PROLEGÓMENO: En esta entrada partimos aceptando que lo bueno y lo malo existen subjetivamente, y que existe lo bueno y lo malo para todos (el bien y el mal): la satisfacción y la frustración de intereses respectivamente[1]. En esta entrada vamos a fundamentar racionalmente la Ética (lo que debemos hacer) mediante la consideración de intereses, ya sean intereses humanos o no humanos. La finalidad de la presente entrada es responder a las siguientes preguntas: ¿se debe hacer el bien? ¿se debe evitar el mal? ¿existe alguna razón lógica que fundamente el respeto a los demás? Palabras clave: falacia lógica, fundamentación racional |
La ciencia se ocupa de conocer lo que ES[2]. En cambio, la Ética o Filosofía moral se ocupa de razonar sobre lo que DEBEMOS hacer, es decir, de juzgar los intereses y las acciones como éticamente correctas o como éticamente incorrectas, dependiendo de si se ajustan o no se ajustan respectivamente a unos principios éticos sobre qué es el bien y qué es el mal.
Algunas personas reconocen que existe lo bueno y lo malo con caracter universal, es decir, reconocen que el bien y el mal existen, pero dicen que de dicho HECHO no se puede derivar lógicamente que DEBAMOS hacer el bien y evitar el mal. Con ello, denuncian la ilegitimidad del paso del es al debe o falacia lógica, denunciada originalmente por David Hume (1711-1776) en su libro Tratado de la naturaleza humana (1739):
Por lo tanto, no se pueden inferir conclusiones deónticas (DEBE) a partir de juicios fácticos (ES). El siguiente argumento es un ejemplo de falacia lógica:
P1: "Las mujeres tienen matriz".
P2: "El útero es un órgano del cuerpo de la mujer cuya finalidad es la reproducción".
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Conclusión: "Las mujeres deben tener hijos".
Como ya explicamos en la entrada sobre la falacia de la apelación a la Naturaleza[3], la teleología es la idea de que todo, según su naturaleza o esencia, tiene un fin o propósito racional (causa final). Esta antigua idea, que Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.) incorporó a su filosofía, fue posteriormente utilizada por la religión, pero añadiéndola la idea de un creador divino que dotó a cada cosa de una finalidad. Ésta es la razón por la que algunas personas utilizan ilegítimamente el paso del ES al DEBE: si una cosa está "creada" por un "dios", el cual la dió una determinada "finalidad", entonces debemos obedecer su voluntad para que se cumpla su plan divino.
Después de la denuncia de David Hume, la publicación de The Origin of Species (El origen de las especies) (1859) por Charles Darwin (1809-1882), supuso una revolución científica que dió un duro golpe a la doctrina creacionista y teleológica defendida por la iglesia, pues la teoría de la evolución por selección natural rebate la idea de que cada ser vivo, según su naturaleza, tiene una finalidad que debe cumplir.
Algunas personas usan la falacia lógica cuando intentan explicar por qué razón debemos respetar a los demás. El principio lógico de identidad es un principio esencial de la lógica, según el cual toda entidad es idéntica a sí misma (A=A). Por ejemplo, en el plano ontológico, Juan es idéntico a sí mismo, el Sol es idéntico a sí mismo, esta manzana es idéntica a sí misma, etc. Estas personas dicen que los individuos sintientes tienen conciencia y que ello implica que cada uno de ellos se reconoce a sí mismo, experimenta sensaciones y tiene intereses básicos; es decir, cada individuo sintiente, además de una identidad ontológica (A=A), posee una identidad psicológica (A=A) que le diferencia de la identidad psicológica de los demás (B=B, C=C, etc.), siendo A, B, C, ... diferentes personas: la identidad psicológica de un individuo A no es la identidad psicológica de otro individuo B. Esto es cierto. A partir de estos hechos, estas personas concluyen que "debemos respetar la identidad ontológica y psicológica de las personas, porque si no lo hacemos entonces violamos el principio lógico de identidad"[4]. El error de estas personas radica en creer que modificando el cuerpo y la conciencia de las personas, ambos producto de la materia, se viola el principio lógico de identidad. El principio lógico de identidad sólo se viola cuando se dice que A = no-A, no al modificar el cuerpo y la conciencia de las personas.
