Un rasgo esencial de la Ética es la utilización de un criterio mediante el cual se pueda diferenciar a las personas de las cosas. En las sociedades antropocentristas en las que vivimos es habitual usar la palabra «persona» como sinónimo de «humano», por eso está recogida esa acepción en el diccionario. Sin embargo,
en Ética se usa la palabra «persona» para diferenciar a los seres que deben ser respetados de los seres que son meras cosas.Peter Singer lo explica así: «el uso del término persona es, en sí mismo, susceptible de despistar, ya que es una palabra que se usa con frecuencia como si quisiera decir lo mismo que ser humano. Sin embargo, los términos no son equivalentes; podría existir una persona que no fuera miembro de nuestra especie. También podrían existir miembros de nuestra especie que no fuesen personas». Por ejemplo, en el debate sobre el aborto inducido de embriones humanos se pone en cuestión en qué momento del embarazo un embrión humano se convierte en una persona
[1]. Por lo tanto,
primero se utiliza un criterio para diferenciar éticamente a los seres que son personas de los seres que son cosas, y es después cuando se "gestionan" dichas personas mediante normas éticas. En la actualidad, la mayoría de sociedades humanas son antropocentristas, es decir, el criterio que se usa en ellas para diferenciar a las personas de las cosas es «pertenecer a la especie humana»
[2], aunque el liberalismo empuja a la sociedad hacia el egocentrismo
[3], convirtiendo también en mercancías a los humanos que no son ricos. La consecuencia de aceptar el antropocentrismo es el especismo antropocéntrico
[4] que convierte a quienes no son humanos en cosas, es decir, considera éticamente correcto explotarles y matarles. A continuación voy a demostrar que el criterio para diferenciar a personas de cosas es ser sintiente.
Historia de las cosmovisiones![]()
A grandes rasgos y desde un punto de vista occidental, la civilización humana ha pasado por tres cosmovisiones. En la
Edad Antigua la civilización era cosmocentrista, pues se creía que el cosmos, universo o naturaleza debía decidir el destino de todos los seres, en un ir y venir cíclico. A partir del siglo V comenzó la
Edad Media con su
teocentrismo, según el cual se creía que un dios debía decidir el destino de los seres que «él creó», según su plan divino lineal; se entró en una época oscura. Y después, a partir del siglo XIV con el
Renacimiento, llegó la
Edad Moderna con la
Ilustración y los humanos se revelaron contra la tiranía religiosa y tomaron el control: el ser humano comienza a ser dueño de su propio destino mediante el
antropocentrismo, poniéndolo en práctica mediante el
humanismo. En
Las palabras y las cosas (1966)
Michel Foucault (1926-1984) afirma que «antes del fin del siglo XVIII el hombre no existía», pues es la
Revolución francesa (1789) la que da lugar ese mismo año en Francia a la
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, de carácter universal, pero que no incluía a las mujeres ni a los esclavos. En 1791
Olympe de Gouges (1749-1793) proclamó la
Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, aunque era un documento no oficial. La esclavitud se abolió en Francia mediante la
Convención Nacional el 4 de febrero de 1794, pero fue restaurada por
Napoleón Bonaparte (1769-1821) en 1810, y abolida otra vez en 1848. No fue hasta el 10 de diciembre de 1948, después de la
Segunda Guerra Mundial (1939-1945), cuando se escribió la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, texto cumbre del antropocentrismo.
