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Argumento: "El veganismo destruye puestos de trabajo y en algunos lugares amenaza la supervivencia"

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PROLEGÓMENO: En esta entrada se debate sobre las consecuencias económicas que tiene el veganismo. Responderemos a las siguientes preguntas: ¿qué impacto económico tiene el veganismo? ¿el aumento del veganismo aumenta el paro?

Palabras clave: economía, explotación laboral, paro, sindicatos, trabajo

Es importante que las personas que se preocupan por las consecuencias económicas del veganismo acepten que el especismo es una discriminación arbitraria[1], pues si no existiera el especismo entonces no habría nada éticamente incorrecto en utilizar y matar animales no humanos para beneficiarse económicamente.

El aumento progresivo del número de veganos supone un cambio progresivo en el tipo de consumo de una sociedad, de tal manera que se sustituye progresivamente el consumo de productos de origen animal por el consumo de productos que no son de origen animal.

Algunas personas dicen que no deberíamos ser veganos porque si progresivamente todas las personas se hacen veganas entonces progresivamente desaparecerían todos los trabajos basados en la esclavitud y el asesinato de animales no humanos, produciendo la ruina de empresarios y la destrucción de puestos de trabajo. Como supuestamente dichos empresarios y dichos trabajadores no saben hacer negocios ni trabajar en otros sectores, entonces no podrían hacer nuevos negocios o estarían siempre sin trabajo, peligrando su supervivencia.

Otras personas dicen que si los humanos aumentan la cantidad de vegetales que se consumen entonces aumentará la explotación laboral de los agricultores, pero no explican cómo esto es posible. Lo cierto es que la cantidad de consumo y la explotación laboral son dos temas distintos: un aumento en el consumo de un producto no tiene porqué implicar un empeoramiento de las condiciones de trabajo, pues pueden contratarse más personas. Unas condiciones de trabajo justas no se consiguen consumiendo productos de origen animal sino mediante la fuerza de sindicatos y/o de un gobierno socialista, por lo tanto, el debate sobre las condiciones de trabajo es un debate diferente al que aquí estamos planteando.

Formulamos de forma más clara el argumento que utilizan dichas personas. Las premisas y la conclusión serían las siguientes:

ESTRUCTURA DEL ARGUMENTO:

P1: "El especismo es una discriminación arbitraria."
P2: "Podemos respetar a los demás animales siendo veganos."
P3: "Existen personas que hacen negocios o trabajan en la explotación animal."
P4: "El veganismo perjudica económicamente a las personas que se benefician con la explotación animal."
C1: Como P4 es verdadera entonces "La personas sin negocio y sin trabajo no podrán sobrevivir."
C2: Como C1 es verdadera entonces "No debemos ser veganos."


RESPUESTA VEGANA:

Este argumento puede rebatirse de las siguientes maneras:

(i) Generalmente, quedarse sin negocio o sin trabajo no es equivalente a no poder sobrevivir. Excepto en algunos lugares inóspitos en los que por supervivencia[2] dependen de la explotación animal, lo habitual para quienes pierden su negocio o su trabajo es encontrar otra manera de invertir su dinero o encontrar otro puesto de trabajo. En los lugares inóspitos hay pocos veganos o ninguno, y para solucionar lo que en ellos ocurre es necesario que quienes no viven en dichos lugares hagan lo que deben hacer.


(ii) El cambio de manos de los negocios siempre ha existido. Cuando una nueva tendencia de consumo o un nuevo producto aparece en el mercado con la intención de sustituir a otro, el producto antiguo va perdiendo mercado y al final desaparece. Entonces el nuevo negocio basado en el nuevo producto sustituye al antiguo negocio basado en el producto antiguo, y unos nuevos puestos de trabajo sustituyen a los antiguos (por ejemplo, más fruteros y menos carniceros), hay que elegir: o el antiguo negocio evoluciona o pasará a otras manos. A continuación vamos a poner unos ejemplos sobre cómo unos negocios son sustituidos por otros:

