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ARGUMENTO: “Los animales no sienten dolor, por tanto no tienen interés de evitar el dolor”

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RESUMEN:¿Qué es el dolor? ¿qué seres sienten dolor? Éstas son algunas de las preguntas a las que aquí vamos a responder.

Disponemos de tres indicadores que nos permiten concluir que los seres humanos no son los únicos animales que pueden sufrir y disfrutar: conducta, fisiología (sistemas nerviosos centrales) y lógica evolutiva. La similitud de los correspondientes sistemas nerviosos no da pie para afirmar que el dolor causado es idéntico: el dolor, y su consecuente sufrimiento, que experimenta un animal no humano puede ser en algunos casos menor que el nuestro y en otros casos puede ser más intenso. Esto mismo ocurre entre los humanos adultos sanos y los humanos llamados "casos marginales" (bebés, disminuídos psíquicos profundos, seniles, etc.). Que existan diferencias entre experiencias de dolor de dos individuos no es una razón que justifique producir un dolor innecesario a uno de ellos y tampoco es una razón para matarle.

Palabras clave: dolor, sufrimiento, interés de evitar el dolor, nocicepción

1. Reconocer la existencia de dolor implica reconocer la existencia de una conciencia y viceversa. Es importante tener en cuenta que el dolor es una experiencia de la conciencia, es decir, el dolor siempre lo siente alguien. Si un «dolor» no es sentido por nadie entonces no es dolor. Por lo tanto el hecho de que un ser siente dolor implica que dicho ser tiene una conciencia: es alguien y no algo. Asimismo, reconocer la capacidad para sentir dolor implica que existe un interés respecto a dicha experiencia, que por norma general es el interés en evitarlo. En el sentido contrario, si un ser tiene una conciencia[1] entonces tiene capacidad para sentir dolor, excepto quienes padecen una enfermedad que ha inhabilitado dicha capacidad. Debido a que hay estudios que se centran en la capacidad para sentir dolor sin mencionar el fenómeno de la conciencia, es la razón por la que se han separado dichos debates.

2. Algunas personas dicen que determinados animales no humanos no tienen capacidad para sentir dolor y que por lo tanto no tienen interés en no sentir dolor. En 2016 ya son pocas las personas que apoyan la idea de René Descartes (1596-1650) de que sólo los humanos tienen capacidad para sentir dolor. La gran mayoría de la sociedad reconoce que los mamíferos, aves y reptiles tienen capacidad para sentir dolor, y cada vez son menos quienes creen que los peces no tienen dicha capacidad. En lugar de eso, es más habitual encontrarse con la negación de la capacidad para sentir dolor de los invertebrados, como insectos, arácnidos, crustáceos, bivalvos, etc. Incluso hay quienes practican el veganismo pero comen bivalvos (mejillones, ostras, etc.) porque dicen que estos no disponen de las estructuras materiales necesarias para tener una conciencia o porque, aunque tengan un sistema nervioso, dicen que el tipo de vida que llevan no requiere una conciencia, y por lo tanto no pueden sentir dolor ni nada. Por ejemplo, en el artículo «¿Veganismo o religión? Plantas y bivalvos», Andrés Solo dice que los bivalvos no sienten dolor ni nada porque el tipo de vida que llevan no requiere que tengan una conciencia. En otros artículos como «The ethical case for eating oysters and mussels» y «The ethical case for eating oysters and mussels - Part 2» pueden leerse argumentos similares.

3. Algunas personas dicen que los animales no humanos con sistema nervioso central tienen capacidad para sentir dolor, pero dicen que su dolor es diferente al dolor de los humanos. Por ejemplo, según el artículo «Una mirada científica al sufrimiento animal», Agustín Blasco, catedrático de la Universidad Politécnica de Valencia, dice en su libro «Ética y bienestar animal» lo siguiente: «Es evidente, indica, que aunque las ratas sufren dolor, hay que controlar sus poblaciones, aunque se pregunta si hay que hacerlas sufrir con venenos muy dolorosos. Eso sí, hay que tener en cuenta que su dolor no es igual al nuestro, pero también que no son máquinas, sino seres capaces de sufrir». Sin emitir un juicio sobre esta afirmación, vemos que estas personas reconocen que los animales no humanos sienten dolor y, por lo tanto, no pueden negar que también tengan interés en evitar dicho dolor, por lo que no habría más que decir, al rebatirse el argumento a sí mismo.

