PROLEGÓMENO: En la presente entrada hablaremos sobre la cosmovisión ecocentrista, la cual tiene como consecuencia coherente un ecologismo puro. Responderemos a las siguientes preguntas: ¿qué es el ecocentrismo? ¿qué es el ecologismo? ¿debemos dar prioridad a los ecosistemas y a las especies sobre los intereses fundamentales de los individuos? Palabras clave: ecocentrismo, ecologismo, holismo |
Antes que comenzar a explicar el presente argumento, vamos a aclarar una confusión frecuente. Sabemos que el sensocentrismo es la idea que defiende que todos los seres sintientes deben ser respetados. El sensocentrismo nos lleva, por coherencia, a la práctica del veganismo. Algunas personas creen erróneamente que defender a los animales es ecologismo, así lo explica Óscar Horta en su artículo "Tomándonos en serio la consideración moral de los a nimales: más allá del especismo y el ecologismo":
Una vez aclarado esto, explicamos el argumento. Aquí vamos a tratar los posicionamientos ecologistas de tipo holista (ecocentrismo), pues los posicionamientos de defensa de la vida (biocentrismo) los tratamos en otra entrada[1]. El ecocentrismo es la idea que defiende que todas las especies y ecosistemas deben ser conservados, dándoles prioridad sobre el respeto a la vida de los seres sintientes. El ecocentrismo nos lleva, por coherencia, a la práctica del ecologismo, en su sentido más puro.
Actualmente, muchas de las personas que se hacen llamar “ecologistas” realmente no lo son, pues tanto en la teoría como en la práctica dan preferencia a los intereses humanos sobre la conservación de las especies y de los ecosistemas, es decir, su práctica del “ecologismo” parte del antropocentrismo, no del ecocentrismo.
Uno de los pocos representantes del ecocentrismo es Pentti Linkola, fundador de la fundación ecologista Finnish Nature Heritage Foundation. Linkola mantiene una posición consistente centrada en principios ambientalistas, sin subordinarla a planteamientos antropocéntricos como hace el "ecologismo" predominante hoy en día(1). Por lo tanto, Linkola da prioridad a la conservación de los ecosistemas y de las especies sobre el respeto a los individuos, independientemente de que estos individuos sean de la especie humana o de otras especies.
Según Linkola, el crecimiento poblacional de la especie humana es la mayor amenaza para los ecosistemas y especies en la Tierra. Para mantener el planeta con vida defiende la reducción de la población humana -u homo destructivus, como él los llama-, incluso de manera violenta, hasta que las cifras de población globales estén al mínimo. La metáfora que emplea es la siguiente:
En mayo de 1994, un artículo de Linkola publicado por el The Wall Street Journal Europe recibió una montaña de correo de lectores indignados. En una de esas cartas se leía: "Aquellos que abogan sinceramente por la despoblación deberían dar ejemplo y comenzar esta despoblación por ellos mismos". La respuesta de Linkola fue: "Me sacrificaría a mí mismo sin dudarlo si mi muerte conllevase la eliminación de millones de personas".
Formulamos de forma más clara el argumento que utilizan dichas personas. Las premisas y la conclusión serían las siguientes:
RESPUESTA VEGANA:
El presente argumento puede rebatirse de las siguientes maneras:
(i) Los ecosistemas y las especies no tienen intereses, por lo tanto, no tienen un valor intrínseco. Una cosa tiene valor intrínseco cuando se puede valorar a sí misma. Para que una cosa se pueda valorar a sí misma necesita tener un interés en ello. Sólo tienen intereses los individuos con capacidad para sufrir y disfrutar, para lo cual es necesario un sistema nervioso central (cerebro). Por lo tanto, sólo los individuos con capacidad para sufrir y disfrutar tienen valor intrínseco, pues tienen intereses.
Un ecosistema es un conjunto de especies relacionadas y una especie es un conjunto de individuos con características similares. Dichos individuos interaccionan con los de su misma especie y con los individuos de otras especies. Ni los ecosistemas ni las especies tienen intereses, pues son abstracciones o conceptos, son conjuntos, por lo tanto, ambos carecen de valor intrínseco.
