RESUMEN:¿Qué es un deseo? ¿qué es un interés? ¿qué es la voluntad? ¿un interés puede ser autofrustrado? ¿qué es "lo bueno" para alguien? ¿qué es "lo malo" para alguien? ¿existe "lo bueno" para cualquiera, es decir, existe el bien? ¿existe "lo malo" para cualquiera, es decir, existe el mal? Éstas son algunas de las preguntas a las que aquí vamos a responder.
Es importante diferenciar entre imaginación, deseo, interés y voluntad. Alguien puede imaginar millones de cosas y de situaciones, y lo que imagina puede convertirlo en un deseo, pero puede tener interés o no de que dicho deseo se convierta en realidad. Podemos clasificar los intereses de acuerdo a su estado: insatisfecho, satisfecho y frustrado. Si un interés de alguien es satisfecho entonces dicha persona considera que eso que ha ocurrido es bueno. Si un interés de alguien es frustrado entonces dicha persona considera que eso que ha ocurrido es malo. Según el relativismo ético, no existe algo que sea bueno o malo para cualquiera (el bien y el mal), es decir, no existe un principio ético objetivo, y por lo tanto universal, que sea independiente de época y lugar, mediante el cual se pueda fundamentar racionalmente la Ética. Es un hecho que siempre se produce un mal cuando se frustra un interés de alguien, por lo tanto podemos afirmar que es un hecho objetivo que cuando alguien frustra el interés de otro hace el mal. De la misma manera podemos afirmar que siempre se produce un bien cuando se satisface el interés de alguien, independientemente de las consecuencias que dicha satisfacción produzca. Un mundo éticamente ideal sería aquel en el que gobernara el bien, es decir, sería un mundo lleno de satisfacción, eso quiere decir que todos satisfacerían sus intereses y no habría frustración. Cuando se crea el interés de hacer el mal a otros se crea un interés que va contra el bien, es decir, contra la Ética.
Palabras clave: bien, bueno, deseo, éticamente correcto, éticamente incorrecto, mal, malo, interés, relativismo moral/ético, subjetivismo moral/ético, Teoría del bien, voluntad
Es importante diferenciar entre imaginación, deseo, interés y voluntad. Alguien puede imaginar millones de cosas y de situaciones, y lo que imagina puede convertirlo en un deseo, pero puede tener interés o no de que dicho deseo se convierta en realidad. Podemos clasificar los intereses de acuerdo a su estado: insatisfecho, satisfecho y frustrado. Si un interés de alguien es satisfecho entonces dicha persona considera que eso que ha ocurrido es bueno. Si un interés de alguien es frustrado entonces dicha persona considera que eso que ha ocurrido es malo. Según el relativismo ético, no existe algo que sea bueno o malo para cualquiera (el bien y el mal), es decir, no existe un principio ético objetivo, y por lo tanto universal, que sea independiente de época y lugar, mediante el cual se pueda fundamentar racionalmente la Ética. Es un hecho que siempre se produce un mal cuando se frustra un interés de alguien, por lo tanto podemos afirmar que es un hecho objetivo que cuando alguien frustra el interés de otro hace el mal. De la misma manera podemos afirmar que siempre se produce un bien cuando se satisface el interés de alguien, independientemente de las consecuencias que dicha satisfacción produzca. Un mundo éticamente ideal sería aquel en el que gobernara el bien, es decir, sería un mundo lleno de satisfacción, eso quiere decir que todos satisfacerían sus intereses y no habría frustración. Cuando se crea el interés de hacer el mal a otros se crea un interés que va contra el bien, es decir, contra la Ética.
Palabras clave: bien, bueno, deseo, éticamente correcto, éticamente incorrecto, mal, malo, interés, relativismo moral/ético, subjetivismo moral/ético, Teoría del bien, voluntad
Toda la presente entrada trata sólo sobre cuestiones descriptivas (hechos), es decir, no trata cuestiones prescriptivas (deberes).
La conciencia es un fenómeno emergente de la materia que hace posible que un ser pueda sufrir y disfrutar, y por lo tanto tener intereses respecto a dichas experiencias. A veces se confunde la imaginación con el deseo, otras veces se confunde el deseo con el interés o estos con la voluntad. Cada uno de estos conceptos se refiere a sucesos diferentes, de ahí la necesidad de nombrarlos de diferente manera. Para poder entendernos en este debate es necesario saber la diferencia entre estos conceptos.