El sensocentrismo considera que los seres sintientes son personas, y que el resto de seres son cosas. En Oriente, una especie de sensocentrismo religioso lleva milenios siendo parte de la cultura jainista
[3], mientras que en occidente no sería hasta 1789 cuando el filósofo inglés
Jeremy Bentham (1748-1832) planteó la importancia de tener en cuenta el interés de no sufrir de todos los seres en nuestras decisiones éticas:
«¿Hay alguna razón para que se permita que atormentemos a los animales? Yo no veo ninguna... Ha habido épocas en que la mayor parte de la especie humana, bajo la denominación de esclavos, ha sido tratada del mismo modo....como ahora se trata todavía a las razas inferiores de animales. Quizá llegue el día en que el resto de los animales adquieran los derechos de los que nunca pudieron ser privados excepto por la mano de la tiranía. Los franceses ya han descubierto que la negrura de la piel no es razón para abandonar a un ser humano al capricho de su torturador. Quizá llegue el día en que se reconozca que el número de patas, la pilosidad de la piel o la terminación del hueso sacro son razones igualmente insuficientes para abandonar a un ser sensitivo al mismo destino... Un caballo adulto o un perro pueden razonar y comunicarse mejor que un infante de un día o de una semana o incluso de un mes. Pero la cuestión no es ¿pueden razonar?, o ¿pueden hablar?, sino ¿pueden sufrir?» [...] «Si un ser sufre, no puede existir justificación moral para rehusar tomar ese sufrimiento en consideración. No importa la naturaleza del ser, el principio de igualdad requiere que su sufrimiento se considere igual al sufrimiento semejante de cualquier otro ser» [...] «Llegará el día en que el resto de la creación animal podrá adquirir esos derechos que nunca pudieron ser alejados de ellos más que por la mano de la tiranía.» Jeremy Bentham, en Los principios de la moral y la legislación, cap.XVII, 1789.
En la
«Encyclopedia of Animal Rights and Animal Welfare» («Enciclopedia de Derechos Animales y Bienestar Animal»), editada por Marc Bekoff y por Carron A. Meaney, se explica el sensocentrismo de la siguiente manera:
«El sensocentrismo (centrado en la sensibilidad; ver "SENTIENTISM") ético ambiental sostiene que las criaturas sensibles -aquellos que pueden sentir y percibir- son moralmente importantes por derecho propio. [...] Este tipo de ética protege los árboles y los ecosistemas, por ejemplo, no por su propio bien, sino porque proporcionan un hábitat para las criaturas sensibles. El sensocentrismo rompe los límites de la moral tradicional del club de seres humanos y puede tener implicaciones radicales para la ganadería, la experimentación con animales y la caza.* Sin embargo, desde una perspectiva de una ética ambiental más amplia, el sensocentrismo no es más que una pequeña modificación de la ética tradicional. Se extiende la preocupación moral más allá de los seres humanos, sólo a nuestros primos más cercanos, los animales sensibles, y niega la preocupación moral directa a 99% de los seres vivos en el planeta, así como a las especies y a los ecosistemas. Los sensocentristas responden que no tiene sentido una atención directa sobre los árboles o los ecosistemas y que la idea de obligaciones hacia las bacterias es una tontería.» —Encyclopedia of Animal Rights and Animal Welfare. Edited by Marc Bekoff with Carron A. Meaney. Foreword by Jane Goodall. pag.159. Greenwood Press; 1 edition (June 30, 1998)
Tambien se explica el sensocentrismo en segunda edición (2010) de la
«Encyclopedia of Animal Rights and Animal Welfare»:
«A sentiocentric environmental ethic holds that sentient creatures —those who can feel and perceive— are morally important in their own right. Some of the best-known defenders of animals accept this environmental ethic, including Peter Singer. Because it is likely that only vertebrate animals —mammals, birds, fish, amphibians, and reptiles— consciously feel and perceive, a sentiocentric environmental ethic treats nonvertebrate nature as solely of instrumental value for sentient creatures. Such an ethic protects trees and ecosystems, for example, not for their own sake, but because they provide habitat and other benefits for sentient creatures. Sentiocentrism breaks down the boundaries of the traditional human-only moral club and is likely to have radical implications for animal agriculture, animal experimentation, hunting, and other human uses of animals. Nonetheless, from the perspective of a broader environmental ethic, sentiocentrism is but a small modification of the traditional, human-centered ethic. It extends moral concern beyond humans only to our closest cousins, the sentient animals, and it denies direct moral concern for 99 percent of living beings on the planet, as well as species and ecosystems. Sentiocentrists respond that it makes no sense to care directly about trees or ecosystems for their own sake because they don’t matter to themselves, and experiencing and pursuing one’s own good is what brings into the world the kind of value that we ought to directly morally consider.» —Encyclopedia of Animal Rights and Animal Welfare. 2nd Edition, pags.221-222.
