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ARGUMENTO: “La omisión de auxilio es éticamente correcta, pues sólo tenemos el deber de respetar a los demás”

RESUMEN:¿Es éticamente correcto elegir no ayudar a quien necesita nuestra ayuda para poder seguir viviendo? ¿somos responsables de las consecuencias de elegir «no hacer nada»? Éstas son algunas de las preguntas a las que aquí vamos a responder.

Actualmente la mayoría de personas aceptan que si perjudicamos a otra persona de tal manera que la ponemos en una situación en la que su salud y/o vida quedan amenazadas entonces nos hacemos responsables de lo que a continuación a dicha persona la suceda. Si tenemos la posibilidad de prestar auxilio a dicha persona, pero elegimos «no hacer nada», es decir, si omitimos auxilio, entonces somos responsables de las consecuencias de dicha elección. Si la persona a la que hemos perjudicado muere porque elegimos negarle el auxilio entonces cometemos un asesinato por omisión, en el caso de no existir una razón que lo justifique. Algunas personas aceptan esta idea, pero excluyen el deber de prestar auxilio cuando no fuimos responsables de la situación en la que se encuentra dicha persona. Estas personas sostienen esta excepción defendiendo que no somos responsables de elegir «no hacer nada», pues dicen que no existe una relación causa-efecto entre elegir «no hacer nada» y las cosas que suceden; esta excepción no es cierta, pues nuestras elecciones siempre forman parte, en menor o mayor grado, de las causas de lo que sucede. Como existe una relación de causa-efecto entre lo que elegimos hacer o no hacer y lo que les ocurre a los demás entonces tenemos, a priori, el deber de prestarles auxilio por la misma razón que tenemos el deber de respetarles. Toda ideología que defiende el asesinato debe ser éticamente rechazada y políticamente prohibida. Ideologías como el liberalismo, el anarcocapitalismo, etc. defienden el asesinato por omisión, por lo tanto deben ser rechazadas y prohibidas.

Palabras clave:  anarcocapitalismo, asesinato por omisión, ayuda, caridad, causalidad, derecho de auxilio, liberalismo, leyes del Buen Samaritano, responsabilidad, salud pública, socialismo

Se debe respetar a los demás. Es un hecho que una persona es perjudicada en acto (se le hace algo malo) cuando sus intereses son frustrados y es beneficiada en acto (se le hace algo bueno) cuando sus intereses son satisfechos[1], independientemente de las consecuencias. Hay perjuicios de distinto grado de magnitud. A partir de este hecho podemos deducir la norma lógica que nos prescribe que, «a priori, los intereses no deben ser frustrados», por lo tanto se debe respetar a los demás[2]. Por ejemplo, no se debe matar a quien tiene interés en seguir viviendo. Por ello se debe contar con un poder suficiente para que se puedan cumplir las normas éticas[3].

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La causalidad es la relación necesaria que se establece entre dos sucesos secuenciales donde uno de ellos es la causa que produce el otro (causa-efecto). La causalidad afirma que existe una relación de interacción entre seres diferentes, por lo tanto lo que le ocurre a un ser puede ser a causa de otro. En términos éticos, la causalidad significa que existe una relación entre las elecciones libres de una conciencia[4] y las consecuencias que dichas elecciones tienen en la realidad exterior. Por ejemplo, si una persona A golpea a una persona B entonces podemos afirmar que la acción realizada por la persona A es la causa de que la persona B haya sido golpeada; además, si la persona A eligió golpear a la persona B entonces A es causa intencional de que B haya sido golpeada; y además, si A es un agente ético (persona consciente de sus obligaciones éticas) entonces A es responsable de los daños que ha producido a B y por lo tanto un tribunal puede culpabilizar a A del perjuicio de B y entonces castigarle[5] si se estiman mejores consecuencias que no castigándole. Aunque tiene las mismas consecuencias para la víctima, éticamente es más grave un perjuicio intencionado que uno accidental, pues en el primer caso hay maldad y en el segundo no.

