RESUMEN:¿Qué característica diferencia a las meras cosas de aquellas cosas que deben ser respetadas? ¿cómo llama la Ética a las cosas que no deben ser tratadas como si sólo fueran cosas? Éstas son las principales preguntas a las que aquí se debe responder.
Un rasgo esencial de la Ética es la utilización de un criterio que sirva para diferenciar las cosas que pueden ser usadas de aquellas cosas que merecen respeto. La existencia de cosas que tienen intereses hace imposible que se pueda afirmar racionalmente que debemos considerar a todas las cosas por igual. Los interes deben ser respetados y estos son siempre intereses de una conciencia. Toda aquella cosa material que tiene una conciencia merece respeto, independientemente de lo que dicha cosa sea. A la idea de que se debe respetar a las cosas que tienen conciencia se la llama sensocentrismo. Para ser coherentes con el sensocentrismo debemos practicar el veganismo, pues la inmensa mayoría de los animales no humanos tambien tienen conciencia, es decir, son personas que pueden sufrir y disfrutar y que por lo tanto tienen intereses respecto de dichas experiencias.
Palabras clave: cosa, conciencia, cosmovisión, persona, sensocentrismo
Un rasgo esencial de la Ética es la utilización de un criterio que sirva para diferenciar las cosas que pueden ser usadas de aquellas cosas que merecen respeto. La existencia de cosas que tienen intereses hace imposible que se pueda afirmar racionalmente que debemos considerar a todas las cosas por igual. Los interes deben ser respetados y estos son siempre intereses de una conciencia. Toda aquella cosa material que tiene una conciencia merece respeto, independientemente de lo que dicha cosa sea. A la idea de que se debe respetar a las cosas que tienen conciencia se la llama sensocentrismo. Para ser coherentes con el sensocentrismo debemos practicar el veganismo, pues la inmensa mayoría de los animales no humanos tambien tienen conciencia, es decir, son personas que pueden sufrir y disfrutar y que por lo tanto tienen intereses respecto de dichas experiencias.
Palabras clave: cosa, conciencia, cosmovisión, persona, sensocentrismo
Como ya sabemos, la Ética impone normas que limitan la libertad, esto debe ser así porque lo que alguien elige hacer puede perjudicar a las demás personas[1], pero ¿qué es «una persona»?
Dependiendo del criterio que se utilice para diferenciar a las cosas que son para usar de aquellas otras cosas que merecen respeto se establece una cosmovisión o "visión del mundo" diferente a partir de la cual se desarrollarán la sociedad, la cultura, etc. A grandes rasgos, la civilización humana ha pasado por tres cosmovisiones. En la Edad Antigua la civilización era cosmocentrista, pues se creía que el cosmos, universo o naturaleza debía decidir el destino de todos los seres. A partir del siglo V comenzó la Edad Media con su teocentrismo, pues se creía que Dios debía decidir el destino de las cosas que «él creó», según su plan divino. Y después, a partir del siglo XIV con el Renacimiento, llegó la Edad Moderna con su Ilustración: los humanos se revelan contra la tiranía religiosa y toman el control: el ser humano comienza a ser dueño de su propio destino mediante el humanismo cuya base es el antropocentrismo. En Las palabras y las cosas, Michel Foucault (1926-1984) indica que "antes del fin del siglo XVIII el hombre no existía"(Foucault, 1966:300). Actualmente la civilización está cambiando hacia el sensocentrismo, el cual consiste en respetar a toda aquella cosa que gracias a tener una conciencia puede sufrir y disfrutar; ésta es la cosmovisión tratada en esta entrada.
Existe una cosmovisión llamada biocentrismo que dice que el criterio éticamente relevante para mostrar respeto hacia una cosa es que tenga vida[4]. A estas personas no las respondemos en la presente entrada.