A un nivel lógico, podemos clasificar los intereses de acuerdo a su estado: no existente, insatisfecho, satisfecho y frustrado. La conciencia puede elegir crear un interés por necesidad (interés de comer, etc.) o sin necesidad (interés de comer chocolate, etc.), y también puede elegir eliminarlo. Al crearse un interés se suele generar un sentimiento de esperanza, más o menos intenso, que tiene como objetivo la satisfacción de dicho interés y que puede transformarse en un sentimiento de insatisfacción durante la espera. Un interés insatisfecho se frustra si es imposible satisfacerlo de una manera, en un lugar y en un momento determinado, lo cual causa un «sentimiento de frustración» más o menos intenso al que llamamos «sufrimiento». Sufrir implica necesariamente que al menos exista un interés frustrado o que está siendo frustrado. Un interés insatisfecho puede satisfacerse y entonces producirá un sentimiento de disfrute más o menos intenso, con una duración limitada por la muerte.
Algunas personas dicen que el dolor y el sufrimiento no son malos o éticamente incorrectos. Por ejemplo, Luis Tovar en su artículo «Derechos Animales & El mito del trato humanitario» respalda a Tom Regan diciendo que «lo incorrecto no es el dolor o el sufrimiento animal». Estas personas consideran mala y éticamente incorrecta la acción de producir dolor físico y sufrimiento a alguien, pero no el dolor y el sufrimiento en sí mismos, pero el hecho es que si una persona no tiene interés en sentir dolor y lo siente entonces dicho interés se estará frustrando y ello le producirá sufrimiento en menor o mayor grado, lo cual considerará que es negativo o malo.
Algunas personas dicen que cuando se mata a alguien sin sufrimiento no se le hace un mal. Podemos llamar a este argumento como «argumento de la muerte sin sufrimiento», y principalmente es usado por los bienestaristas para justificar la explotación y matanza de quienes no son humanos. Estas personas afirman que la muerte no causa un mal a quien es matado si se le mata sin que se lo espere y de manera instantánea, pues la muerte elimina todos los intereses y entonces una vez muerto no hay sufrimiento ni «frustración» posible. El primer error que cometen estas personas es entender «frustración» como una experiencia equivalente al sufrimiento, en lugar de como un concepto lógico (frustración de intereses). El segundo error de estas personas es creer que no hacen un mal a alguien cuando le matan, pues no están teniendo en cuenta que, lógicamente, si alguien quiere seguir viviendo entonces no quiere morir. El mal no sólo se hace presente mediante la experiencia del sufrimiento (el mal que se siente y que se tiene interés en dejar de sentir), sino que el mal también se hace presente cuando ocurre algo que una persona no quiere que ocurra (el mal lógico), aunque dicha persona no se entere de lo sucedido.
Algunas personas defienden el relativismo ético. A nivel social, un hecho X puede ser bueno(1) para los intereses de una persona, pero al mismo tiempo ser malo para los intereses de otra, es decir lo bueno y lo malo son percepciones subjetivas (subjetivismo ético) que pueden ser opuestas. Por ejemplo, un taurino considera que la tauromaquia es una actividad buena, en cambio el toro y un defensor de los animales considera que la tauromaquia es una actividad mala. Si llevamos esto a grupos de personas más numerosos, podemos observar que un hecho X puede ser considerado bueno por la mayoría de personas de una cultura y el mismo hecho puede ser considerado malo por la mayoría de personas en otra; a dicha descripción de la realidad se la llama relativismo cultural. El relativismo cultural suele llevar a la idea de que no debemos juzgar objetivamente un hecho X como éticamente correcto o como éticamente incorrecto, a esta idea se la llama relativismo ético o relativismo moral(2), a veces también llamado escepticismo moral o antirrealismo. Según el relativismo ético, no existe algo que sea bueno o malo para cualquiera (el bien y el mal), es decir, no existe un principio ético objetivo, y por lo tanto universal, que sea independiente de época y lugar, mediante el cual se pueda fundamentar racionalmente la Ética. Por lo tanto los relativistas éticos rechazan que los derechos legales se deban fundamentar en la Ética, y en su lugar se basan en algún tipo de relativismo ético:
Formulamos de forma más clara las premisas y la conclusión del argumento:
La conciencia es un fenómeno emergente de la materia que hace posible que un ser pueda sufrir y disfrutar, y por lo tanto tener intereses respecto a dichas experiencias. A veces se confunde la imaginación con el deseo, otras veces se confunde el deseo con el interés o estos con la voluntad. Cada uno de estos conceptos se refiere a sucesos diferentes, de ahí la necesidad de nombrarlos de diferente manera. Para poder entendernos en este debate es necesario saber la diferencia entre estos conceptos.