Formulamos de forma más clara las premisas y la conclusión del argumento:

ARGUMENTO QUE NIEGA EL DOLOR:

(P1) Si un ser no siente dolor entonces no tiene interés en evitar el dolor.
(P2) Existen seres con sistema nervioso central que no tienen capacidad para sentir dolor.
(C) Es éticamente correcto explotar y matar a quienes no sienten dolor.

A continuación vamos a mostrar cómo puede rebatirse este argumento.


PREMISA (P1): Si un ser no siente dolor entonces no tiene interés en evitar el dolor

Lógicamente, si un ser no tiene capacidad para sentir un determinado dolor entonces no tiene interés en evitar dicho dolor.

Nos interesa tener la capacidad para sentir dolor. Si alguien no tiene la capacidad para sentir dolor físico entonces se dañará sin ser consciente de ello, peligrando su interés de conservar su integridad y su interés en seguir viviendo. Si alguien no tiene la capacidad para sentir dolor emocional entonces será emocionalmente indiferente a las experiencias negativas propias y ajenas, lo cual le dificultará la comprensión y la práctica de la Ética.

Los masoquistas, las embarazadas que quieren sentir el dolor del parto, etc. tienen el interés de sentir dolor de una determinada manera, por lo tanto, para estas personas es bueno sentir dolor de esa manera. El dolor es malo para quienes no tienen interés en padecer dolor, por ello tienen el interés de evitarlo, de aliviarlo y de acabar con la causa que lo produce: el dolor innecesario siempre es malo.

PREMISA (P2): Existen seres con sistema nervioso central que no tienen capacidad para sentir dolor

Es importante darse cuenta que además del dolor físico, también existe el dolor emocional. Si un ser no tiene capacidad para sentir dolor eso no impide que sienta dolor ocurren cosas que no quiere que ocurran. Por ejemplo, los humanos que padecen analgesia congénita al dolor (congenital insensitivity to pain, o CIP, por sus siglas en inglés) padecen un desorden genético que les impide sentir dolor físico, pero ello no les impide sentir dolor emocional: la muerte de un ser querido, el miedo, etc. También las personas que han recibido una anestesia general no sienten dolor.

Cada persona sólo puede conocer su propio dolor, el dolor ajeno se deduce. El dolor es un estado de la conciencia, y como tal no puede ser observado. Comportamientos como retirarse, gritar o retorcerse no son el dolor en sí, ni tampoco son dolor los datos que nos aporta la medicina y las neurología. Deducimos que otros sienten dolor en base a indicadores. Óscar Horta, en su ensayo «Animales humanos y no humanos: de la discriminación al respeto», enumera los tres indicadores que nos permiten deducir que no sólo uno mismo siente dolor y placer, son los siguientes: conducta, fisiología y lógica evolutiva. Pasamos a detallar cada uno de ellos:

Dolor y conducta. Las respuestas ante los estímulos negativos se conoce como nocicepción. En su ensayo «Animales humanos y no humanos: de la discriminación al respeto», así lo explica Óscar Horta: «Conducta: En ocasiones, se dice que podemos saber si un ser humano sufre o disfruta porque nos lo puede decir. Sin embargo, si viésemos a alguien llorando y retorciéndose y, entre sollozos y gemidos, nos indicase que está disfrutando, no lo creeríamos. Cuando vemos a alguien gesticular, retorcerse, chillar o gritar de un modo determinado, deducimos que está sufriendo. Y si lleva a cabo otro tipo de gesticulaciones, por ejemplo, si se ríe, suponemos que lo está pasando bien. Lo mismo ocurre en el caso de los animales de especies distintas a la nuestra. Cuando vemos a un perro que salta y mueve el rabo podemos deducir que está disfrutando, mientras que si gime de un modo determinado cabe concluir que está sufriendo. La clase de conducta que alguien manifiesta es un motivo para creer que está sintiendo placer o sufriendo, tanto en el caso de los humanos como en el de animales de otras especies».

