable | Una mujer agrede a un niño; Un hombre agrede a un cerdo. |
No es agente ético | Agente ético | Aceptable | Un perro agrede a una mujer; Un león agrede a un hombre. |
No es agente ético | No es agente ético | Aceptable | Un perro agrede a un gato; Un león agrede a una cebra; Un niño agrede a un hamster; Un niño agrede a otro niño. |
A este planteamiento le añaden una excepción de tipo contractual cuando dicen que quienes no son agentes éticos pueden tener un tutor, y en tal caso el tutor es responsable de la vida y de las consecuencias de las acciones de quien está bajo su tutela (igual que existen diversos grados de responsabilidad, también existen diversos grados de tutela); y consideran que la tutela se crea cuando alguien decide libremente causar o intervenir en la vida de otra persona. Al defender la responsabilidad de la tutela como un deber ético, estas personas se contradicen cuando afirman que «el principio moral de responsabilidad es un principio básico de la ética racional, y que está basado a su vez en el principio lógico de continuidad y en la ley de causalidad, por lo que ningún agente ético puede ser responsable de un hecho en el que no haya estado directamente implicado».

Para llegar al presente argumento, estas personas dicen que un derecho moral está compuesto por dos elementos: el intereses de un individuo sintiente y el reconocimiento que los agentes morales hacen de dicho interés legítimo[3]. Autores relevantes que defienden este planteamiento son Tom Regan, etc. Según Regan, sólamente los agentes éticos son capaces de violar los derechos de otros, por lo tanto no existiría violación de derecho alguno cuando un animal no humano agrede a otra persona, humana o no humana[4]. Por lo tanto, según esta teoría sobre derechos morales, tenemos derechos morales cuando nos amenaza un agente ético, pero los dejamos de tener cuando nos amenaza quien no es un agente ético, así como también dejaríamos de tener derechos morales cuando padecemos una enfermedad. Según este planteamiento, los derechos morales vendrían a ser algo "de quita y pon".
Formulamos de forma más clara el argumento que utilizan dichas personas. Las premisas y la conclusión serían las siguientes:
ESTRUCTURA DEL ARGUMENTO: P1: "Quienes son agentes éticos pueden realizar acciones éticamente incorrectas." P2: "Quienes no son agentes éticos no pueden realizar acciones éticamente incorrectas." C1: Como P1 y P2 son verdaderas entonces "Los agentes éticos sólo son responsables de sus propias acciones, no de las acciones que permiten que otros cometan." |
RESPUESTA VEGANA:
Este argumento puede rebatirse de las siguientes maneras:
Este argumento ha sido rechazado por Sapontzis, Fink y Óscar Horta, entre otros.
(i) La propia definición que dan de derecho moral implica que los agentes éticos deben reconocer los intereses básicos de los demás y, por lo tanto sus derechos. Según la propia definición de derecho moral que hacen estas personas:
Derecho moral = Interés básico + reconocimiento por parte de agente ético.
Los agentes éticos reconocen que los demás también tienen intereses y en ese reconocimiento reconocen sus derechos. Cuando este enfoque es aplicado coherentemente, todo individuo con intereses tiene derecho moral, pues existen agentes éticos que reconocen dichos intereses como legítimos. Por lo tanto, antes de intentar rebatir el argumento llegamos a la conclusión de que el propio argumento no es coherente consigo mismo.
(ii) Para quien tiene un derecho moral es indiferente que el agresor sea o no sea un agente ético. Las acciones éticamente incorrectas, por ejemplo aquellas que frustran el interés de seguir viviendo, son éticamente incorrectas antes de que sepamos si el agresor es o no es un agente ético, pues lo importante son los intereses de los individuos, no el nivel de conciencia ética del agresor. El interés de que un agente ético no frustre nuestros intereses no existe, lo que existe es el interés de que no se frustren nuestros intereses.
"... lo que importa de verdad es lo que le sucede a la víctima y no tanto quien comete el acto indebido. La muerte de una gacela tras una dolorosa tortura es tan mala para ella si la tortura se la inflinge un tigre como si se la practica un ser humano". (Arteta, Aurelio, Mal consentido. La complicidad del espectador indiferente, Madrid: Alianza Editorial, 2010, pp. 23-24)
El hecho de que alguien sea o no sea un agente moral tiene importancia para juzgar su carácter y su responsabilidad, pero no para evaluar moralmente sus acciones. Así lo explica Steve F. Sapontzis:
"El niño quizás sea demasiado joven para reconocer y responder a obligaciones morales humanas. De todas formas, mientras esto puede influir nuestra evaluación de su carácter y la responsabilidad por sus acciones, no nos lleva a concluir que no hay nada malo en el suplicio que produce al gato. Por citar otro ejemplo, si determinamos que alguien es un delincuente psicótico, es decir, incapaz de distinguir lo correcto de lo erróneo, esto afecta a nuestra evaluación de su responsabilidad por sus acciones y si merece castigo por ellas. Sin embargo, no nos lleva a concluir que no había nada malo en esas acciones". Steve F. Sapontzis, "Predation", Ethics and Animals, 5 (2), 1984, 27-38, p.28.
(iii) Viola el principio de igual consideración de intereses. El principio de igual consideración de intereses consiste en otorgar el mismo peso a intereses iguales. Quienes defienden que una agresión es éticamente correcta o incorrecta dependiendo del tipo de agresor, están discriminando a las víctimas de este tipo de agresores, por lo tanto están violando dicho principio[5].
(iv) Defender que sólo debemos tener en consideración ética las acciones de agentes éticos entra en contradicción con las ideas de valor inherente y de derecho moral. Algunas personas, entre ellas los deontologistas, suelen decir que las personas tienen por sí mismas un valor inherente o intrínseco, es decir, que las vidas de las personas tienen valor por sí mismas independientemente del valor que otros quieran darlas, lo cual las dota de derechos morales. La defensa de los derechos morales entra en contradicción con la idea de que sólo debemos tener en consideración ética las acciones de los agentes éticos, ya que al hacer esto el derecho moral le vendría dado a las personas por los agentes éticos en lugar de por su propio valor inherente o intrínseco.
Por ejemplo, en el caso de Tom Regan, la defensa del presente argumento entra en contradicción con su idea de que todas las personas son sujetos-de-una-vida que tienen un valor inherente y derechos morales, razón por la cual merecen ser tratadas respetuosamente y a recibir asistencia cuando así lo necesiten, incluso cuando son víctimas de injusticias de otros:
“The respect principle, as a principle of justice, requires more than that we not harm some so that optimific results may be produced for all affected by the outcome; it also imposes the prima facie duty to assist those who are the victims of injustice at the hands of others... Justice, that is, not only imposes duties of nonharm; it also imposes duties of assistance, understood as the duty to aid those who suffer from injustice. All individuals who have inherent value are to be given their due, and sometimes what they are due is our assistance” (Regan, Tom, The Case for Animal Rights, Berkeley: University of California Press, 1983, p. 249)
CONCLUSIÓN: Las acciones éticamente incorrectas, como frustrar el interés de seguir viviendo sin sufrimiento, lo son independientemente de que el agresor sea o no sea un agente ético, pues lo importante son los intereses básicos de los individuos, no el nivel de conciencia ética del agresor. El interés de que un agente ético no frustre nuestros intereses no existe, lo que existe es el interés de que no se frustren nuestros intereses. El principio de igual consideración de intereses consiste en considerar los intereses de todos los individuos, por eso quienes defienden que las agresiones sólo son éticamente incorrectas cuando las sufren un determinado tipo de personas están discriminando arbitrariamente y, por lo tanto, violan este principio. |