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Algunas personas dicen que no debemos usar un criterio para diferenciar a las personas de las cosas. Si se rechaza utilizar un criterio éticamente relevante que diferencie a las personas de las cosas entonces o todo son cosas, y por lo tanto todo es utilizable, o todo son personas, y por lo tanto debemos «respetar todo». En ambos casos, rechazar una diferenciación iguala a todos los seres por la característica que todos comparten: son materia. Por ejemplo, según dicho argumento, una mesa, un perro y un humano ocuparían la misma categoría ética: todos ellos serían cosas, o todos ellos serían personas. Si todos los seres fueran considerados éticamente como cosas entonces no tendría sentido hablar de Ética, pues todos los seres serían utilizables, incluido quien defendiera dicha idea, lo cual contradeciría sus intereses, rebatiéndose a sí mismo, pues lógicamente un interés no puede ser autofrustrado
[5]. No es casualidad que la Regla de Oro de la Ética se origine en los intereses de cada conciencia
[6], pues la materia por sí sóla no impone ningún deber. Por lo tanto
el criterio que diferencia a las personas de las cosas es «ser sintiente» y todo lo sentido lo siente alguien (una conciencia); a usar dicho criterio se le llama sensocentrismo, y sensocentristas a quienes lo defienden. Tampoco es cierto que «todo son personas», como si cada átomo y electrón fuera una persona, pues para que exista un conflicto de intereses tiene que haberlos y la materia por sí sóla no los tiene, por lo que es éticamente correcto usarla. Por ello no tiene sentido afirmar que «el sensocentrismo discrimina arbitrariamente a los seres que no tienen una conciencia», pues los seres que no tienen conciencia no tienen intereses que frustrar.
El sensocentrismo es una idea que no discrimina arbitrariamente a nadie, ni considera éticamente a las cosas como si fueran personas.Daniel C. Dennett (1942-) en su libro «Tipos de Mentes» dice lo siguiente:
“La pertenencia a la clase de cosas que tienen mente proporciona una garantía de primordial importancia: la de cierta categoría moral. Sólo a los que poseen mente les importa, sólo a los que tienen mente puede preocuparles lo que ocurre. Si yo le hago algo a usted que usted no quiere que yo le haga, eso tiene una importancia moral. Importa porque le importa a usted. Puede que no importe mucho, o que sus intereses se vean superados por todo tipo de razones o que el hecho de que a usted le importe pueda incluso hacer que se muestre a favor de lo que yo hago (si es que le estoy castigando a usted por una mala acción suya). En cualquier caso, esa preocupación suya automáticamente pesa algo en la ecuación moral. Si las flores tuvieran mente, lo que les hacemos podría importarles y no solamente importaría a los que se preocupan por las flores. Si no hay nadie a quien le importe, entonces no importa lo que le hagamos a las flores.
Podríamos equivocarnos. Podríamos adjudicar mente a cosas que no la tengan o podríamos pasar por alto una cosa con mente. Estas equivocaciones no serían equivalentes. Pasarse en atribuir mentes («hacerse amigo» de las plantas de nuestra casa o quedarnos en vela por las noches preocupándonos por el ordenador que duerme en nuestro escritorio) es, como mucho, un estúpido error de credulidad. Quedarse corto al atribuir mentes (no tener en cuenta o rebajar o negar la experiencia, el sufrimiento y la alegría, las ambiciones truncadas y los deseos frustrados de una persona o animal que tuviera mente) sería un pecado terrible. Porque, en definitiva: ¿Cómo se sentiría usted si se le tratara como a un objeto inanimado? (Dése cuenta de cómo esta pregunta retórica apela a nuestra categoría compartida como poseedores de mente).
Lo cierto es que ambos errores podrían tener graves consecuencias morales. Si nos pasamos en la atribución de mentes (si, por ejemplo, nos hacemos a la idea de que como las bacterias tienen mente no podemos justificar su eliminación) ello podría llevarnos a sacrificar el interés de muchos legítimos portadores de intereses (nuestros amigos, nuestros animales de compañía, nosotros mismos) por cosas que no tuvieran ninguna importancia moral genuina. El debate acerca del aborto gira alrededor de un dilema semejante; algunos creen que es evidente que un feto de diez semanas tiene mente, y otros piensan que es evidente que no. Si no tiene mente, entonces queda abierto el camino para argumentar que el feto no tiene mayores intereses que los que pueda tener, pongamos, una pierna gangrenada o un diente cariado: y entonces se podría destruir para salvar la vida (o sencillamente para servir a los intereses) de la persona que tiene intereses y de la cual forma parte.