A un nivel lógico, podemos clasificar los intereses de acuerdo a su estado: no existente, insatisfecho, satisfecho y frustrado. La conciencia puede elegir crear un interés por necesidad (interés de comer, etc.) o sin necesidad (interés de comer chocolate, etc.), y también puede elegir eliminarlo. Al crearse un interés se suele generar un sentimiento de esperanza, más o menos intenso, que tiene como objetivo la satisfacción de dicho interés y que puede transformarse en un sentimiento de insatisfacción durante la espera. Un interés insatisfecho se frustra si es imposible satisfacerlo de una manera, en un lugar y en un momento determinado, lo cual causa un «sentimiento de frustración» más o menos intenso al que llamamos «sufrimiento». Sufrir implica necesariamente que al menos exista un interés frustrado o que está siendo frustrado. Un interés insatisfecho puede satisfacerse y entonces producirá un sentimiento de disfrute más o menos intenso, con una duración limitada por la muerte.
Algunas personas dicen que el dolor y el sufrimiento no son malos o éticamente incorrectos. Por ejemplo, Luis Tovar en su artículo «Derechos Animales & El mito del trato humanitario» respalda a Tom Regan diciendo que «lo incorrecto no es el dolor o el sufrimiento animal». Estas personas consideran mala y éticamente incorrecta la acción de producir dolor físico y sufrimiento a alguien, pero no el dolor y el sufrimiento en sí mismos, pero el hecho es que si una persona no tiene interés en sentir dolor y lo siente entonces dicho interés se estará frustrando y ello le producirá sufrimiento en menor o mayor grado, lo cual considerará que es negativo o malo.
Algunas personas dicen que cuando se mata a alguien sin sufrimiento no se le hace un mal. Podemos llamar a este argumento como «argumento de la muerte sin sufrimiento», y principalmente es usado por los bienestaristas para justificar la explotación y matanza de quienes no son humanos. Estas personas afirman que la muerte no causa un mal a quien es matado si se le mata sin que se lo espere y de manera instantánea, pues la muerte elimina todos los intereses y entonces una vez muerto no hay sufrimiento ni «frustración» posible. El primer error que cometen estas personas es entender «frustración» como una experiencia equivalente al sufrimiento, en lugar de como un concepto lógico (frustración de intereses). El segundo error de estas personas es creer que no hacen un mal a alguien cuando le matan, pues no están teniendo en cuenta que, lógicamente, si alguien quiere seguir viviendo entonces no quiere morir. El mal no sólo se hace presente mediante la experiencia del sufrimiento (el mal que se siente y que se tiene interés en dejar de sentir), sino que el mal también se hace presente cuando ocurre algo que una persona no quiere que ocurra (el mal lógico), aunque dicha persona no se entere de lo sucedido.
Formulamos de forma más clara las premisas y la conclusión del argumento:
ARGUMENTO: Relativismo ético general
(P1) Existen intereses ajenos a los míos.
(P2) Lo que es bueno para los intereses de uno, puede ser malo para los intereses de otro.
(C) No existen un bien y un mal objetivos.
(P1) Existen intereses ajenos a los míos.
(P2) Lo que es bueno para los intereses de uno, puede ser malo para los intereses de otro.
(C) No existen un bien y un mal objetivos.
A continuación vamos a mostrar cómo puede rebatirse este argumento.
Reconocer que los demás son reales es el primer paso para respetarles. Al reconocer que los demás existen independientemente de nuestra percepción se reconoce que existe la realidad, es decir, una verdad que es común a todas las subjetividades[5]. La ciencia nos muestra que la conciencia es un fenómeno que emerge de la materia, concretamente de un cerebro material. La conciencia permite sufrir y disfrutar y por lo tanto tener intereses respecto a dichas experiencias. Cuando alguien dice «tengo un interés» está diciendo «quiero que ocurra X», por lo tanto ese alguien actuará de acuerdo a dicho interés para intentar satisfacerlo. Los demás son otras conciencias que también tienen sus propios intereses.