- Los frigoríficos eléctricos. En el siglo XIX la mayoría de las neveras enfriaban mediante un sistema de barras de hielo que se alojaba en su interior. Existían comercios que se dedicaban a vender hielo. Cada poco tiempo, las personas tenían trasportar pesadas barras de hielo hasta sus casas si querían mantener frescos sus alimentos. Uno de los pioneros del refrigerador fue Charles Tellier, que en 1867 inventó un dispositivo destinado a fabricar hielo. Entre 1868 y 1869 se centró en el análisis del frío industrial y sus aplicaciones. Pronto se dedicó a la fabricación de aparatos frigoríficos para la conservación de los alimentos. Introdujo el éter dimetílico y la trimetilamina en la industria, y en 1876 consiguió construir el primer frigorífico plenamente funcional. Entonces el negocio de las neveras eléctricas poco a poco acabó con el negocio de las barras de hielo, dejando sin trabajo a los vendedores de hielo.

- El ecologismo. Aquí dejamos un extracto de una entrevista[3] a David M. Rivas en el que habla sobre el impacto de los nuevos paradigmas económicos, debidos al ecologismo, en el mercado laboral. Muestra una analogía con el impacto que los nuevos paradigmas éticos pueden tener en el mismo:

Pregunta: Pero también hay un gran negocio en el sector ambiental.

Respuesta: Efectivamente. Pero, ¡qué cosa más curiosa!: en un mundo capitalista en el que la avaricia es virtud se ve muy mal que haya gente que gane dinero regenerando el medio ambiente o protegiendo la naturaleza. Yo prefiero que mis alumnos de administración de empresas ganen dinero reforestando una sierra o criando ganado en forma extensiva(1) que hormigonando playas. También es verdad que incluso están haciendo negocio las mismas empresas que contaminaron previamente(2). Por ejemplo, muchas empresas químicas se pasaron al sector ambiental y tienen grandes beneficios. Es más, algunas trabajan en tecnologías limpias en nuestros países mientras siguen usando tecnologías muy sucias en el mundo subdesarrollado. Pero esas son las contradicciones y las perversiones del sistema económico, no del ambientalismo.

Pregunta: Y la crisis afectará también a esos sectores.

Respuesta: Las empresas de producción ecológicamente sostenible, como las de agricultura ecológica o las de turismo ambientalmente responsable, no sufren prácticamente la crisis, sino que están incrementando su peso en el mercado. A lo que sí afecta muncho la crisis es a la política ambiental en general y a la conciencia de la gente. Hace dos o tres años, en plena euforia económica, todo el mundo estaba preocupado por el medio ambiente, exigiendo que se dejase de edificar tanto, sobre todo en la costa. Ahora todo el mundo pide que vuelva la actividad, a cualquier precio e independientemente de lo que destruya. Cuando vienen mal dadas tendemos a sacrificar el medio ambiente en beneficio de una mayor renta. Es fácil caer en el engaño de que la opción es “o árboles y pajaritos o puestos de trabajo”.

Pregunta: Las restricciones ambientales pueden generar paro. Si una empresa cierra porque se ve obligada por una ley ambiental los obreros se quedan sin trabajo.

Respuesta: En la Unión Europea se crean casi tres puestos de trabajo gracias a la política ambiental(3) por cada algo menos de uno destruido por restricciones ambientales. Es verdad que si una empresa cierra no van a generarse nuevos puestos de trabajo al día siguiente. Cuando la Unión Europea erradique el PVC, que lo hará, los trabajadores de esas fábricas no van a convertirse en guardias forestales en dos días, eso es evidente. Pero este problema no es una particularidad de la política ambiental. Lo que hay que hacer es buscar paliativos temporales. Cuando las minas o los astilleros cerraron por razones comerciales se articularon políticas sociales para paliar los efectos negativos, por no hablar del PER del campo andaluz, que usted conocerá bien. ¿Por qué los motivos ambientales no han de ser tratados de igual forma? Si una empresa cierra porque está envenenando a la ciudadanía, ¿por qué no se recurre a la política social y laboral? ¿Por qué a la política ambiental se le exige lo que no se exige a las políticas comercial o monetaria?