Formulamos de forma más clara el argumento que utilizan dichas personas. Las premisas y la conclusión serían las siguientes:
RESPUESTA VEGANA:
Este argumento puede rebatirse de las siguientes maneras:
(i)Una conclusión lógica puede ser una prescripción si también hay una prescripción entre las premisas. Para que una prescripción, es decir, un "debe", aparezca en la conclusión de un razonamiento lógico debe existir al menos una prescripción entre las premisas pues, como denunció David Hume, la lógica no permite inferir lógicamente un "debe" a partir de lo que "es".
El siguiente argumento no usa la falacia lógica:
P1: "Dios existe, pues podemos deducir su existencia racionalmente". (Prueba diabólica / existencia de "Dios")
P2: "Dios creó a la mujer con un útero". (Negación de la teoría de la evolución)
P3: "Dios creó el útero con la finalidad de ser utilizado para la reproducción". (Teleología)
P4: "Los humanos deben obedecer a la voluntad de Dios". (Mandato divino)
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Conclusión: "Las mujeres deben tener hijos".
El argumento es lógicamente válido, pues no contiene falacias, pero el problema que presenta es que se basa en premisas falsas, pues dios no existe[5] y aunque existiera no deberíamos obedecerle sino hacer el bien[6]. Pero esto es otro tema.
Al incluir una prescripción entre las premisas se puede inferir una prescripción en la concusión, pero hay que tener en cuenta que la prescripción de las premisas debe ser verdadera, y para ello no debe explicarse por otras razones sino ser un principio autoevidente, lo cual sólo puede ser posible mediante el uso de principios lógicos. A continuación explicamos cuál es la prescripción necesariamente verdadera a partir de la cual llegamos a una prescripción general.
(ii)La prescripción ética se fundamenta lógicamente en los intereses de los individuos sintientes. Si entendemos que cuando decimos “alguien tiene un interés” significa que “alguien quiere que ocurra algo” entonces es lógicamente contradictorio que alguien afirme “tengo el interés de frustrar mi interés” o “quiero que ocurra lo que no quiero que ocurra”, pues 'A' no puede ser igual a 'no-A', ya que se violaría el principio lógico de no contradicción. Por ejemplo, si alguien dice “tengo el interés de frustrar mi interés de seguir viviendo” o “no me importa que mi interés de seguir viviendo sea frustrado” entonces esta persona se contradice, pues no se puede tener interés en que ocurran dos sucesos lógicamente contradictorios: o se tiene interés en que ocurra un suceso o se tiene interés en que ocurra el contrario, pero no se puede interés en que ocurran ambos sucesos al mismo tiempo. Por lo tanto, nadie tiene interés en que se frustren sus propios intereses(1), pues un interés no puede ser autofrustrado[7].
Teniendo en cuenta que un interés no puede ser autofrustrado, ahora vamos a explicar cómo el "debe" está implícito en cada interés. Hay que tener en cuenta que aún nos encontramos analizando al individuo al margen de toda ética, es decir, desde un punto de vista egocentrista[8]. Si a un individuo egocentrista le preguntamos si uno de sus intereses debe ser frustrado entonces no puede contestar sin contradecirse: “Sí, mi interés debe ser frustrado” o “me da igual que deba ser frustrado”. La única respuesta lógica es: “no, mi interés no debe ser frustrado”. Alguien podría objetar que si va a ser tropellado por un vehículo entonces sí que diría “Sí, mi interés de no ser empujado debe ser frustrado, para no ser atropellado”, pero esto ocurre porque como no tiene la posibilidad de elegir que sus intereses no deben ser frustrados (elección lógica) entonces, por obligación, elige la opción menos mala (ser empujado). Todo esto nos muestra que la existencia de un interés implica una prescripción a nivel subjetivo.
El deontologismo, mediante lógica deóntica, llega a principios éticos que son imperativos éticos categóricos de carácter general, racionalmente justificados como válidos para todo tiempo, lugar y sujeto, es decir, se consideran como universalmente válidos(2). Por lo tanto, ahora sólo nos falta universalizar la prescripción subjetiva “mis intereses no deben ser frustrados”, a fin de evitar discriminaciones arbitrarias y nos queda el siguiente principio universal de la Ética: “los intereses no deben ser frustrados”, pues que uno sea uno mismo y no sea los demás no es una razón que a priori justifique que los intereses propios no deban ser frustrados y los intereses de los demás sí[9].