Dolor y fisiología. En su ensayo «Animales humanos y no humanos: de la discriminación al respeto», así lo explica Óscar Horta: «Fisiología: Este es el indicador más importante. No sufrimos y disfrutamos por arte de magia, por alguna capacidad misteriosa cuya causa no podemos explicar con claridad. Por el contrario, podemos sufrir y disfrutar porque tenemos una estructura fisiológica que lo permite. Esta consiste en un sistema nervioso centralizado, mediante el cual no sólo recibimos estímulos, sino que tenemos la experiencia que nos ocasiona tal estímulo. No sólo ocurre que nuestro organismo reacciona ante una bajada de temperatura (por ejemplo, mediante el erizamiento capilar), sino que percibimos la sensación de frío. Pues bien, no sólo los seres humanos poseen un sistema nervioso. También muchos otros animales las poseen. Esto ocurre tanto en el caso de los vertebrados como en el de muchos invertebrados». Al contrario que las plantas, los humanos poseen un sistema nervioso centralizado y receptores benzodiazepínicos u opioides endógenos, como endorfinas, que alivian el dolor cuando estos reciben una lesión seria, lo cual nos lleva a plantearnos la pregunta de ¿por qué razón los animales no humanos también iban a poseer estas estructuras y sustancias si no sintieran dolor?... no tendría sentido. Voltaire (1694-1778) ya se mofaba de los filósofos cartesianos–aquellos que defendían el mecanicismo animal, es decir, que los animales no humanos no sentían dolor– preguntando: «¿Ha dispuesto la naturaleza todos los resortes del sentimiento en este animal, para que finalmente no sienta? ¿tiene nervios para no moverse?».

Dolor y lógica evolutiva. En su ensayo «Animales humanos y no humanos: de la discriminación al respeto», así lo explica Óscar Horta: «Lógica evolutiva: La capacidad de sufrir y disfrutar posibilita a los seres con la posibilidad de moverse huir de aquello que les daña y acercarse a lo que les puede beneficiar (por ello, sería un absurdo evolutivo que aquellos seres sin la posibilidad de efectuar movimientos pudiesen sufrir y disfrutar). Ahora bien, no sólo los seres humanos podemos movernos, alejándonos o aproximándonos a lo que nos resulta negativo o positivo. Muchos otros animales tienen también esta capacidad. Así, no hay motivo evolutivo por el que sólo los seres humanos puedan tener experiencias positivas y negativas. Por otra parte, los seres humanos y los demás animales nos encontramos emparentados evolutivamente. No tiene sentido pensar que la capacidad de sufrir y disfrutar haya aparecido tan recientemente en la historia evolutiva que sólo los seres humanos la puedan poseer(1)».

A continuación se enumeran estudios sobre el dolor físico en no humanos:

CAPACIDAD PARA SENTIR DOLOR EN VERTEBRADOS:

En la web fishcount.org.uk se denuncia el sufrimiento que padecen los peces y otros animales marinos por culpa de la pesca comercial, aportando diversos estudios sobre el tema.

En 2009, el National Research Council of USA (Consejo Nacional de Investigación de los EEUU, NRC por sus siglas en inglés) reunió un comité especial para determinar si los animales no humanos sienten dolor y en caso afirmativo qué especies pueden sentirlo, para ser tenido en cuenta cuando se usan animales en experimentos científicos. Los resultados del comité se recogieron en un informe titulado «Recognition and Alleviation of Pain in Laboratory Animals», en el que se indica que se llegó al siguiente consenso: «El consenso del comité es que debería considerarse que todos los vertebrados son capaces de experimentar dolor».