Si un "ecosistema" y una "especie" tienen algún valor es porque contienen individuos con valor intrínseco, es por esta razón por la que los ecosistemas y las especies están subordinadas a los intereses de dichos individuos, y no al revés. Ésta es la razón por la que el ecocentrismo es un sinsentido.
(ii) No hay nada éticamente incorrecto en el suicidio no coaccionado, pero sí lo hay en frustrar los intereses básicos de los demás. Alguien que no está coaccionado por otros ni por circunstancias evitables puede tener el interés de suicidarse, en tal caso no hay nada éticamente incorrecto en que lo haga[2], mientras ello no frustre los intereses básicos de otros[3].
(iii) El equilibro en la naturaleza no existe. Linkola y otros ecologistas hablan de "la armonía que existe en la naturaleza", de "un equilibrio que subyace en todo", pero la realidad es que el "equilibrio de la naturaleza" es un mito religioso, no existe porque no existe la naturaleza sino seres vivos[4]. A veces usan esta premisa falsa como razón que justifica el asesinato de muchos para salvar a todos pues, según esta premisa, un "desequilibrio de la naturaleza" sería desastroso. El siguiente punto deriva de asumir esta premisa falsa por los ecocentristas.
(iv) La población mundial debe reducirse sin utilizar la violencia. Es cierto que la superpoblación supone un peligro para los animales sintientes pero, por esta misma razón, para que dichos animales sintientes no seamos perjudicados, debemos promover la reducción de la población de manera pacífica, concienciando y después usando la democracia para convertir en leyes esa concienciación.
“Hemos visto las razones por las cuales hemos de considerar moralmente de modo pleno a todos los animales sintientes. Lo novedoso de esta posición hace que mucha gente, no familiarizada con los argumentos arriba presentados, pueda entender que esta es una posición de carácter ecologista, o semejante a esta. Ésta es, sin embargo, una CONFUSIÓN MAYÚSCULA. Como veremos, ambas posturas se encuentran en polos opuestos en lo que toca tanto a los principios en los que se basan como a las consecuencias que prescriben. Mientras los críticos del especismo se centran en la capacidad de sufrir y disfrutar, los éticos medioambientales dan valor intrínseco bien a las especies o a los ecosistemas en conjunto, como sucede en el caso de las posiciones denominadas “holistas” –como ha sostenido Callicott (1989)–, bien a todos los seres vivos, como ocurre con las posiciones denominadas “biocentristas” –que han defendido teóricos como Goodpaster (1978) o Taylor (1986)–.[…]” Óscar Horta, “Tomándonos en serio la consideración moral de los a nimales: más allá del especismo y el ecologismo”
Una vez aclarado esto, explicamos el argumento. Aquí vamos a tratar los posicionamientos ecologistas de tipo holista (ecocentrismo), pues los posicionamientos de defensa de la vida (biocentrismo) los tratamos en otra entrada[1]. El ecocentrismo es la idea que defiende que todas las especies y ecosistemas deben ser conservados, dándoles prioridad sobre el respeto a la vida de los seres sintientes. El ecocentrismo nos lleva, por coherencia, a la práctica del ecologismo, en su sentido más puro.
Actualmente, muchas de las personas que se hacen llamar “ecologistas” realmente no lo son, pues tanto en la teoría como en la práctica dan preferencia a los intereses humanos sobre la conservación de las especies y de los ecosistemas, es decir, su práctica del “ecologismo” parte del antropocentrismo, no del ecocentrismo.