(iii) Un mundo vegano no va a llegar de repente, sino de forma gradual. Cuando llegue el día en el que se apruebe democráticamente la abolición de la explotación animal, la demanda y venta de productos animales ya será minoritaria. La progresiva disminución del consumo de productos de origen animal será consecuencia del incremento de consumo de productos de origen vegetal. Quienes tienen más facilidades para alimentarse sanamente de forma 100% vegetariana son quienes por lógica deberían hacerlo primero para que ese cambio gradual se produzca. Quienes tienen más dificultades para alimentarse sanamente de forma 100% vegetariana son quienes por lógica más lentamente cambiarán por sí solos. Paises veganos podrían promover la alimentación 100% vegetariana y los valores veganos entre quienes dependen de la explotación animal para su superviviencia, ayudándoles económicamente o mediante las infraestructuras adecuadas para que puedan cambiar hacia el veganismo.


Inuit (esquimal) en la caja registradora de un supermercado
en Qaanaaq, al noroeste de Groenlandia. (Link)


(iv) El veganismo produciría un cambio cultural y económico para acabar con el sufrimiento. La consideración de los animales no humanos llevado a sus últimas consecuencias implica un cambio profundo del sistema cultural y económico, quedando estos al servicio del fin del sufrimiento. Así lo expresa Cármen Gutierrez Casas en su trabajo "El movimiento animalista: análisis desde los nuevos movimientos sociales"[4]:

"El Movimiento por los Derechos de los Animales entona perfectamente dentro del contexto de los Nuevos Movimientos Sociales que, desde los años 60 y hasta hoy, han sido el modelo más paradigmático de participación ciudadana alternativo. Sus medios, su lenguaje, sus recursos y su contenido son los propios de una nueva ¿ideología?, desde una postura más o menos respetuosa con la cultura moderna, trata de imponerse mediante la educación de la sociedad.

Cabe preguntarse hasta qué punto (hoy por hoy) podría llevarse a cabo esta intención sin alterar profundamente las bases de nuestra sociedad y el sistema que la sustenta. En este punto, el movimiento por los derechos de los animales difiere de otros en un aspecto técnicamente equiparable, pero revolucionario de hecho. Por supuesto, las referencias cuando se trata de introducir un cambio promovido por uno de estos movimientos son aquellos otros que, decididamente, triunfaron hace tiempo y hoy son asimilados por la inmensa mayoría de la sociedad. El feminismo, los derechos civiles de los negros en EEUU y Sudáfrica y de los aborígenes en Australia, incluso el reconocimiento de la legitimidad, la igualdad y el respeto debido a los homosexuales, son los modelos más recurrentes para establecer paralelismos en la defensa de los derechos de algún colectivo desprotegido o socialmente menospreciado. El movimiento que nos ocupa, trae, además, un referente estrella: la abolición de la esclavitud. Todos estos nuevos movimientos (feminismo, derechos civiles, derechos de los homosexuales) o conquistas históricas (abolición de la esclavitud) introdujeron un cambio en las ideas de la sociedad, pero no supusieron un cambio profundo en la economía, con lo que no encontraron la oposición de este dificilísimo escollo. El movimiento por los derechos de los animales, sin embargo, requeriría no sólo un profundo cambio ideológico, sino también económico, porque aunque no se desafíe el orden vigente, en principio, en la práctica, la supresión inmediata de toda explotación animal exigiría cambios tajantes no sólo en los hábitos cotidianos, también en las infraestructuras y, por consiguiente, chocaría con grandes intereses económicos y repercutiría en el bienestar y la disponibilidad de bienes de consumo para las sociedades opulentas. Es por todo esto por lo que los defensores de los derechos de los animales, en general, se recuerdan a sí mismos lo poco probable que resulta el triunfo de sus reivindicaciones en un futuro próximo, y la mayoría de ellos insiste en culturizar a la sociedad paulatinamente, desde distintos planteamientos, para concienciar a las generaciones más jóvenes y, de un modo no revolucionario, eliminar las prácticas denominadas “especistas” sin enfrentarse frontalmente al sistema de consumo tal y como está concebido. Hay también quienes plantean la lucha por los derechos de los animales dentro de un mundo más justo y liberado de los tentáculos del neoliberalismo, en general las asociaciones formadas por miembros más jóvenes. De uno u otro modo, y teniendo en cuenta lo alejado que se prevé tal cambio, está claro que el movimiento por los derechos de los animales tiene, todavía, mucho trabajo por hacer."




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