CAPACIDAD PARA SENTIR DOLOR EN INVERTEBRADOS:

Muchos animales invertebrados no poseen cerebro tal y como lo entendemos. El sistema nervioso de los invertebrados superiores está constituído por una red de ganglios cerebroides o cerebrales que se disponen lateralmente por el cuerpo del animal, a diferencia de los vertebrados, en los invertebrados el sistema nervioso se ubica en posición ventral con respecto del cuerpo. Los animales invertebrados pueden experimentar dolor gracias a sus ganglios cerebrales y huyen cuando sienten peligro. Las leyes de varios estados incluyen a determinados invertebrados como los cefalópodos (pulpos, calamares) y crustáceos decápodos (langostas, cangrejos) en el ámbito de aplicación de las leyes de protección de los animales, lo que implica que a estos animales también se les considera capaces de experimentar el dolor y el sufrimiento.

Capacidad para sentir dolor en crustaceos

Los crustáceos (Crustacea, del latín crusta, "costra" y aceum, "relación o la naturaleza de algo") son un extenso subfilo de artrópodos, con más de 67.000 especies y sin duda faltan por descubrir hasta cinco o diez veces este número. Incluyen varios grupos de animales como las langostas, los camarones, los cangrejos, los langostinos y los percebes. Los crustáceos son fundamentalmente acuáticos y habitan en todas las profundidades, tanto en el medio marino, salobre y de agua dulce; unos pocos han colonizado el medio terrestre, como la cochinilla de la humedad (isópodos). Los crustáceos son uno de los grupos zoológicos con mayor éxito biológico, tanto por el número de especies vivientes como por la diversidad de hábitats que colonizan; dominan los mares, como los insectos dominan la tierra. El sistema es el típico de los antrópodos pero con una marcada tendencia a la fusión de los ganglios de los segmentos. En algunas especies es frecuente la presencia de axones gigantes que transmiten rápidamente los impulsos. Entre los órganos de los sentidos se encuentran ojos, pelos sensitivos y estatolitos. Los cangrejos y las langostas poseen unas cien mil neuronas.

Contrariamente a lo que afirman los vendedores de marisco, entre la comunidad cientí­fica existe poca duda de que las langostas sean sensibles al dolor. La gran mayorí­a de biólogos y cientí­ficos han aceptado que el sistema nervioso de las langostas es bastante sofisticado, lo que las hace que sean animales dotados de sensibilidad. Por ejemplo, el neurobiólogo Tom Abrams asegura que las langostas poseen una extensa colección de sentidos. Jelle Atema, bióloga marina en el Laboratorio Biológico Marino en Woods Hole, Massachussets, y una de las expertas en langostas más reconocidas, afirma: "Personalmente, creo que las langostas son capaces de sentir dolor". De hecho, es muy posible que el umbral de dolor de las langostas sea menor que el de los humanos, lo que harí­a que sufrieran más que nosotros en situaciones similares. De acuerdo al zoólogo experto en invertebrados Jaren G. Horsley, "las langostas no tienen un sistema nervioso automático que les permita entrar en estado de choque cuando son lastimadas. Es muy probable que noten cuando están siendo cortadas. Yo pienso que la langosta sufre mucho dolor cuando la están cortando y siente todo el dolor hasta que su sistema nervioso es destruido cuando la están cocinando viva".

"Como zoólogo experto en invertebrados que ha estudiado a los crustáceos durante varios años, puedo asegurar que las langostas poseen un sofisticado sistema nervioso que, entre otras cosas, les permite percibir y sentir acciones que las lastimen.Estoy seguro que las langostas pueden sentir dolor."Dr. Jaren G. Horsley


- En enero de 2013, un estudio titulado "Shock avoidance by discrimination learning in the shore crab (Carcinus maenas) is consistent with a key criterion for pain", realizado por Barry Magee and Robert W. Elwood, fue publicado en la revista Journal of Experimental Biology. El estudio ha revelado que el cangrejo de tierra (Carcinus maenas), un pariente cercano de las especies que se usan como alimento, responde a descargas eléctricas y luego las evita. Investigaciones anteriores han demostrado que las gambas y los cangrejos ermitaños también reaccionan a las situaciones dolorosas. Los científicos dicen que los resultados sugieren que la alimentación y la industria de la acuicultura debe repensar la forma en que trata a los animales.