Algunos liberales dicen que aunque hayamos sido la causa por la que alguien está en peligro, no somos responsables de lo que le ocurra por no ayudarle.Segun estos liberales, la omisión de auxilio es éticamente correcta en todos los casos, dicen que no existe el deber de ayudar, dicen que todo debe ser voluntario, es decir, rechazan el derecho de auxilio. El rechazo al derecho de auxilio es propio del liberalismo coherente, el llamado «anarcocapitalismo», «libertarismo» o «escuela austriaca», pues rechazándolo evitan reconocer el deber de ayudar a las personas, es decir, evitan reconocer lo que ellos llaman como «derechos positivos», que según ellos son violencia. Rechazan el derecho de auxilio porque no quieren pagar impuestos, por eso rechazan la existencia del Estado, entendido éste como institución social que obliga a pagar impuestos (viola la propiedad privada) para proteger el derecho a la salud/vida de las personas mediante servicios públicos (un fin justo justifica los medios). Por ejemplo, Jorge Valín, anarcocapitalista y seguidor de la Escuela Austriaca de economía, dice que en ningún caso tenemos obligación ética de prestar auxilio porque dice que no hay correlación causa-efecto entre poner en peligro a una persona y socorrerla, dice: «una cosa es poner en peligro a alguien y otra socorrerla. Son actos separados que no derivan el uno del otro. La unión de ambos, es totalmente artificial», y dice que dicha idea es una relación arbitraria e inventada para defender derechos positivos, propios de planteamientos colectivistas y socialistas(3). Absurdamente estas personas hablan de la «culpabilidad de asesinato de quien no tenía el deber de ayudar», culpabilizando a quien supuestamente actuó de manera éticamente correcta al omitir auxilio. Consideran que no existe una relación causa-efecto entre la decisión de no auxiliar a una persona y su posterior muerte; y que por lo tanto que no somos responsables de su muerte, pues consideran que elegir «no hacer nada» no es una acción.

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Algunos liberales reconocen que si hemos sido la causa por la que alguien está en peligro entonces somos responsables de lo que le ocurra por no ayudarle. A una persona a la que se ha perjudicado la pueden seguir sucediendo cosas perjudiciales a causa de dicho perjuicio inicial. Por ejemplo, si un adulto empuja a una piscina a un niño que no sabe nadar y éste comienza a ahogarse entonces si dicho adulto elige dejar que el niño se ahogue será la causa por la que el niño trage agua y se ahogue y, al ser un agente ético será responsable del ahogamiento de ese niño, no sólo del empujón. El anterior ejemplo nos muestra que también puede existir una relación causa-efecto entre una omisión y el perjuicio que sufre otra persona, si no la hubiera entonces no se nos podría responsabilizar de una omisión. Por lo tanto si ponemos en peligro a alguien entonces es éticamente incorrecto no prestar auxilio a dicha persona, es decir, a priori tenemos el deber de ayudarla para que con una omisión no la perjudiquemos aún más, y dicha persona tiene el derecho a recibir dicho auxilio. Este razonamiento es ampliamente aceptado (aceptación parcial del derecho de auxilio) y estamos de acuerdo con él. Algunos liberales aceptan esta idea, pero absurdamente hablan de «tener responsabilidad sin que medie una causa-efecto»: consideran que no existe una relación causa-efecto entre elegir no auxiliar a una persona y que muera por falta de auxilio.