Si el feto ya tiene mente, entonces, decidamos lo que decidamos, tenemos que considerar sus intereses conjuntamente con los de su portador temporal. En medio de estas dos posiciones extremas se encuentra el auténtico dilema: el feto desarrollará enseguida su propia mente si no se lo perturba, de modo que ¿cuándo empezamos a contar sus futuros intereses? La relevancia de poseer una mente en relación con la categoría moral resulta especialmente clara en estos casos, ya que si se sabe que el feto en cuestión es anacefálico (que carece de cerebro) cambia la consideración de forma drástica para la mayoría de las personas. No para todas. (No es que intente sentar aquí estos asuntos morales, sino solamente mostrar cómo una opinión moral común amplía nuestro interés sobre estas cuestiones mucho más allá de nuestra curiosidad normal).”
Daniel Dennett, Tipos De Mentes, Págs 15, 16 y 17 Algunos veganos se inventan ideas erróneas sobre qué es el sensocentrismo. Por ejemplo, en el artículo
«No hay centro»,
«La perversión del veganismo: el sensocentrismo» (y en otros) se rechaza el sensocentrismo y se le atribuyen unas ideas que son ajenas a éste. Como expliqué en el anterior párrafo, el sensocentrismo únicamente es la idea que afirma que los seres sintientes no son meras cosas, sino que son personas en un sentido ético.
La Ética nos lleva al sensocentrismo mediante el uso de la Lógica. La Ética utiliza la Lógica para inferir normas sobre lo que no se debe hacer, y dicho deber se origina en los intereses, que a su vez pertenecen a seres sintientes. Es por ello que la Ética es sensocentrista y que su Regla de Oro es: «
a priori los intereses no deben ser frustrados»
[6].
Algunas personas dicen que «como según el sensocentrismo debemos respetar a las conciencias entonces sería éticamente correcto matar a quienes están inconscientes». Estas personas confunden la «conciencia» con el estado de la conciencia llamado «conSciencia», por eso creen erróneamente que según el sensocentrismo es éticamente correcto matar a quien está en estado inconsciente.
El sensocentrismo considera éticamente a todo aquel ser que tiene una conciencia, aunque dicha conciencia se encuentre en un estado inconsciente. Algunas personas que entienden esto se preguntan por qué razón le hacemos un mal a alguien que matamos cuando está inconsciente o a quien estando consciente le matamos instantáneamente sin causarle sufrimiento; estas personas están respondidas en otro artículo
[5]. En otras ocasiones se argumenta diciendo que el sensocentrismo no considera personas a quienes padecen una enfermedad que les impide sentir dolor físico, sin embargo esta idea sobre el sensocentrismo es errónea porque dichas personas siguen siendo seres sintientes con intereses que según el sensocentrismo deben ser consideradas.
Algunas personas dicen que el criterio «tener una conciencia» no es suficiente para que un ser sea catalogado como persona. Quienes dicen esto acusan al sensocentrismo de catalogar como personas a más seres de los que se debería. Dicen que sólo son personas los seres con conciencia que ADEMÁS poseen una/s determinada/s característica/s que no todos los humanos y no humanos poseen. Por ejemplo,
Hugo Tristam Engelhardt (1941-) en su libro «The Foundations of Bioethics» («La Fundación de la Bioética»), publicado en 1991, dice lo siguiente: «Lo que caracteriza a las personas es su capacidad de ser autoconscientes, racionales e interesadas por el mérito de reprobación y elogio. […] no todos lo seres humanos son personas. No todos los seres humanos son autoconscientes, racionales y capaces de concebir la posibilidad de la reprobación y del elogio. Los fetos, los recién nacidos, los impedidos mentales mentales muy profundos y quienes están en coma sin esperanza [y podríamos agregar los seniles] constituyen ejemplos de no-personas humanas. Son miembros de la especie humana, pero no tienen en sí y por sí mismos un lugar en la comunidad moral laica». Esta idea errónea llevó en 2012 a la
Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), la sociedad científica más grande del mundo y propietaria de la revista
Science, a
defender que delfines y ballenas deben ser tratados como personas no humanas con derecho a la vida, en lugar de defender lo mismo para todos los seres sintientes.