"No sé lo que pasa por la mente de un cangrejo, pero puedo afirmar que la forma en la que reacciona va más allá de un reflejo directo y se ajusta a todos los criterios del dolor". Bob Elwood, profesor de la Universidad Queen de Belfast

- En 2009, una investigación realizada por Bob Elwood y Mirjam Appel de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad de Queen en Belfast (Reino Unido) mostró que el cangrejo no sólo sufre dolor sino que además guarda memoria de esa circunstancia. Según Elwood: "Ha existido un largo debate respecto a si los crustáceos como los cangrejos, las langostas o los camarones sienten dolor. Esta investigación demuestra que no se trata de un simple acto reflejo, sino que los cangrejos calibran su necesidad de encontrar un caparazón de calidad con la necesidad de evitar estímulos dolorosos", dijo a Science Daily[19].

- En octubre-noviembre de 2007, un estudio publicado en la revista New Scientist mostró que las gambas y otros crustáceos experimentan dolor. El estudio fue llevado por un grupo de científicos dirigido por Robert Elwood, experto en comportamiento animal de la Queen's University de Belfast. Según Elwood, el hecho de sentir dolor resulta crucial incluso para los animales más primitivos porque les permite cambiar de comportamiento trás una experiencia dañina y aumenta sus posibilidades de supervivencia.[20]

Capacidad para sentir dolor en moluscos

Los moluscos (Mollusca, del latín molluscus, "blando") forman uno de los grandes filums del reino animal. Los moluscos son los invertebrados más numerosos después de los artrópodos, e incluyen formas tan conocidas como las almejas, ostras, calamares, pulpos, babosas y una gran diversidad de caracoles, tanto marinos como terrestres. Son invertebrados protóstomos celomados, triblásticos con simetría bilateral (aunque algunos pueden tener una asimetría secundaria) y no segmentados, de cuerpo blando, desnudo o protegido por una concha. El sistema nervioso de los moluscos está muy diferenciado, y muy evolucionado en determinados grupos, como los cefalópodos. Está compuesto por una anillo de ganglios (anillo periesofágico) situados alrededor del esófago, que incluyen dos ganglios cerebroides y dos pleurales. De esta cadena de ganglios nacen cuatro cordones, dos hacia el pie y otros dos hacia la masa visceral. Los órganos de los sentidos están compuestos por ojos cefálicos (situados en la cabeza), y que son muy complejos en los cefalópodos, u ojos extracefálicos (situados o esparcidos por el manto), células sensoriales llamadas "estatocistos" (sentido del equilibrio) y quimiorreceptores (terminaciones nerviosas sensitivas) como los osfradios (situados en las branquias), papilas y fosetas olfatorias en la cabeza y el órgano subradular (asociado a la rádula). El grado máximo de cefalización en los moluscos se da en los cefalópodos (pulpo, etc.), en los que todos los ganglios están fusionados formando una importante masa cerebral (se puede hablar de un auténtico cerebro) protegida por un cráneo cartilaginoso, esto les imprime una alta capacidad de aprendizaje y de sofisticado comportamiento. [17]

Ostras, almejas y mejillones son moluscos bivalvos que poseen sistema nervioso y ganglios cerebroides. Los ganglios cerebroides son un conjunto de neuronas que constituyen el centro de control de los órganos de los sentidos. Los ganglios cerebroides son el cerebro rudimentario de los moluscos. En este vídeo vemos a una almeja comiendo sal. El sistema nervioso típico de los bivalvos está formado por 3 ganglios y un par de largos cordones nerviosos; el primer ganglio es el cerebropleural, el segundo el pedio y el tercero el visceral. Los dos primeros inervan el pie y el músculo aductor anterior, mientras que el último controla los músculos de los sifones y el músculo aductor posterior. Existen numerosos órganos de los sentidos en el borde del manto, como tentáculos con células sensoriales y quimiorreceptores y es posible la presencia de ocelos. En el pie existen estatocistos. Es típico también la presencia de un osfradio, en la parte posterior, en la cámara exhalante, que "detecta" la calidad del agua que circula por el interior del animal. A pesar de que solemos ver a los moluscos bivalvos pegados a las rocas, estos pueden desplazarse impulsándose con el pie muscular y extendiendo el biso, que también usan para enterrarse en la arena. La dopamina controla la persistencia de la memoria de largo plazo en moluscos[18].