Podríamos resumirlo todo en que gracias a que existe el interés universal, que se convierte en una prescripción subjetiva en las premisas, podemos encontrar una conclusión que es una prescripción universal. Veamos el razonamiento (premisas y conclusión) mediante el cual se llega al principio o regla de oro de la Ética Universal:
P1: “ “Tener un interés” significa “querer que ocurra algo” ”.
C1: Como P1 es verdadera entonces “Un interés no puede ser autofrustrado, pues eso supone la violación del principio lógico de no contradición”.
C2: Como C1 es verdadera entonces “Quien tiene intereses considera que sus intereses no deben ser frustrados”.
P2: “Todos los individuos sintientes (con sistema nervioso central) tienen intereses”.
P3: “Las discriminaciones arbitrarias deben ser rechazadas, segun el principio de igual consideración de intereses”.
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Conclusión: Los intereses no deben ser frustrados.* (3)
*Excepto para imponer justicia (defensa propia y castigo), con lo cual ya no estaríamos en el plano de la Ética sino en el plano de la Justicia[10]; la Justica tiene su ámbito de acción en situaciones de injusticia, es decir, cuando se violan los principios de la ética racional.
Hay que tener en cuenta que no debemos confundir lo universal con lo general, lo universal puede ser algo concreto, por ello la existencia de excepciones en las prescripciones universales no las rebaten. En su ensayo "El prescriptivismo universal", R.M. Hare (1919-2002) lo explica de la siguiente manera:
(iii) Existe una jerarquía de intereses que hace que cualquier individuo sintiente prefiera que se frustren unos intereses antes de que se frustren otros intereses más importantes, en el que caso de que sea imposible que no se frustre ninguno. Todos los individuos sintientes comienzan a existir por defecto con unas necesidades biológicas y con unos intereses básicos que sirven de punto de referencia: el interés de seguir viviendo y el interés de evitar el dolor, ambos como condiciones necesarias para poder satisfacer el interés de disfrutar. A partir de ese momento, a lo largo de la vida, pueden aparecer otros intereses más complejos o desaparecer intereses básicos, pero esto no lo podemos saber sin que el individuo sintiente nos lo comunique. En la teoría, el ideal ético es que los intereses no deben ser frustrados, pero en la práctica vivimos en un mundo en el cual se producen continuamente conflictos de intereses[11] y frustración. Si no podemos evitar la frustración de dos intereses debemos elegir la opción menos mala, aplicando para ello el principio de elección de la opción menos mala:
- Principio de elección de la opción menos mala: Los intereses no deben ser frustrados porque eso es éticamente incorrecto, pero en el caso de que inevitablemente un interés vaya a ser frustrado entonces siempre será preferible que en su lugar sea frustrado otro interés de menor importancia. Por ejemplo, un niño tiene interés en que no le pongan una inyección, pero ello puede ser necesario para anestesiarle y poderle operar sin que sufra un intenso dolor, por lo tanto, si aplicamos el principio de elección de la opción menos mala entonces debemos elegir ponerle la inyección; haremos algo éticamente incorrecto, pues frustraremos el interés del niño a no ser pinchado con una aguja, pero habremos elegido la opción menos mala, pues operarle sin anestesia y no operarle son opciones más malas respecto de los intereses del niño. Si en lugar de un niño fuera un agente ético entonces éste puede preferir ser operado sin anestesia o no ser operado, siempre que se le informe de las posibles consecuencias deberemos respetar su decisión. La elección racional es elegir la opción que sea lo menos mala posible, a ser posible elegiremos la opción que no frustre ningún interés.
Algunas personas reconocen que existe lo bueno y lo malo con caracter universal, es decir, reconocen que el bien y el mal existen, pero dicen que de dicho HECHO no se puede derivar lógicamente que DEBAMOS hacer el bien y evitar el mal. Con ello, denuncian la ilegitimidad del paso del es al debe o falacia lógica, denunciada originalmente por David Hume (1711-1776) en su libro Tratado de la naturaleza humana (1739):
"En cada uno de los sistemas de moralidad con que hasta la fecha me he tropezado he observado que invariablemente el autor procede, durante un cierto tiempo, razonando a la usanza ordinaria (estableciendo, por ejemplo, la existencia de Dios, o haciendo observaciones relativas a los asuntos humanos) pero, de pronto, me encuentro sorprendido al comprobar que, en lugar de la cópula ES que, usualmente interviene en las proposiciones, ha dejado paso al verbo DEBE. El cambio es casi imperceptible, pero reviste, sin embargo, la máxima importancia. Porque, dado que dicho DEBE expresa una relación de nuevo cuño, es menester tomar nota del mismo y explicarlo." David Hume, Tratado de la naturaleza humana, 1739
Por lo tanto, no se pueden inferir conclusiones deónticas (DEBE) a partir de juicios fácticos (ES). El siguiente argumento es un ejemplo de falacia lógica:
P1: "Las mujeres tienen matriz".