Tras el abandono del teocentrismo, muchas religiones pasaron a basarse en el antropocentrismo, es decir, en la idea de que el criterio éticamente relevante a la hora de mostrar respeto moral hacia otros individuos es que pertenezcan a la especie humana (Homo sapiens), por ello muchas personas religiosas caen en el especismo antropocéntrico[5] que, como vimos, usa la falacia de petición de principio, que es la fuente de todas las discriminaciones arbitrarias imaginables. Para disimular el especismo antropocéntrico, los religiosos apelan a características cuya existencia no puede ser comprobada (alma[6], espíritu[7], dignidad[8], etc.) y que supuestamente poseen todos los humanos y sólo ellos, pues dicen que sólo los humanos están hechos a "imagen y semejanza de Dios".
El antropocentrismo es una idea religiosa que tiene una tradición de miles de años, por lo que inconscientemente muchos ateos la tienen asimilada a su discurso ético. A diferencia de los antropocentristas religiosos, los antropocentristas no religiosos intentan disimular su especismo apelando a características que pueden ser empíricamente comprobables y que supuestamente poseen todos los humanos y sólo ellos[9] pero, como vimos, este discurso les lleva a hacer uso de la falacia ecológica. El rechazo a la falacia ecológica muestra que los criterios que utilizan dejan fuera de la consideración moral a los llamados "casos marginales", es decir, a humanos que no cumplen el criterio éticamente relevante indicado por estas personas.
A quienes nos dirigimos en esta entrada es a las personas que, no haciendo uso de las falacias y trampas mencionadas, dicen que el criterio éticamente relevante a la hora de mostrar respeto moral hacia otros individuos -lo que les hace personas- no es que tengan capacidad para sentir sino que posean otra característica C que es exclusiva de un subconjunto de humanos, y que también podría incluir a un subconjunto de animales no humanos. Algunas de estas personas, como en el caso de Peter Singer, reconocen que los individuos con capacidad para sentir tienen el interés de no sufrir, por lo que dicen que debemos evitar producirles un sufrimiento innecesario; pero añaden que existen seres sintientes, humanos y no humanos, que no tienen interés de seguir viviendo[10], por lo que consideran que no es éticamente incorrecto matarlos si no se les produce sufrimiento. Como vimos, todos los seres sintientes tienen el interés de disfrutar, por lo tanto tienen implícitamente el interés de seguir viviendo, por lo tanto estas personas deberían aceptar el criterio sensocentrista. En esta entrada nos enfrentaremos principalmente a otros plantamientos similares al de Singer, pero que no apelan a intereses sino a criterios como ser auto-conciente, ser racional, etc., como es el caso de Tristam Engelhardt:
Dependiendo del criterio que se utilice para diferenciar a las cosas que son para usar de aquellas otras cosas que merecen respeto se establece una cosmovisión o "visión del mundo" diferente a partir de la cual se desarrollarán la sociedad, la cultura, etc. A grandes rasgos, la civilización humana ha pasado por tres cosmovisiones. En la Edad Antigua la civilización era cosmocentrista, pues se creía que el cosmos, universo o naturaleza debía decidir el destino de todos los seres. A partir del siglo V comenzó la Edad Media con su teocentrismo, pues se creía que Dios debía decidir el destino de las cosas que «él creó», según su plan divino. Y después, a partir del siglo XIV con el Renacimiento, llegó la Edad Moderna con su Ilustración: los humanos se revelan contra la tiranía religiosa y toman el control: el ser humano comienza a ser dueño de su propio destino mediante el humanismo cuya base es el antropocentrismo. En Las palabras y las cosas, Michel Foucault (1926-1984) indica que "antes del fin del siglo XVIII el hombre no existía"(Foucault, 1966:300). Actualmente la civilización está cambiando hacia el sensocentrismo, el cual consiste en respetar a toda aquella cosa que gracias a tener una conciencia puede sufrir y disfrutar; ésta es la cosmovisión tratada en esta entrada.
Existe una cosmovisión llamada biocentrismo que dice que el criterio éticamente relevante para mostrar respeto hacia una cosa es que tenga vida[4]. A estas personas no las respondemos en la presente entrada.