Según Linkola, el crecimiento poblacional de la especie humana es la mayor amenaza para los ecosistemas y especies en la Tierra. Para mantener el planeta con vida defiende la reducción de la población humana -u homo destructivus, como él los llama-, incluso de manera violenta, hasta que las cifras de población globales estén al mínimo. La metáfora que emplea es la siguiente:
"¿Qué se puede hacer cuando un barco que transporta cien pasajeros naufraga y sólo hay disponible un bote salvavidas con capacidad para diez personas? Cuando el bote esté completo, aquellos que odian la vida intentarán cargarlo con más personas y acabarán hundiéndolo. Aquellos que aman la vida tomarán un hacha del barco y cortarán las manos de aquellos que se aferran a los costados del bote". Pentti Linkola
En mayo de 1994, un artículo de Linkola publicado por el The Wall Street Journal Europe recibió una montaña de correo de lectores indignados. En una de esas cartas se leía: "Aquellos que abogan sinceramente por la despoblación deberían dar ejemplo y comenzar esta despoblación por ellos mismos". La respuesta de Linkola fue: "Me sacrificaría a mí mismo sin dudarlo si mi muerte conllevase la eliminación de millones de personas".
Formulamos de forma más clara el argumento que utilizan dichas personas. Las premisas y la conclusión serían las siguientes:
ESTRUCTURA DEL ARGUMENTO: P1: "Debemos respetar los ecosistemas y las especies, no a los individuos". C1: Como P1 es verdadera entonces "Es éticamente correcto matar a individuos para salvar ecosistemas y especies". |
RESPUESTA VEGANA:
El presente argumento puede rebatirse de las siguientes maneras:
(i) Los ecosistemas y las especies no tienen intereses, por lo tanto, no tienen un valor intrínseco. Una cosa tiene valor intrínseco cuando se puede valorar a sí misma. Para que una cosa se pueda valorar a sí misma necesita tener un interés en ello. Sólo tienen intereses los individuos con capacidad para sufrir y disfrutar, para lo cual es necesario un sistema nervioso central (cerebro). Por lo tanto, sólo los individuos con capacidad para sufrir y disfrutar tienen valor intrínseco, pues tienen intereses.
Un ecosistema es un conjunto de especies relacionadas y una especie es un conjunto de individuos con características similares. Dichos individuos interaccionan con los de su misma especie y con los individuos de otras especies. Ni los ecosistemas ni las especies tienen intereses, pues son abstracciones o conceptos, son conjuntos, por lo tanto, ambos carecen de valor intrínseco.
Si un "ecosistema" y una "especie" tienen algún valor es porque contienen individuos con valor intrínseco, es por esta razón por la que los ecosistemas y las especies están subordinadas a los intereses de dichos individuos, y no al revés. Ésta es la razón por la que el ecocentrismo es un sinsentido.
(ii) No hay nada éticamente incorrecto en el suicidio no coaccionado, pero sí lo hay en frustrar los intereses básicos de los demás. Alguien que no está coaccionado por otros ni por circunstancias evitables puede tener el interés de suicidarse, en tal caso no hay nada éticamente incorrecto en que lo haga[2], mientras ello no frustre los intereses básicos de otros[3].
(iii) El equilibro en la naturaleza no existe. Linkola y otros ecologistas hablan de "la armonía que existe en la naturaleza", de "un equilibrio que subyace en todo", pero la realidad es que el "equilibrio de la naturaleza" es un mito religioso, no existe porque no existe la naturaleza sino seres vivos[4]. A veces usan esta premisa falsa como razón que justifica el asesinato de muchos para salvar a todos pues, según esta premisa, un "desequilibrio de la naturaleza" sería desastroso. El siguiente punto deriva de asumir esta premisa falsa por los ecocentristas.
(iv) La población mundial debe reducirse sin utilizar la violencia. Es cierto que la superpoblación supone un peligro para los animales sintientes pero, por esta misma razón, para que dichos animales sintientes no seamos perjudicados, debemos promover la reducción de la población de manera pacífica, concienciando y después usando la democracia para convertir en leyes esa concienciación.
CONCLUSIÓN: Los ecosistemas y las especies no tienen intereses, por lo tanto, no tienen un valor intrínseco. Si un "ecosistema" y una "especie" tienen algún valor es porque contienen individuos con valor intrínseco, es por esta razón por la que los ecosistemas y las especies están subordinadas a los intereses de dichos individuos, y no al revés. Ésta es la razón por la que el ecocentrismo es un sinsentido. Además, el ecocentrismo suele basarse en el mito del "equilibrio de la naturaleza". |