P2: "El útero es un órgano del cuerpo de la mujer cuya finalidad es la reproducción".
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Conclusión: "Las mujeres deben tener hijos".
Como ya explicamos en la entrada sobre la falacia de la apelación a la Naturaleza[3], la teleología es la idea de que todo, según su naturaleza o esencia, tiene un fin o propósito racional (causa final). Esta antigua idea, que Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.) incorporó a su filosofía, fue posteriormente utilizada por la religión, pero añadiéndola la idea de un creador divino que dotó a cada cosa de una finalidad. Ésta es la razón por la que algunas personas utilizan ilegítimamente el paso del ES al DEBE: si una cosa está "creada" por un "dios", el cual la dió una determinada "finalidad", entonces debemos obedecer su voluntad para que se cumpla su plan divino.
Después de la denuncia de David Hume, la publicación de The Origin of Species (El origen de las especies) (1859) por Charles Darwin (1809-1882), supuso una revolución científica que dió un duro golpe a la doctrina creacionista y teleológica defendida por la iglesia, pues la teoría de la evolución por selección natural rebate la idea de que cada ser vivo, según su naturaleza, tiene una finalidad que debe cumplir.
Algunas personas usan la falacia lógica cuando intentan explicar por qué razón debemos respetar a los demás. El principio lógico de identidad es un principio esencial de la lógica, según el cual toda entidad es idéntica a sí misma (A=A). Por ejemplo, en el plano ontológico, Juan es idéntico a sí mismo, el Sol es idéntico a sí mismo, esta manzana es idéntica a sí misma, etc. Estas personas dicen que los individuos sintientes tienen conciencia y que ello implica que cada uno de ellos se reconoce a sí mismo, experimenta sensaciones y tiene intereses básicos; es decir, cada individuo sintiente, además de una identidad ontológica (A=A), posee una identidad psicológica (A=A) que le diferencia de la identidad psicológica de los demás (B=B, C=C, etc.), siendo A, B, C, ... diferentes personas: la identidad psicológica de un individuo A no es la identidad psicológica de otro individuo B. Esto es cierto. A partir de estos hechos, estas personas concluyen que "debemos respetar la identidad ontológica y psicológica de las personas, porque si no lo hacemos entonces violamos el principio lógico de identidad"[4]. El error de estas personas radica en creer que modificando el cuerpo y la conciencia de las personas, ambos producto de la materia, se viola el principio lógico de identidad. El principio lógico de identidad sólo se viola cuando se dice que A = no-A, no al modificar el cuerpo y la conciencia de las personas.
Formulamos de forma más clara el argumento que utilizan dichas personas. Las premisas y la conclusión serían las siguientes:
ESTRUCTURA DEL ARGUMENTO: P1: “El bien y el mal existen”. C1: Aunque P1 sea verdadera, “de ella no se deriva que debamos hacer el bien y evitar el mal”. |
RESPUESTA VEGANA:
Este argumento puede rebatirse de las siguientes maneras:
(i)Una conclusión lógica puede ser una prescripción si también hay una prescripción entre las premisas. Para que una prescripción, es decir, un "debe", aparezca en la conclusión de un razonamiento lógico debe existir al menos una prescripción entre las premisas pues, como denunció David Hume, la lógica no permite inferir lógicamente un "debe" a partir de lo que "es".
El siguiente argumento no usa la falacia lógica:
P1: "Dios existe, pues podemos deducir su existencia racionalmente". (Prueba diabólica / existencia de "Dios")
P2: "Dios creó a la mujer con un útero". (Negación de la teoría de la evolución)
P3: "Dios creó el útero con la finalidad de ser utilizado para la reproducción". (Teleología)
P4: "Los humanos deben obedecer a la voluntad de Dios". (Mandato divino)
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Conclusión: "Las mujeres deben tener hijos".