El error de estas personas es que no infieren el deber ético de los intereses[6], sino de otras características innecesarias que exigen a los seres sintientes. Debido a ello violan el Principio de Igual Consideración de Intereses[7], pues discriminan arbitrariamente a quienes supuestamente no poseen dichas características éticamente irrelevantes. Por ejemplo, apelan a características éticamente irrelevantes como «ser autoconsciente», «ser racional», «ser capaz de concebir la posibilidad de la reprobación y del elogio», etc. Toda conciencia es autoconsciente de sus propias sensaciones e intereses
[8] pues lo sentido siempre lo siente alguien. Además, toda conciencia es necesariamente racional en cuanto a que reconoce el Principio Lógico de Identidad: «lo que es, es» (A=A) para poder relacionarse con la realidad y así sobrevivir. En cuanto a «ser capaz de concebir la posibilidad de la reprobación y del elogio», de ello tampoco se infiere lógicamente ningún deber, sino que el deber ya venía dado antes por los intereses. A pesar del error que cometen estas personas, parece una buena estrategia apoyar de manera temporal campañas como la de
Proyecto Gran Simio con el objetivo de conseguir el reconocimiento legal de personas no humanas, rompiendo la barrera de especie y dando así un golpe mortal al antropocentrismo.
New Scientist: When is an animal a person? (
Link)
Raymond G. Frey (1941-2012), fue profesor de Filosofía de la Universidad Bowling Green State, y argumentó que la coherencia nos obliga a elegir entre el anti-vivisecionismo y la vivisección que incluya a algunos seres humanos. Eligió de mala gana la segunda alternativa: «Estoy donde estoy, no porque sea un monstruo que termina eligiendo la monstruosidad, sino porque no se me ocurre nada convincente en absoluto que conceda que la vida humana de cualquier categoría tenga mayor valor que la vida animal de cualquier categoría».
LA ÉTICA DEL VEGANISMO[1]Cuando nos preguntamos el porqué es incorrecto maltratar o matar a un ser humano, con frecuencia nos poyamos en la idea de que es, precisamente, porque el individuo pertenece a la especie humana. Sin embargo, esto es claramente insuficiente para justificar la inmoralidad de una acción. Sería equivalente a decir que es inmoral matar a un hombre, y no a una mujer, por el simple hecho de que el hombre es masculino. Esta designación de lo que es moral o inmoral se hace de manera arbitraria y constituye una discriminación conocida como sexismo. Lo mismo sucede el caso de los animales no humanos: determinar la moralidad o inmoralidad basados en la pertenencia a una especie es una discriminación arbitraria y constituye uno de los prejuicios más extendidos en el mundo y más enraizados en la médula de la sociedad: el especismo.
El especismo se puede definir como "el trato desfavorable hacia un individuo en base a la infravaloración de sus intereses o la negación de sus derechos por el hecho de no pertenecer a una determinada especie". Por supuesto esta definición hace referencia a un especismo antropocéntrico, es decir, referido exclusivamente desde animales humanos hacia animales no humanos (siendo los humanos los únicos agentes morales conocidos), entendiéndose además por animales aquellos que sean seres sintientes.
Un animal sintiente es aquel que es capaz de experimentar sufrimiento y sentir placer, generando intereses en base a esas dos características. En otras palabras, buscará evitar el sufrimiento y fomentar el placer. El ser humano es un animal sintiente, así como también lo son miles de otras especies, entre ellas las vacas, los pollos, los cerdos, los peces, todos ellos animales que el humano explota como si se tratara de objetos, simples bienes que podemos utilizar como se nos dé la gana. Esto niega de manera vehemente los intereses de esos seres, como claramente lo define el especismo, desestimando que éstos tengan valor sólo por haber tenido la mala suerte de no nacer homo sapiens.