Tras el abandono del teocentrismo, muchas religiones pasaron a basarse en el antropocentrismo, es decir, en la idea de que el criterio éticamente relevante a la hora de mostrar respeto moral hacia otros individuos es que pertenezcan a la especie humana (Homo sapiens), por ello muchas personas religiosas caen en el especismo antropocéntrico[5] que, como vimos, usa la falacia de petición de principio, que es la fuente de todas las discriminaciones arbitrarias imaginables. Para disimular el especismo antropocéntrico, los religiosos apelan a características cuya existencia no puede ser comprobada (alma[6], espíritu[7], dignidad[8], etc.) y que supuestamente poseen todos los humanos y sólo ellos, pues dicen que sólo los humanos están hechos a "imagen y semejanza de Dios".
El antropocentrismo es una idea religiosa que tiene una tradición de miles de años, por lo que inconscientemente muchos ateos la tienen asimilada a su discurso ético. A diferencia de los antropocentristas religiosos, los antropocentristas no religiosos intentan disimular su especismo apelando a características que pueden ser empíricamente comprobables y que supuestamente poseen todos los humanos y sólo ellos[9] pero, como vimos, este discurso les lleva a hacer uso de la falacia ecológica. El rechazo a la falacia ecológica muestra que los criterios que utilizan dejan fuera de la consideración moral a los llamados "casos marginales", es decir, a humanos que no cumplen el criterio éticamente relevante indicado por estas personas.
A quienes nos dirigimos en esta entrada es a las personas que, no haciendo uso de las falacias y trampas mencionadas, dicen que el criterio éticamente relevante a la hora de mostrar respeto moral hacia otros individuos -lo que les hace personas- no es que tengan capacidad para sentir sino que posean otra característica C que es exclusiva de un subconjunto de humanos, y que también podría incluir a un subconjunto de animales no humanos. Algunas de estas personas, como en el caso de Peter Singer, reconocen que los individuos con capacidad para sentir tienen el interés de no sufrir, por lo que dicen que debemos evitar producirles un sufrimiento innecesario; pero añaden que existen seres sintientes, humanos y no humanos, que no tienen interés de seguir viviendo[10], por lo que consideran que no es éticamente incorrecto matarlos si no se les produce sufrimiento. Como vimos, todos los seres sintientes tienen el interés de disfrutar, por lo tanto tienen implícitamente el interés de seguir viviendo, por lo tanto estas personas deberían aceptar el criterio sensocentrista. En esta entrada nos enfrentaremos principalmente a otros plantamientos similares al de Singer, pero que no apelan a intereses sino a criterios como ser auto-conciente, ser racional, etc., como es el caso de Tristam Engelhardt:
“Lo que distingue a las personas es su capacidad [en el sentido de ser en acto] de ser auto-conscientes, racionales y preocupadas por el mérito de la reprobación o del elogio. [...] no todos los seres humanos son personas. No todos los seres humanos son auto-concientes, racionales y capaces de concebir la posibilidad de la reprobación y del elogio. Los fetos, los recién nacidos, los impedidos mentales muy profundos y los comatosos sin esperanza [y podríamos agregar los seniles] ofrecen ejemplos de no-personas humanas. Son miembros de la especie humana pero no tienen en y por sí mismas un lugar en la comunidad moral laica”. Tristam Engelhardt, La fundación de la bioética, 1996
Algunas de las personas que rechazan el sensocentrismo como criterio ético a veces dicen que éste considera que matar a seres sintientes que están inconscientes es éticamente correcto[11], pero vimos que esto no es así, puesto que toda persona tiene intereses almacenados en su memoria aunque temporalmente esté inconsciente.
Formulamos de forma más clara el argumento que utilizan dichas personas. Las premisas y la conclusión serían las siguientes:
ARGUMENTO: Una conciencia no es una persona
(P1) “Existe una característica C que diferencia a las meras cosas de aquellas cosas que deben ser respetadas”.
(P2) “La conciencia no es la característica C”.
(P3) “La auto-consciencia o la racionalidad o la preocupación por la reprobación/elogio es la característica C”.
(C) “Es éticamente correcto explotar y matar a las cosas que no poseen la característica C”.
(P1) “Existe una característica C que diferencia a las meras cosas de aquellas cosas que deben ser respetadas”.
(P2) “La conciencia no es la característica C”.