El argumento es lógicamente válido, pues no contiene falacias, pero el problema que presenta es que se basa en premisas falsas, pues dios no existe[5] y aunque existiera no deberíamos obedecerle sino hacer el bien[6]. Pero esto es otro tema.
Al incluir una prescripción entre las premisas se puede inferir una prescripción en la concusión, pero hay que tener en cuenta que la prescripción de las premisas debe ser verdadera, y para ello no debe explicarse por otras razones sino ser un principio autoevidente, lo cual sólo puede ser posible mediante el uso de principios lógicos. A continuación explicamos cuál es la prescripción necesariamente verdadera a partir de la cual llegamos a una prescripción general.
(ii)La prescripción ética se fundamenta lógicamente en los intereses de los individuos sintientes. Si entendemos que cuando decimos “alguien tiene un interés” significa que “alguien quiere que ocurra algo” entonces es lógicamente contradictorio que alguien afirme “tengo el interés de frustrar mi interés” o “quiero que ocurra lo que no quiero que ocurra”, pues 'A' no puede ser igual a 'no-A', ya que se violaría el principio lógico de no contradicción. Por ejemplo, si alguien dice “tengo el interés de frustrar mi interés de seguir viviendo” o “no me importa que mi interés de seguir viviendo sea frustrado” entonces esta persona se contradice, pues no se puede tener interés en que ocurran dos sucesos lógicamente contradictorios: o se tiene interés en que ocurra un suceso o se tiene interés en que ocurra el contrario, pero no se puede interés en que ocurran ambos sucesos al mismo tiempo. Por lo tanto, nadie tiene interés en que se frustren sus propios intereses(1), pues un interés no puede ser autofrustrado[7].
Teniendo en cuenta que un interés no puede ser autofrustrado, ahora vamos a explicar cómo el "debe" está implícito en cada interés. Hay que tener en cuenta que aún nos encontramos analizando al individuo al margen de toda ética, es decir, desde un punto de vista egocentrista[8]. Si a un individuo egocentrista le preguntamos si uno de sus intereses debe ser frustrado entonces no puede contestar sin contradecirse: “Sí, mi interés debe ser frustrado” o “me da igual que deba ser frustrado”. La única respuesta lógica es: “no, mi interés no debe ser frustrado”. Alguien podría objetar que si va a ser tropellado por un vehículo entonces sí que diría “Sí, mi interés de no ser empujado debe ser frustrado, para no ser atropellado”, pero esto ocurre porque como no tiene la posibilidad de elegir que sus intereses no deben ser frustrados (elección lógica) entonces, por obligación, elige la opción menos mala (ser empujado). Todo esto nos muestra que la existencia de un interés implica una prescripción a nivel subjetivo.
El deontologismo, mediante lógica deóntica, llega a principios éticos que son imperativos éticos categóricos de carácter general, racionalmente justificados como válidos para todo tiempo, lugar y sujeto, es decir, se consideran como universalmente válidos(2). Por lo tanto, ahora sólo nos falta universalizar la prescripción subjetiva “mis intereses no deben ser frustrados”, a fin de evitar discriminaciones arbitrarias y nos queda el siguiente principio universal de la Ética: “los intereses no deben ser frustrados”, pues que uno sea uno mismo y no sea los demás no es una razón que a priori justifique que los intereses propios no deban ser frustrados y los intereses de los demás sí[9].
Podríamos resumirlo todo en que gracias a que existe el interés universal, que se convierte en una prescripción subjetiva en las premisas, podemos encontrar una conclusión que es una prescripción universal. Veamos el razonamiento (premisas y conclusión) mediante el cual se llega al principio o regla de oro de la Ética Universal:

C1: Como P1 es verdadera entonces “Un interés no puede ser autofrustrado, pues eso supone la violación del principio lógico de no contradición”.
C2: Como C1 es verdadera entonces “Quien tiene intereses considera que sus intereses no deben ser frustrados”.
P2: “Todos los individuos sintientes (con sistema nervioso central) tienen intereses”.
P3: “Las discriminaciones arbitrarias deben ser rechazadas, segun el principio de igual consideración de intereses”.