Almeja enterrandose en el suelo (#688) (Link)

Capacidad para sentir dolor en insectos

- En marzo de 2010, la edición digital de la revista Nature ha publicado un estudio de investigadores de la Universidad Brandeis en Waltham (Estados Unidos), dirigidos por Paul A. Garrity, en el cual descubrieron un mecanismo molecular ancestral asociado al dolor común en humanos e insectos como las moscas y los mosquitos. Los resultados, arrojan luz sobre los orígenes evolutivos de la sensación del dolor. El estudio muestra que la proteína de canal iónico TRPA1 ayuda a las neuronas del gusto de los insectos a detectar los componentes químicos nocivos. TRPA1 participa en la respuesta humana al dolor ante tales irritantes, lo cual sugiere que este mecanismo molecular concreto no es exclusivo de los vertebrados. Según estos investigadores, no ocurre como con otros sentidos químicos, como el olfato o el gusto, sino que parece que la detección humana de irritantes recae en un sensor químico ancestral conservado a nivel molecular a lo largo de 500 millones de años de evolución.[21]

- Otro estudio da evidencias de que las abejas sienten dolor. El acetato de isopentila (IPA) es un componente principal de una feromona enviada por las abejas guardianas para alertar al resto de la colmena de que existe un peligro, y para estimularlas a picar al atacante. Núñez et al. mostraron que la exposición al IPA produce que el sistema opioide endógeno de la abeja produzca analgesia. Con lo cual las abejas defensoras continuarán atacando incluso si son heridas. Las abejas fueron sometidas a descargas eléctricas para producir una picadura. Descubrieron que hace falta un voltaje más alto para producir una picadura por parte de las abejas que habían sido expuestas al IPA y, por tanto, tenían su sistema analgésico natural activado, en comparación con las abejas que no habían sido expuestas. La respuesta también se incrementó con la cantidad de IPA a la que se expuso a las abejas. Es más, si las abejas eran expuestas a IPA y naloxona (que bloquea el sistema opioide), el efecto del IPA fue completamente compensado y las abejas continuaron picando incluso a una descarga más alta. Esto explica los resultados del estudio de Balderrama et al., que intentó descubrir si las abejas africanizadas eran más agresivas que las abejas europeas. Descubrieron que las africanizadas respondían con menos picaduras que las europeas al mismo estímulo. Sin embargo, esto no se debe a que las europeas sean menos agresivas, sino más bien a que tienen un sistema de respuesta al dolor más efectivo. Es decir, el distinto sistema de dolor de las abejas se relaciona con su comportamiento ante las amenazas.

- En 1987, Balderrama et al. llevaron a cabo un experimento en el que las abejas eran expuestas a descargas eléctricas, siendo anotada su respuesta. A continuación se inyectó a varias abejas morfina y naloxona, procediendo a repetir las descargas eléctricas. La conclusión fue que las abejas tienen un sistema antineurálgico, que tiene efectos anagélsicos, y que puede ser aumentado con morfina o bloqueado con naloxona.