(P3) “La auto-consciencia o la racionalidad o la preocupación por la reprobación/elogio es la característica C”.
(C) “Es éticamente correcto explotar y matar a las cosas que no poseen la característica C”.
A continuación vamos a mostrar cómo puede rebatirse este argumento.
PREMISA (P1): “Existe una característica C que diferencia a las meras cosas de aquellas cosas que deben ser respetadas”
Si alguien afirma que debemos considerar a toda la materia por igual entonces no habría diferencia entre, por ejemplo, serrar un trozo de madera o serrar a cualquier humano que pasea por la calle. Esta idea irracional, de ser aplicada, tendría unas consecuencias desastrosas para cualquiera porque niega que se deban considerar los intereses, lo cual es un absurdo, pues todo aquel que tiene un interés quiere que dicho interés sea considerado, no ignorado. La existencia de cosas que tienen intereses hace imposible que se pueda afirmar racionalmente que debemos considerar a todas las cosas por igual. Por dicha razón un rasgo esencial de la Ética es la utilización de un criterio que sirva para diferenciar las cosas que pueden ser usadas de aquellas cosas que merecen respeto y, como hemos explicado, los intereses tienen mucho que ver en esto:
COSA PARA USAR >< COSA PARA SER RESPETADA
A veces a dicha dicotomía se la llama algo-alguien o cosa-persona, aunque a nivel de razonamiento el nombre que le pongamos a cada una de estas ideas diferenciadas es lo de menos. Por lo tanto la premisa (P1) es verdadera.
Las cosas que merecen respeto se dice que tienen derechos morales, y por ésta razón ética las leyes jurídicas deben protegerlas respaldando sus derechos morales con derechos jurídicos[2].
PREMISA (P2): “La conciencia no es la característica C”
Como hemos explicado, la razón por la que no se debe tratar a todas las cosas por igual es porque algunas cosas tienen intereses, por lo tanto ésta es una característica esencial de la Ética. Un interés es una idea consistente en querer que ocurra algo, por ejemplo querer que te pongan una inyección o, por el contrario, querer que no te la pongan, y estas ideas existen en una conciencia. Toda conciencia tiene capacidad para sufrir y disfrutar, y por lo tanto tiene intereses respecto a dichas experiencias. Es la existencia de una conciencia lo que va a hacer posible que existan cosas que merecen respeto, pues dichas cosas con conciencia tienen intereses. Por lo tanto la premisa (P2) es falsa.
A la idea de que debemos respetar los intereses de toda cosa que tiene conciencia se la llama sensocentrismo (sentiocentrism) y a su puesta en práctica se la llama veganismo. Si no se consideran por igual los intereses de todos entonces se viola el principio de igual consideración de intereses[12], lo cual da lugar a todos los tipos de discriminaciones arbitrarias posibles, incluida la discriminación especista[].
PREMISA (P3): “La auto-consciencia o la racionalidad o la preocupación por la reprobación/elogio es la característica C”
Algunas personas dicen que lo que diferencia a las cosas que son para usar (cosas) de las cosas merecen un respeto (personas) no es que la cosa tenga una conciencia, como acabamos de demostrar, sino que además posea otra característica. Antes que nada, estas personas deberán darnos la razón por la que si una cosa tiene una conciencia eso no es razón suficiente para tener en consideración sus intereses, pues al añadir la necesidad de poseer más características podrían estar discriminando arbitrarimente a quienes no las poseen.
Decir que debemos respetar a los humanos porque son humanos es no decir nada, es una ética hueca. Debemos respetar a otros humanos porque tienen intereses, no son meras cosas. No reconocernos frente a un espejo (en humanos no ocurre hasta los 18 meses de edad), tener poca capacidad de razonamiento, o que no nos importe la reprobación/elogio de los demás no nos convierte a las personas en cosas.
CONCLUSIÓN (C): “Es éticamente correcto explotar y matar a las cosas que no poseen la característica C”
Dado que lo que diferencia a las cosas de las personas sólo es la posesión de una concienca entonces es éticamente incorrecto explotar y matar a las personas si dichas personas no tienen interés en que eso suceda. Por lo tanto la conclusión (C1) es falsa.