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Conclusión: Los intereses no deben ser frustrados.* (3)
*Excepto para imponer justicia (defensa propia y castigo), con lo cual ya no estaríamos en el plano de la Ética sino en el plano de la Justicia[10]; la Justica tiene su ámbito de acción en situaciones de injusticia, es decir, cuando se violan los principios de la ética racional.
Hay que tener en cuenta que no debemos confundir lo universal con lo general, lo universal puede ser algo concreto, por ello la existencia de excepciones en las prescripciones universales no las rebaten. En su ensayo "El prescriptivismo universal", R.M. Hare (1919-2002) lo explica de la siguiente manera:
"No hay que confundir la universalidad con la generalidad (Hare, 1972, pág. 1 ss.). El principio que implica un enunciado de «debe» puede ser muy específico, complejo y detallado, quizás demasiado complejo para expresarlo en palabras. No tiene que ser muy general y simple. Por ello, las críticas a la universalizabilidad, según las cuales nos hace esclavos de reglas muy simples, no dan en el blanco. Por poner un ejemplo que causó problemas a Kant: mis principios morales no tienen que ser tan generales como «nunca digas mentiras»; pueden ser más específicos, como «nunca digas mentiras excepto cuando es necesario para salvar una vida inocente, y excepto cuando ..., y excepto cuando ...» (Kant, 1797)." (Hare, 1995)
(iii) Existe una jerarquía de intereses que hace que cualquier individuo sintiente prefiera que se frustren unos intereses antes de que se frustren otros intereses más importantes, en el que caso de que sea imposible que no se frustre ninguno. Todos los individuos sintientes comienzan a existir por defecto con unas necesidades biológicas y con unos intereses básicos que sirven de punto de referencia: el interés de seguir viviendo y el interés de evitar el dolor, ambos como condiciones necesarias para poder satisfacer el interés de disfrutar. A partir de ese momento, a lo largo de la vida, pueden aparecer otros intereses más complejos o desaparecer intereses básicos, pero esto no lo podemos saber sin que el individuo sintiente nos lo comunique. En la teoría, el ideal ético es que los intereses no deben ser frustrados, pero en la práctica vivimos en un mundo en el cual se producen continuamente conflictos de intereses[11] y frustración. Si no podemos evitar la frustración de dos intereses debemos elegir la opción menos mala, aplicando para ello el principio de elección de la opción menos mala:
- Principio de elección de la opción menos mala: Los intereses no deben ser frustrados porque eso es éticamente incorrecto, pero en el caso de que inevitablemente un interés vaya a ser frustrado entonces siempre será preferible que en su lugar sea frustrado otro interés de menor importancia. Por ejemplo, un niño tiene interés en que no le pongan una inyección, pero ello puede ser necesario para anestesiarle y poderle operar sin que sufra un intenso dolor, por lo tanto, si aplicamos el principio de elección de la opción menos mala entonces debemos elegir ponerle la inyección; haremos algo éticamente incorrecto, pues frustraremos el interés del niño a no ser pinchado con una aguja, pero habremos elegido la opción menos mala, pues operarle sin anestesia y no operarle son opciones más malas respecto de los intereses del niño. Si en lugar de un niño fuera un agente ético entonces éste puede preferir ser operado sin anestesia o no ser operado, siempre que se le informe de las posibles consecuencias deberemos respetar su decisión. La elección racional es elegir la opción que sea lo menos mala posible, a ser posible elegiremos la opción que no frustre ningún interés.
CONCLUSIÓN: La falacia lógica consiste en deducir una conclusión prescriptiva (un 'DEBE') a partir de unas premisas descriptivas (un 'ES'), lo cual es lógicamente inadmisible. La única manera de que exista una prescripción en una conclusión lógica es que exista al menos una prescripción entre las premisas. Como “tener un interés” significa “querer que ocurra algo” entonces un interés no puede ser autofrustrado, pues se violaría el principio lógico de no contradicción. Por lo tanto, quien tiene intereses considera que sus intereses no deben ser frustrados, ésta es la premisa prescriptiva que fundamenta la Ética a nivel subjetivo. Como todos los individuos sintientes (con sistema nervioso central) tienen intereses y como toda discrminación arbitraria es irracional entonces los intereses no deben ser frustrados, sean de quien sean, excepto para imponer justicia (defensa propia y castigo). |