"La morfina (50 a 200 n-moles/abeja) produce una inhibición de la respuesta de las abejas a los estímulos eléctricos según la dosis, y este efecto es antagonizado por la naloxona. Estos hallazgos indican la incidencia de receptores opioides en las abejas y sugieren la existencia de opioides endógenos, es decir, un sistema endorfínico para la modulación de la percepción del dolor. Sin embargo, hay que tener en cuenta dos hechos. Primero, incluso aunque las dosis de naloxona que atagonizan la morfina son similares para las abejas y los vertebrados, el D50 [inhibición del 50% de la respuesta de aguijonear] de la morfina para las abejas (927 ug/g) fue mucho más grande que la que se informó para pruebas terapéuticas de los vertebrados (0.30 - 10.0 ug/g), y entre 3 y 10 veces más alta que la que se informó de otros artrópodos. Segundo, las abejas inyectadas con encefalinas y péptidos relacionados a una dosis de 200 n-moles/bee no exhibieron el mismo efecto que el de la morfina. Los resultados obtenidos por los experimentos con morfina sugieren que un sistema endorfínico es responsable de la modulación de dolor en las abejas".

El etólogo Vitus B. Dröscher nos habla sobre el dolor de los insectos:

"¿Qué pasa con los insectos? Cincuenta años atrás, un investigador especializado en abejas hizo un experimento espantoso: “una abeja posada en el borde de un plato de cristal saboreando miel, está tan cautivada que ni siquiera se da cuenta si alguien le corta la parte posterior del cuerpo. El insecto sigue chupando miel pese a que esta vuelve a salir por el abdomen seccionado”. Esto se consideró como prueba de que los insectos no sentían nada.

En 1965, el profesor Vincent Dethier descubrió y demostró que los insectos sienten dolor. La perdida de una pata o un ala es sentida por el animal. Esto lo demostró con análisis bioquímicos de insectos con los cuerpos heridos. Éstos envían al torrente sanguíneo (hemolinfa en los insectos) hormonas y otras sustancias necesarias, de manera parecida a lo que sucede en el hombre, en estado de fuerte excitación anímica.

Las abejas pueden llegar a sentir una especie de “añoranza”. Si se caza en una flor, encerrándolas luego en una jaula, en su sangre se derrama una sustancia que les provoca un sentimiento de pánico. De no dejarla pronto en libertad, una abeja morirá de miedo al cabo de pocas horas."Dr. Vitus B. Dröscher, Etólogo

- En 1956, ya había indicios de que las abejas tenían un sistema nervioso lo suficientemente desarrollado como para transmitir señales de dolor. Al contrario que en el caso de las plantas, el dolor es una herramienta útil para la pervivencia genética, dado que las abejas son capaces de desplazarse para evitarlo.

Capacidad para sentir dolor en medusas

Hasta hace poco se pensaba que las medusas tenían un sistema nervioso sin cerebro.

- En junio de 2011, se descubrió que las medusas son mucho más que plasma y veneno. Estos antiguos animales carnívoros multiorgánica son mucho más que un protoplasma sin sentido. Poseen un complejo sistema visual que les permite navegar por los pantanos en que viven y tienen lo que podría llamarse un sistema nervioso central y un cerebro. No son flotadores meramente pasivos y los patrones de comportamiento que exhiben no son simples reflejos pero están bastante bien organizados. Por ejemplo, cuando la medusa mira al cielo está efectivamente en busca de una guía para la navegación[16].

Capacidad para sentir dolor en animales con sistemas nerviosos no centralizados

Los individuos con sistemas nerviosos no centralizados parece que no pueden sentir[4].

Capacidad para sentir dolor en esponjas

Las esponjas o poríferos son de los pocos seres vivos que han sido clasificados como animales aunque no poseen un sistema nervioso, debido a ello no tienen capacidad para sentir y, por lo tanto, no tienen experiencia alguna.

CONCLUSIÓN (C): Es éticamente correcto explotar y matar a los animales no humanos

No podemos llegar a la conclusión de que sea éticamente correcto explotar y matar a los animales no humanos porque la inmensa mayoría de animales no humanos tienen capacidad para sentir dolor e intereses respecto a dicha experiencia. En el caso de los moluscos bivalvos, su estructura física similar nos debería llevar a tomar una actitud hacia ellos similar a la que tenemos hacia seres más complejos: si existen casos en los que se debe aplicar el principio de precaución, éste parece ser caso idóneo.






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