Algunos liberales dicen que si no hemos sido la causa por la que alguien está en peligro entonces no seremos responsables de lo que le ocurra por no ayudarle. Como dijimos en el anterior párrafo, algunos liberales consideran que existe lo que ellos llaman una «relación causa-responsabilidad» que sólo nos obliga éticamente a prestar auxilio cuando fuimos la causa que puso en peligro a otra persona. Algunos ejemplos son los siguientes: la responsabilidad parental, auxiliar a quien hemos producido un accidente de tráfico, auxiliar a un niño al que hemos empujado a una piscina, etc. Consideran que si no se presta auxilio en dichos casos entonces se comete un asesinato por omisión, y estamos de acuerdo en eso. Por ejemplo, Albert Esplugas, considera que si ponemos en peligro la vida de alguien entonces estamos obligados a prestarle ayuda: la víctima tiene el «derecho positivo» a ser ayudada. En cambio, estas personas consideran que no tenemos el deber de prestar auxilio a quien está en peligro por culpa de otra persona(1), pues consideran que no existe una «relación causa-responsabilidad». Por ejemplo, si a una persona la están violando, dicen que no tenemos el deber de auxiliarla. Consideran que no existe una relación causa-efecto entre la decisión de no auxiliar a una persona y su posterior muerte; y esto ocurre porque consideran que «no hacer nada» no es una acción. Por ejemplo, si una persona se cae desde un puente a la autopista y nadie la ayuda les parece éticamente correcto. Por ejemplo, Gary Francione en la respuesta a la pregunta 17 del Frequently Asked Questions (FAQs) de su blog «Animal Rights: The Abolitionist Approach» afirma desde un «deontologismo desconectado» que es éticamente correcto no prestar auxilio a un niño que vemos que se ahoga en una piscina de poca profundidad, aunque fuera tan fácil salvarle la vida como girar su cuerpo:


El debate sobre el derecho de auxilio enfrenta a liberales. A continuación mostramos un intercambio de artículos entre Jorge Valín y Albert Esplugas sobre la omisión de auxilio:



Formulamos de forma más clara el argumento que utilizan dichas personas. Las premisas y la conclusión serían las siguientes:

(P1) Se debe respetar a los demás.
(P2) No existe una relación causa-efecto entre elegir «no hacer nada» y lo que ocurre después.
(C) Sólo debemos prestar auxilio alguien si fuimos la causa por la que lo necesita.

A continuación vamos a mostrar cómo puede rebatirse este argumento.


PREMISA (P1): Se debe respetar a los demás

Es cierto que se debe respetar a los demás.

PREMISA (P2): No existe una relación causa-efecto entre elegir «no hacer nada» y lo que ocurre después

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Elegir «no hacer» también es una acción. En 1843, Søren Kierkegaard (1813-1855) trató de mostrar dramáticamente en su libro  «Enten - Eller» («O lo uno o lo otro»), especialmente en vol. 2: «Ética y estética en la formación de la personalidad», cómo no elegir (pretender ser amoral) también supone una forma de elección, sólo que en sentido impropio. Para Kierkegaard, es la elección la que nos constituye. Incluso cuando tiramos una moneda al aire para decidir qué hacer ante un dilema, tirarla es una elección. Como dijo Jean-Paul Sartre (1905-1980) «estamos condenados a ser libres», es decir, estamos condenados a elegir[4]. Toda persona siempre está eligiendo entre varias alternativas, es decir, siempre está actuando de acuerdo a algún interés (actuando según su voluntad), excepto cuando se encuentra temporalmente inconsciente. Cuando alguien tiene interés en moverse, se mueve o al menos intenta moverse, y cuando tiene interés en no moverse, no se mueve o al menos intenta no moverse, pero en todos los casos elige hacer algo. Lo que alguien elige hacer no se limita a los movimientos de su cuerpo sino que también incluye lo que elige pensar. Por ejemplo, cuando elegimos realizar un cálculo matemático para obtener un resultado. Existe una clara relación causa-efecto cuando perjudicamos o beneficiamos a una persona y consiste en:

1º) la elección de perjudicar/beneficiar a una persona (en el caso de que exista intencionalidad);
2º) la acción elegida que perjudica/beneficia a dicha persona;
3º) la consecuencia consistente en dicha persona perjudicada/beneficiada;
4º) Volver al paso 1.

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Existe una relación causa-efecto entre elegir «no hacer nada» y las consecuencias de dicha elección. Por ello, cuando alguien dice que la omisión de auxilio no es la causa de una muerte evitable porque «no hacer nada no es una acción», comete un error al considerar sólo el cuerpo inmóvil de dicho individuo, ignorando que es un individuo intencional que toma decisiones, en este caso tomando la decisión de que otra persona muera. Si un individuo A es capaz de impedir que se transite de un estado de las cosas E1 a un estado de las cosas E2 y elige «no hacer nada» entonces su decisión y su correspondiente acción serán la causa final que producirá dicho estado E2, siendo este individuo responsable de dicho desenlace, independientemente de que él fuera o no fuera la causa del estado E1 previo. El individuo A será responsable del estado de las cosas E2 si no puede dar una razón de peso que justifique su elección y su acción. A continuación ponemos algunos ejemplos de asesinatos por omisión:



El liberalismo y su genocidio legal. El rechazo al derecho de auxilio es la razón por la que las políticas liberales de EEUU asesinan cada año a unos 44789 trabajadores estadounidenses, por carecer estos de seguro médico privado y de sanidad pública, según los datos de un estudio publicado en la revista American Journal Public Health el 18 de septiembre de 2009. El documental Sicko (Michael Moore, 2007) nos aporta más datos sobre este genocidio contra los humanos de clase económica baja y media para proteger el capital privado [Vídeo]. En diciembre de 2014, las políticas liberales del gobierno del Partido Popular (PP) estaban asesinando por omisión a 12 enfermos de Hepatitis C cada día en España. Hay miles de ejemplos de este gigantesco genocidio que las políticas liberales están cometiendo a nivel mundial que tiene como objetivo proteger la propiedad privada de la defensa del derecho a la salud/vida. El genocidio liberal no tiene nada que envidiar al genocidio nazi.

Aceptar parcialmente el derecho de auxilio es incoherente. Quien niega que exista una relación causa-efecto entre dejar que alguien muera y dicha muerte, pero afirma que existe una relación causa-responsabilidad sólo cuando quien decide no prestar auxilio fue la causa que produjo dicha situación de necesidad de auxilio, debería ser coherente y:

- defender que se es responsable de la situación de necesidad de auxilio producida, pero no de las consecuencias derivadas de dicha situación. Ejemplo: sólo seríamos responsables de empujar a un niño a la piscina, pero no seríamos responsables de dejar que se ahogara, pues si el niño sabe nadar no somos responsables de que no se ahogue y, de igual manera, si no sabe nadar tampoco somos responsables de que se ahogue (la causa del ahogamiento sería que no sabía nadar, no que le empujamos). Si se nos acusa de asesinato por empujar a un niño al agua entonces es irrelevante que se ahogue o no se ahogue, a no ser que se una el hecho del ahogamiento con nuestra decisión de dejar que se ahogue, en tal caso también estarían unidos esos dos hechos (niño ahogándose y dejar que se ahogue) en el caso de no ser nosotros quienes le empujamos;

- o defender, como defendemos aquí, que se es responsable de las consecuencias derivadas de negar auxilio, independientemente de que se haya o se no haya sido responsable de la situación anterior. Ejemplo: seríamos responsables de dejar que un niño se ahogue, sin que la razón por la que el niño se estaba ahogando justifique nuestra decisión de que muriera.

CONCLUSIÓN (C): Sólo debemos prestar auxilio alguien si fuimos la causa por la que lo necesita

No podemos llegar a la conclusión de que sólo debemos prestar auxilio si hemos sido la causa por que se necesita auxilio porque existe una relación causa-efecto entre lo que elegimos hacer o no hacer y lo que le ocurre a otras personas.

Asumir el derecho de auxilio tiene implicaciones importantes:

- Considerar que evitar una agresión ajena también es prestar auxilio[8]. De ahí se deriva la existencia de Fuerzas de seguridad cuyo deber es proteger la salud/vida de las personas.
- El hecho de que podemos asesinar a los demás por omisión debe ser tenido en cuenta a la hora de hablar de libertad y prohibición[9], pues es éticamente incorrecto asesinar a los demás. Socialmente nos lleva a hacer leyes que impidan que las personas mueran por la omisión en el cumplimiento de deberes económicos (pago de impuestos). 
- Nos lleva a considerar como éticamente correcto el consecuencialismo. El hecho de que podemos asesinar a los demás por omisión debe ser tenido en cuenta a la hora de valorar entre dos elecciones que causan perjuicios a los demás, pues siempre es menos malo elegir que sean perjudicados el menor numero de individuos sintientes equivalentes[10].
- Asumir el derecho de auxilio es asumir la idea esencial de la ideología socialista.






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