Entonces, volviendo a la cuestión inicial, ¿por qué es incorrecto maltratar o matar a un ser humano? Resulta evidente después de lo expuesto que es porque el ser humano es capaz de sufrir a causa del maltrato y, en el caso de matarlo, porque lo estaríamos privando de experiencias futuras
(2) (además de que probablemente sufriría durante los minutos previos a su muerte). En otras palabras, es incorrecto porque es sintiente. ¿Pero qué nos dice esto sobre maltratar y matar a otros animales, sobre desestimar sus intereses? Respuesta: nos dice que es incorrecto igualmente.
Esa es la ética que está detrás del veganismo, una ampliación de nuestro círculo moral para encerrar a todas aquellas especies que sienten igual que nosotros. Es difícil romper con el esquema que viene desde hace siglos, pero sólo basta un simple cambio, sólo es necesario abrir los ojos a la verdad y el resto se dará fácilmente. Transformar la conciencia requiere ponerse en el lugar del otro, aceptar al otro como legítimo otro en la convivencia con uno, entender que todos somos valiosos no a pesar de nuestras diferencias, sino debido a éstas.
Ése es el mejor camino para la integración de todos los animales sintientes, ya sean humanos o no humanos. Y la solución para materializar esto está al alcance de la mano: hacerse vegana/o.
CITAS- "No me importa saber si un animal puede razonar. Sólo sé que es capaz de sufrir y por ello lo considero mi prójimo". Mahatma Gandhi
- José Ortega y Gasset dijo: "La vida antigua fue cosmocéntrica; la medieval teocéntrica; la moderna antropocéntrica."; el veganismo abre las puertas hacia una era sensocéntrica.
NOTAS Y REFERENCIAS[1]"La Ética del veganismo". Extracto de la Guía para la transformación al vegetarianismo y veganismo. Por Diego Salvador Andrade Yáñez, Consejero de Animalismo en Homo vegetus.
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(1997) En 1997, el concepto de la
sensibilidad animal fue escrito en la ley fundamental de la Unión Europea. El jurídicamente vinculante Protocolo anejo al Tratado de Amsterdam reconoce que los animales son "seres sensibles", y exige que la UE y sus Estados miembros a "tener plenamente en cuenta los requisitos de bienestar de los animales".
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(1754) Jean-Jacques Rousseau argumentó que los animales son parte de la ley natural, y tienen derechos naturales, porque son conscientes.
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(s.XVIII) Muchos filósofos utilizan los descubrimientos anatómicos de la Ilustración como una razón para incluir a los animales no humanos en lo que los filósofos llaman "sympatheia", el principio de quién o qué merece simpatía.
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(s.XVI) Thomas Tryon, un seguidor de Pitágoras, planteó la cuestión del sufrimiento de los animales no humanos.
MÁS INFORMACIÓN- animalliberationfront.com -
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La ética del veganismo- sensovegan.wordpress.com -
Biocentrismo versus Sensocentrismo- tvanimalista.com -
El sensocentrismo es la razón que nos lleva a practicar el veganismo- veganomancia.blogspot.com.es -
¿Qué es el sensocentrismo?- xtec.cat -
Animales con sentimientosVÍDEOS- youtube.com -
Lo que hay que comprender- youtube.com -
Veganismo. Aquí estoy yoBIBLIOGRAFÍA- HORTA, Óscar.
The Idea of Moral Personhood under Fire. In Miguens, Sofia; Morando, Clara & Vieira da Cunha, Rui (eds.), From Minds to Persons, 2014. FLUP, Porto, 223-238.
- BEKOFF, Marc.
Encyclopedia of animal rights and animal welfare. Edited by Marc Bekoff with Carron A. Meaney. Foreword by Jane Goodall. Greenwood Press; 1 edition, June 30, 1998. (
Extracto)
- SINGER, Peter. "A utilitarian defense of animal liberation" (73-82)
- REGAN, Thomas. "The radical egalitarian case for animal rights" (82-90)
- WARREN. "A critique of regan’s animal rights theory" (90-97)
- ENGELHARDT, H. T., Manuale di bioetica, Il Saggiatore, Milano 1991. Orig. inglés: The Foundations of Bioethics, Oxford University Press, New York-Oxford, 1986. Hay versión en castellano: Los fundamentos de la bioética, Paidós Ibérica, Barcelona 1995.
- FOUCAULT, M., Las palabras y las cosas, Ed. Siglo XXI, Méxi~o, 1985, Primera edición 1966.