El bien y el mal existen. Es cierto que lo que es bueno para los intereses de uno, puede ser malo para los intereses de otro, pero también es cierto que para cualquiera es malo que sus intereses sean frustrados, independientemente de que dicho mal sea necesario para evitar un mal mayor. Por lo tanto es un hecho que siempre se produce un mal cuando se frustra un interés de alguien, es decir, podemos afirmar que es un hecho objetivo que cuando alguien frustra el interés de otro hace el mal. De la misma manera podemos afirmar que siempre se produce un bien cuando se satisface el interés de alguien, independientemente de las consecuencias que dicha satisfacción produzca. Por lo tanto el bien y el mal existen. Por ejemplo, si alguien tienen el interés de cortar el cuello a un cordero (o a quien sea) y satisfacer dicho interés se produce objetivamente un bien, pero también objetivamente se produce un mal, pues a quien es degollado se le frustra el interés de no sufrir para disfrutar de su propia vida.
No podemos llegar a la conclusión de que no existen un bien y un mal objetivos porque sí que podemos afirmar objetivamente que siempre se produce un bien cuando se satisface un interés de alguien y que que se produce un mal a alguien cuando se frustra un interés de alguien. Es importante comprender que podemos hacer un mal a una persona sin que ésta sea consciente de ello (mal a nivel lógico), y que si posteriormente dicha persona se vuelve consciente de dicho mal entonces sufrirá (mal a nivel psicológico).
Un mundo éticamente ideal (un mundo ético) sería aquel en el que hubiera el máximo de bien posible y nada de mal, es decir, la máxima satisfacción posible y nada de frustración. El hecho de que la idea de un mundo ético nos pueda parecer utópica no la rebate ni la hace menos deseable. Además de las dificultades físicas (caídas, cortes, etc.) y biológicas (enfermedad, envejecimiento, muerte) existentes, también se crean dificultades para llegar a un mundo ético cuando alguien se crea el interés de frustrar el interés de otro, es decir, cuando alguien se crea el interés de hacer el mal. Por ejemplo, alguien actúa contra un mundo ético cuando se crea el interés de que corten el cuello a alguien para comer su carne, no cuando alguien tiene el interés de seguir disfrutando de su vida. Cuando se crea el interés de hacer el mal a otros se crea un interés que va contra el bien, es decir, contra un mundo ético.
PREMISA (P1): Existen intereses ajenos a los míos
Reconocer que los demás son reales es el primer paso para respetarles. Al reconocer que los demás existen independientemente de nuestra percepción se reconoce que existe la realidad, es decir, una verdad que es común a todas las subjetividades[5]. La ciencia nos muestra que la conciencia es un fenómeno que emerge de la materia, concretamente de un cerebro material. La conciencia permite sufrir y disfrutar y por lo tanto tener intereses respecto a dichas experiencias. Cuando alguien dice «tengo un interés» está diciendo «quiero que ocurra X», por lo tanto ese alguien actuará de acuerdo a dicho interés para intentar satisfacerlo. Los demás son otras conciencias que también tienen sus propios intereses.
PREMISA (P2): Lo que es bueno para los intereses de uno, puede ser malo para los intereses de otro

CONCLUSIÓN (C): No existen un bien y un mal objetivos
No podemos llegar a la conclusión de que no existen un bien y un mal objetivos porque sí que podemos afirmar objetivamente que siempre se produce un bien cuando se satisface un interés de alguien y que que se produce un mal a alguien cuando se frustra un interés de alguien. Es importante comprender que podemos hacer un mal a una persona sin que ésta sea consciente de ello (mal a nivel lógico), y que si posteriormente dicha persona se vuelve consciente de dicho mal entonces sufrirá (mal a nivel psicológico).
Un mundo éticamente ideal (un mundo ético) sería aquel en el que hubiera el máximo de bien posible y nada de mal, es decir, la máxima satisfacción posible y nada de frustración. El hecho de que la idea de un mundo ético nos pueda parecer utópica no la rebate ni la hace menos deseable. Además de las dificultades físicas (caídas, cortes, etc.) y biológicas (enfermedad, envejecimiento, muerte) existentes, también se crean dificultades para llegar a un mundo ético cuando alguien se crea el interés de frustrar el interés de otro, es decir, cuando alguien se crea el interés de hacer el mal. Por ejemplo, alguien actúa contra un mundo ético cuando se crea el interés de que corten el cuello a alguien para comer su carne, no cuando alguien tiene el interés de seguir disfrutando de su vida. Cuando se crea el interés de hacer el mal a otros se crea un interés que va contra el bien, es decir, contra un mundo ético.
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